Profundamente enamorado. Pedro Sánchez ha dicho que está profundamente enamorado de su esposa y no se han hecho esperar las burlas. Las que tienen mala leche y las que simplemente le ponen humor. Las burlas que van desde las “bajas románticas” hasta quienes dudan de esa afirmación. No sé si detrás de la carta de Pedro Sánchez está la literalidad de lo que escribe el presidente español o está cualquiera de las teorías que desde que colgó su carta en X se han hecho sobre el porqué un hombre que ha escrito Manual de resistencia se plantea dejarlo por un tema aparentemente menor a otros. Teorías que no vale la pena repetir porque cada uno tiene una. Es más interesante poner el foco en el porqué todavía hoy existen burlas sobre el estado emocional de un concursante en programas de televisión o de por qué un político triste es objeto de mofa en un mundo en el que he escuchado decir desde el primer día que "la política es cruel". ¿La política, que gestiona el bien común, es cruel? Pues vamos apañados si no hay humanidad en la política. O en los medios de comunicación. Tenía razón Kapuściński. Un periodista debe ser buena persona.
El poeta de cabecera, el hombre de Nueva Jersey que pronto nos visitará, tiene un repertorio donde elegir para describir ese momento. Ahora entenderán la elección del rockero veterano. Teniendo en cuenta la fama de superviviente del protagonista, Tougher than the rest sería la más adecuada. Más fuerte que los demás, le podría cantar Pedro a Begoña. También If I should fall behind, que habla del camino que, juntas, siguen dos personas profundamente enamoradas. Dijimos que caminaríamos juntos. Pero, si te ocurre algo, te esperaré. Y si me quedo atrás, espérame. En fin, que cada uno elija la que quiera. Ahora, si recurro al Boss es para reivindicar el derecho a rendirse. Es lo más antisistema que existe. Y, por tanto, es sano. Si tuviera que hacer una apuesta, que no haría con dinero de por medio, es que Sánchez dirá el próximo lunes que sigue, pero, insisto, hay que reivindicar el derecho a rendirse. Durante muchos años, y todavía ahora, en Catalunya alguien cogió la bandera del No surrender. Al margen de que sería mejor que fueran coherentes entre lo que prometen y hacen, por ejemplo el infierno fiscal en que han convertido Catalunya, es una apropiación indebida. Dice la canción: “We made a promise we swore we'd always remember, no retreat, baby, no surrender”. Hicimos una promesa que juramos que recordaríamos siempre: ninguna retirada, ninguna rendición. Pues mira, a veces, es mejor rendirse.
Cuando Pedro Sánchez, o usted, lo deje, lo que quedará en su sentimiento más íntimo, que es lo que vale, no será ningún hito político
A la generación X, a la que pertenece Sánchez, los padres les enseñaron que en la vida hay que currar sin protestar. Ése era el valor. Quizás por eso es la generación más workahólica que existe. Pero esos padres que tanto trabajaban, cuando se han ido, lo que han dejado no son las horas de trabajo. Han dejado una familia y todo el amor que les han dado. Así que cuando Pedro Sánchez, o usted, lo deje, lo que quedará en su sentimiento más íntimo, que es lo que vale, no será ningún hito político. Será el bien que haya hecho a la gente a la que ha amado y con quien ha hecho camino. El trovador de Nueva Jersey recuperó a sus amigos cuando vio que nos perdemos a nosotros mismos en cosas que hacer y en facturas por pagar y perdemos de vista que todo esto no tiene sentido sin alguien al lado, sin los hermanos de sangre. Herman Melville entendió que si pierdes de vista el sentido de la vida y dedicas todo el esfuerzo a una obsesión equivocada —sea cazar una ballena blanca como el capitán Ahab, sea lo que sea—, llevas a tu tripulación al desastre. Y, por tanto, o te pones en el carril correcto o, ante la obsesión, es mejor rendirse.