(Aclaración: hoy tenía previsto escribir un artículo sobre la lengua catalana. Pero el viernes Pep Antoni Roig y el sábado Jaume Clotet lo han dicho antes y mejor. Simplemente solo querría subrayar que el pesimismo es tan comprensible como inútil para solucionar cualquier adversidad, incluido el catalán.)
Mientras el PSOE y Sumar se echaban los platos por la cabeza sobre si los que cobran el SMI tienen que pagar o no a Hacienda, la polémica tapaba -un año más- la desigualdad que comporta que esta cifra sea idéntica para todo el Estado. Con el último aumento aprobado en consejo de ministros, el SMI ha quedado situado en los 1.184 euros mensuales. Según el Idescat (Institut d'Estadística de Catalunya), el gasto en alimentación de los hogares catalanes es de un poco menos de 6.000 euros anuales (5.536). Si tenemos en cuenta que el SMI es de 1.184 euros al mes (multiplicado por 14 pagas son 16.576 euros anuales), cada año hay que destinar una tercera parte del sueldo solo para comer. En Extremadura, en lugar de destinar un 33% pueden destinar un 25% porque los precios de los alimentos son más bajos. Por término medio, tener un hijo en Catalunya supone cada mes 938 euros. Eso quiere decir que para criar a un niño hay que destinar el 79% del SMI. La media española por hijo es de 758 euros mensuales. pero el SMI es el mismo, de manera que este porcentaje baja hasta el 64%, es decir, los catalanes perdemos un 15% más de nuestros recursos económicos. Por no hablar de la vivienda: el alquiler medio de un piso en Barcelona es de 1.193 euros mensuales.
El transporte también es más caro en Catalunya que la media del estado. Se calcula que cada familia se gasta en gasolina, billetes de tren, bus, metro y demás una media de 3.500 euros anuales, por lo tanto, un 21% de este SMI va a transporte. En Extremadura destinan solo el 12,8%. Para cerrar este argumento y no tener que seguir ámbito por ámbito, simplemente solo hay que ir a la cifra genérica. Si el coste de la vida en todo el Estado es 100, en Catalunya es 108 y en Extremadura no llega a 87. Entre Catalunya y Extremadura hay una diferencia de 19 puntos pero el SMI es el mismo si vives en l'Hospitalet que si vives en Cáceres. Dicho de otra manera: el SMI penaliza un 20% el poder adquisitivo de los catalanes respecto de los extremeños. ¿Hay que rebajar el SMI de los ciudadanos extremeños? No, claro. Lo qué hace falta es aumentarlo para los catalanes.
La clase media catalana cada vez puede pagar menos cosas pero cobra demasiado para obtener ayudas"
Y es que además de ser una cifra, el SMI es un baremo a partir del cual se calculan la mayoría de ayudas, bonificaciones y subvenciones. ¿Cuántas veces no os habéis encontrado con formularios con casillas donde se especifica algún cálculo en base al SMI? (por ejemplo, aquello de "percibirá la beca comedor quien cobre menos de 2 veces el SMI"). El hecho de que sea el mismo SMI para todo el estado también desvirtúa el sistema de atribución de estas ayudas sociales porque los sueldos (que se escapan del sistema público) sí que son más altos. Y si la vara de medir -cobrar 1.184 euros mensuales- es igual para todo el mundo, las políticas sociales dejan fuera a mucha más gente, especialmente la clase media catalana porque no tiene bastantes ingresos propios para cubrirlo todo pero cobra demasiado para obtener ayudas públicas.
Si eso es así en situaciones de familias estándar, la situación es peor en casos de más complejidad: Si una persona de más de 65 años vive sola en Catalunya, mantenerse económicamente le cuesta 22.698 euros el año. La pensión por jubilación media en Catalunya es de es de 21.416 euros. Por lo tanto, una jubilación media no sostiene un hogar medio. La situación es, literalmente, insostenible. Peor todavía en casos más graves: los gastos en Catalunya de un hogar con un adulto y un hijo dependiente es de 27.908 euros. El SMI, recordémoslo, aportará este 2025 16.576 euros.
¿Qué votarán los 48 diputados catalanes en el Congreso cuando se vote a favor de un SMI propio y aumentado para Catalunya"?
Estos datos afectan a todos los ciudadanos de Catalunya, los que votan y los que no, los que son independentistas y los qué no, hayan nacido donde hayan nacido, hablen la lengua que hablen. Por el simple hecho de vivir y tributar a Catalunya son, cada año, un 20% más empobrecidos que ciudadanos de otros puntos del estado. Quizás en este punto hay que recordar Catalunya representa el 16,5% de la población espanyola, pero en su conjunto aporta un 19% del PIB español. Eso sí, a la hora de pagar impuestos representan un 21% de los tributos. Cualquier consideración de una pretendida aportación en concepto de solidaridad territorial queda inhabilitada cuando se comprueba que cada año hay un déficit fiscal de 22.000 millones de euros anuales y que en Catalunya se ejecuta el 45% de lo qué se ha presupuestado mientras que en ese paraíso de la libertad que es la Comunidad de Madrid, el estado español lo dopa con una ejecusión del 212%.
La pregunta, por lo tanto, no es si los ciudadanos catalanes se merecen un SMI propio y aumentado respecto de la media española. La pregunta es qué catalán se puede oponer a ello. ¿Cuando esta propuesta llegue al Parlament, que llegará, qué votarán cada uno de los 135 diputados? ¿Qué diputado catalán, sea del partido que sea puede votar en contra? ¿Cuando esta propuesta llegue al Congreso, que llegará, qué votarán cada uno de los 48 diputados catalanes representados en la cámara baja? Los que voten que no tendrán que explicar muy bien a la sociedad catalana los motivos de esta oposición. O mejor dicho, tendrán que explicar por qué están a favor de un sistema que empobrece los ciudadanos que los votaron.