Lo que el PSOE no cerró en el Congreso Federal, lo resuelve ahora en el arranque de curso acelerado. El ejecutivo socialista se sostiene sobre un cascarón casi vacío de poder territorial, apoyado en el pilar catalán, precisamente el menos útil para recuperar el resto de autonomías. Luego tiene otro pilar más a futuro, el de la mayoría absoluta de Emiliano García Page, simbólico por su oposición a Pedro Sánchez y un programa antagónico al de sus dos mandatos. En lo inmediato, prácticamente todos los liderazgos de las federaciones pasan por los candidatos preferentes del secretario general. Con la retirada de Juan Espadas a liderar el PSOE-A y de Luis Tudanca en Castilla y León, se despejan los dos últimos bastiones territoriales pendientes. 

Es lógico que sea una prioridad del PSOE. Sánchez perdió la mayoría progresista el 23-J. Si además hay cambio de gobierno con un resultado fiel a las encuestas o las propias elecciones europeas, Cataluña sería su única aldea gala. El poder local, más trece ejecutivos autonómicos, sumado al control de mandos de la Moncloa estarían controlados por el PP —con o sin coalición ultra— y faltaría más de un año para que los socialistas pudieran recuperar algún enclave. Esa es la apuesta de 2025 del PSOE, prepararse para reconstruirse a medio plazo. Carlos Mazón lo está poniendo fácil en Valencia, pero Madrid y Andalucía han pasado a ser estructuralmente del PP, con distintas lógicas, de las agresivas políticas neoliberales que tan buenos resultados dan a los conservadores en Madrid al perfil centrado de Juanma Moreno Bonilla, consciente de que su mayoría absoluta se alimenta de la fuga de votos socialistas.

Esa es la apuesta de 2025 del PSOE, prepararse para reconstruirse a medio plazo

En Andalucía, la excepcionalidad y complejidad es máxima. No es comparable a las tensiones territoriales de las candidaturas de Pilar Alegría en Aragón o Diana Morant en Valencia. A la espera del anuncio de la candidatura, todos apoyarán a María Jesús Montero por consenso. Ya lo ha hecho Juan Espadas lanzando una indirecta a Susana Díaz: “Me presenté siendo alcalde de Sevilla (...) para superar fracturas” y ahora se retira para apoyar un proyecto “ganador”. Con Montero, el PSOE tendrá una vicesecretaria general del PSOE, ministra de Hacienda y secretaria general de Andalucía, negociando la financiación de Cataluña y el resto de negociaciones presupuestarias.

El cupo catalán, las competencias migratorias, el desarrollo de la Agencia Tributaria catalana tiene parada en Montero. Junto a Félix Bolaños, son los dos negociadores. Y Montero tendrá que hacer un triple salto: liderar Andalucía, favorecer a los socios independentistas y contener la revuelta partidista de las comunidades del PP. Todo en un trimestre donde —haya o no presupuestos generales— el Gobierno lo va a dar todo en unas negociaciones con Junts, señalando que se les acaba la “paciencia”, y ERC resistiéndose a negociar los presupuestos hasta que se cumplan los pactos, es decir, ambos apretando para conseguir resultados. Y aunque estén retrasando el debate sobre la cuestión de confianza a Sánchez presentada por Junts, es cuestión de semanas que el PSOE tenga que empezar a concretar algo.

La sucesión andaluza tiene complejidades obvias. Gobernar con Cataluña y abonar Andalucía es el más difícil todavía para un partido que debe recomponer la debacle que sufre desde 2019, cuando Moreno Bonilla llegó a la Junta, y tuvo su cenit en junio de 2022, con el peor resultado histórico. Todo en un territorio donde la competición electoral PP-PSOE es muy directa. Para los socialistas no es lo mismo quitarle un escaño en Valencia a Compromís, en Madrid a Podemos o Más Madrid e incluso al PNV en el País Vasco. En Andalucía valen el doble, cinco escaños para el PSOE son cinco menos para el PP

Los votantes andaluces son una pieza clave de su engranaje y las victorias electorales: allí se juegan 61 escaños del Congreso (es la comunidad que más aporta, frente a los 48 escaños catalanes) y una vez rentabilizada en las urnas la política en Cataluña del Gobierno, necesitan reconstruir el hundimiento andaluz. En definitiva, la hoja de ruta del 2025 del PSOE confronta con la de 2026. No es fácil ganar Cataluña y Andalucía a la vez. El presente inmediato de la permanencia del Gobierno depende de sus socios, mientras que las próximas autonómicas dependerán de las apuestas personales de Pedro Sánchez. Una tensión más en un tablero lleno de variables.