Tal día como hoy del año 1693, hace 330 años, se producía un terremoto de gran intensidad con epicentro en el valle de Noto, en el extremo suroriental de Sicilia, que devastó la costa este de la isla. Según las fuentes documentales, hacia el mediodía, un gran seísmo (que los investigadores actuales estiman de una intensidad máxima 11 en la escala de Mercalli); provocó el derrumbe y la destrucción de Ragusa, Módica, Noto, Augusta, Siracusa, Taormina y Catania (capital histórica de la isla, sede de la universidad fundada por los catalanes, y tradicional escala de navegantes barceloneses y valencianos).
En el momento que se produjo el terremoto, en Catania había una colonia de comerciantes y profesores universitarios catalanes, valencianos y mallorquines. También, en el momento que se produjo aquel seísmo destructivo, la ciudad concentraba una población de 30.000 habitantes (Barcelona tenía 35.000); y a causa de aquel devastador terremoto, los investigadores actuales estiman que la ciudad podría haber perdido, aproximadamente, la cuarta parte de su población. Aquel seísmo fue especialmente devastador en el barrio portuario, con la destrucción del 90% de los edificios.
El gran terremoto de 1698 acabaría provocando la muerte de unas 60.000 personas. El edificio de la Universidad de Catania, primer centro de estudios superiores de Sicilia, fundado por Alfonso el Magnánimo en 1434; quedó totalmente destruido. Acto seguido, se inició la reconstrucción de las ciudades afectadas, que se hizo siguiendo los modelos urbanísticos y arquitectónicos imperantes en la época. Esta sería la causa que explicaría por qué la costa oriental siciliana —y especialmente el valle de Noto— concentra el patrimonio arquitectónico barroco más compacto y espectacular de Italia.