A un servidor, en general, le molesta mucho que le birlen la cartera. Sea quien sea el autor. Es decir, por el hecho de que me la robe uno u otro, no me considero más o menos robado.

A un servidor, en particular, le molesta mucho que intenten darle gato por liebre. O si lo prefiere, me inquieta mucho que me tomen por más imbécil de lo necesario.

Durante meses hemos tenido que soportar (sí, sí, soportar es la palabra) paralelismos entre el famoso 3 % y el movimiento independentista. Y con esta extraña habilidad para mezclarlo todo y hacer ensaladas imposibles (de dátiles con bacon, piña en almíbar, pasta de aceitunas y huevo frito, como por poner un ejemplo), hemos visto bromas tan exitosas como aquella del TV3 % y otras por el estilo que hacen mucha gracia a los niños de P4 y a los abuelos que dormitan delante del televisor después de haberse acabado una botella de orujo recién abierta.

Inasequibles al desaliento e impasible el ademán, estos genios ni se inmutaron cuando escucharon la famosa conversación entre el ministro de su Interior y el jefe de la Oficina Antifraude. Tampoco cuando se dieron cuenta de hasta qué punto la guerra interna que hay allí dentro ha podrido tanto el sistema que filtran las conversaciones conspirativas que se graban entre ellos mismos. Y tampoco movieron un solo músculo cuando se supo que el Estado español pagó un millón de euros a un tipo que los estafó vilmente vendiéndolas unas pruebas sobre el caso Trias hechas por su hijo pequeño en la clase de expresión artística y sensorial. Y con los pies.

Si su denuncia de un mundo limpio de corrupción hubiera sido cierta, habrían condenado estas situaciones. Pero se ve que no les vino muy bien en aquel momento.

Y usted y yo, que somos una gente llena de inocencia, teníamos la esperanza del arrepentimiento. La gente que dice ser la integridad, la regeneración, la pureza, el combate contra las cosas feas y a la primera que pueden ni son íntegros, ni regeneran, ni son puros, ni combaten las cosas feas, pueden haber tenido un mal día. Incluso una mala semana. Incluso más de 300 días malos los tiene cualquiera.

Pero un día les llama a la puerta un 3 % bien bonito y hermoso. ¡Vaya por Díos! I concretamente en un juicio. Allí, uno de los acusados (ojo, ante un juez, no en un bar de carretera que tiene neones en la fachada y después de haberse zampado 10 lumumbas y 3 bolsas de cacahuetes) va y dice que el PP cobraba una comisión del 3 %. Y tú esperas que la integridad, la regeneración, la pureza, los que combaten las cosas feas, los que se han llenado la boca diciendo que el independentismo existe para tapar la corrupción, ahora sí que abrirían su boquita. Y esperas la denuncia valiente, la declaración pública, el editorial usando los mismos adjetivos que dedicaron en su momento a un caso parecido y, sobre todo, la bromita. Sobre todo esperas la bromita. Y resulta que no. Resulta que callan como muertos.

No les molestaba que les robaran, no. De hecho, el silencio hace tanto ruido que por lo visto les encanta que les roben. Lo que les molestaba era el independentismo (cosa que ya sabíamos) y han estado usando la corrupción cierta y, sobre todo, la inventada (promocionada y pagada por el Estado, o sea, por usted, por un servidor y por los españoles) para combatir ideas.

Si les roban unos que no son indepes, si los corruptos son defensores de la unidad de España, entonces se ha acabado la integridad, la regeneración, la pureza y el combate de las cosas feas. Y también las lecciones de moral. Entonces todo el unionismo no es corrupto, como lo era todo el independentismo, ni existe La 1, La 2 y El3 %. Y entonces incluso los del 3 % mesetario son tan buenos que les damos apoyo para que gobiernen.

Porque el 3 %, si es nuestro, no lo es. Y ahora, por favor, que pasen la regeneración, las majorettes y el elefante rosa!!!