Hace unos años, un grupo de personas comprometidas con el país —algunas habíamos dedicado bastante tiempo a la política— hicimos un almuerzo con el president Pujol para tratar de encontrar pistas sobre el futuro político del país después de octubre de 2017. Desde la disolución de Convergència, no todos compartíamos las mismas siglas. Ni el mismo voto. La mayoría ya no militaba en ninguna parte y algunos no provenían del mundo convergente. El resumen de las intervenciones, quizás injusto, venía a decir “queremos influir”. Y el president Pujol, listo como siempre, dijo: “¿desde qué partido?”. Algunos tomaron la palabra para aclarar que daban su paso por la política por terminado, que si el partidismo, que si la necesidad de nuevas ideas desde fuera, etc. El president Pujol respondió más o menos esto: “todo lo que decís está muy bien, y seguramente es necesario. Pero si lo que deseáis es influir en política, hay que escoger desde qué partido se piensa hacer. Porque así es como funcionan las cosas”.
Todo lo que ha generado la consulta de Esquerra a sus bases sobre la investidura de Salvador Illa me ha recordado a esa buena conversación con el president. No está de moda, está menospreciado y desprestigiado, pero influyen los militantes. Si hace poco lo hicieron las bases de Junts, en los próximos meses la militancia de Esquerra deberá tomar dos decisiones importantes: la investidura de Illa como president de la Generalitat y quién debe liderar su partido a partir de noviembre. Salga lo que salga, no podrán evitarse las críticas al proceso de debate interno: que si la militancia hace partidismo sectario, que si la democracia interna no es real porque las direcciones imponen sus posiciones, que si a muchos les va el sueldo. Todo esto puede ser cierto y aquí todos los partidos tienen margen de mejora. Las cuestiones no son tan sencillas como pueda parecer: ¿debe haber debate en los medios si al final es un proceso interno de partido? ¿Hay que regular el peso de cada opción? ¿Tiene sentido consultar a las bases si el órgano de dirección se posiciona abiertamente por una de las opciones? Pero si no lo hace, ¿tiene sentido su función de dirigir el partido? ¿El militante debe tener miedo a contradecir a su dirección por si provoca una crisis? Todas estas cuestiones se tendrán que ir resolviendo y normalizando si lo que se reclama a los partidos es más transparencia, un debate interno más vivo y más democracia a la hora de decidir. Aunque hay que recordar que existen muchas formas de hacerlo.
En los próximos meses la militancia de Esquerra deberá tomar dos decisiones importantes: la investidura de Illa como president de la Generalitat y quién debe liderar su partido
Centrándonos en la pregunta de Esquerra sobre Illa —porque, diga lo que diga el papel oficial, la pregunta que se hace ERC estos días es si inviste a Illa president de la Generalitat o no—, salen más interrogantes de partido que de país. Las dos corrientes —si no aparecen nuevas— que se enfrentarán en noviembre en el congreso nacional de Esquerra se han posicionado de un modo muy distinto. Marta Rovira ha trabajado a fondo por el 'sí' y Junqueras no ha dicho ni sí ni no —esto tampoco es nuevo—. Y de ahí salen las preguntas —porque que los socialistas no cumplen sus pactos supongo que no hace falta repasarlo—: con la dirección por el 'sí', tras los reveses electorales que han sufrido, ¿un 'no' es una enmienda a su gestión? Con Marta Rovira por el 'sí' y un Oriol Junqueras que no se ha posicionado, ¿un buen resultado del 'no' puede dar pie a una interpretación de primera ronda del congreso de noviembre, en el que parece que las bases no van alineadas con el manifiesto que han firmado los cargos? Y siguiendo con la actualidad de Esquerra y la mancha en el expediente que significa la existencia desde hace años de su “equipo B”, ¿cómo se garantizará la transparencia? Y cuando el PSC rompa su silencio, si hay cambios, ¿se volverá a votar? La pregunta de Esquerra son muchas preguntas a Esquerra. Y ninguna de las primeras de la lista tienen que ver con el futuro del país. Y esta es una asignatura que los partidos deben mejorar. Pero se da el hecho de que para influir hay que estar ahí. A ver qué dice la gente de Esquerra.