Sant Adrià de Besòs contra Vilanova i la Geltrú (y viceversa). Y en BCN, cosa que tiene una cierta gracia. El pregón oficial y el alternativo (y viceversa). Los apologetas del "Y tú más" se lanzan a la cabeza que una vez el uno dijo y que el otro, otra vez, también dijo.
Quizás estaría bien proponerles ir los tres (ellos dos y un servidor) a hacer un arroz y comentar la jugada. En Vilanova hay unos cuantos sitios donde tocan bien el tema. En Sant Adrià también encontraríamos alguna cosa. Y si no, podemos cruzar unos metros su frontera norte.
Si fuera posible, creo que nos reiríamos. Me juego un guisante (que diría el semiótico Puyal). No me puedo creer que dos personajes de sus características, con su capacidad de observación y análisis, no supieran encontrarle el momento lírico a una polémica que nos ha entretenido unos cuantos días. Encontrarle el momento a esta polémica en concreto y a la de los pregones en general, ahora ampliada a los que hacen los Reyes del Oriente, sobre todo desde que toman la palabra Reinas Magas y los niños (y las niñas) alucinan.
Y ahora usted me dirá: "Pero oiga, quiere hacer el favor de no marear más la perdiz y decir que piensa del tema?". Bien, es que no pienso nada. Y no pienso nada porque no entiendo la discusión. A partir de que alguien decide escoger a una persona para hacer un pregón, siempre habrá gente disconforme. Quizás una solución sería hacer una consulta y que elijan los ciudadanos (y las ciudadanas). Y a quien no le guste, que no vaya.
Y a partir de que alguien decide escoger a una persona, puede pasar de que otra decida hacer un acto paralelo. Perfecto. ¿Qué problema hay?
Oiga, en las fiestas de Gràcia de BCN, ¿no hay siempre un pregón alternativo? Y allí mismo, al lado del balcón oficial. Cada año una persona no identificada se descuelga de una fachada lateral y, con su propia megafonía, lee lo que le parece. Y la gente que va al uno, por el mismo precio tiene dos pregones. Y oiga, en Gràcia, ¿no hay también unas fiestas alternativas? Quien quiere va a las oficiales, quien quiere va a las alternativas, quien quiere va a las dos y quien quiere no va a ninguna de las dos.
O, ¿qué pasa? No me diga que el problema es que los alternativos no soportan que cuando ellos son los "oficiales" alguien vaya "de alternativo". ¿Verdad que no? O viceversa. En la vida algunas veces somos oficiales y otras somos alternativos. Y tenemos que asumir nuestro papel en cada momento. Mire si es sencillo. Y cuando acabamos el acto oficial y el alternativo tenemos que poder ser capaces de ir a comer un arroz y comentar la jugada. Y si a alguien no le gusta el arroz, tenemos que ser capaces de consensuar hacer una calçotada, una butifarrada, una alcachofada o un pan con tomate. O hacer un arroz con calçots, butifarra, alcachofas y tomate. Bien, ¡o no comer nada!