En un reciente acto de la patronal Pimec, el president de la Generalitat, Quim Torra, pidió a los empresarios que den apoyo a la autodeterminación. "Os pido a todos los empresarios que estéis siempre al lado de los derechos humanos, políticos y del derecho de autodeterminación de Catalunya" dijo el presidente. La victoria de las candidaturas llamadas Eines de País en las elecciones a la Cambra de Comerç de Barcelona ha de servir, según algunos promotores, para transformar la institución en un instrumento de lucha por la autodeterminación. Por su parte, la Asamblea Nacional Catalana ha emprendido una iniciativa que bajo el título "Consumo estratégico" plantea, según dice su web "un conjunto de propuestas que tienen como único objetivo dar efectividad real a la proclamación de la República catalana ".
La autodeterminación es un objetivo político que nunca caerá del cielo. Efectivamente, requiere una movilización constante para conseguir una masa crítica partidaria suficiente y unas condiciones objetivas que la hagan viable, y esto solo lo hará posible una estrategia dirigida a sumar voluntades, no a restar. Centrándolo todo en el objetivo final, se corre el riesgo de ignorar los argumentos que lo justifican y las iniciativas que lo acercan y de desviar la atención de batallas concretas que necesariamente se deben afrontar sin esperar el objetivo final.
De hecho, el propio president Torra lo ponía de manifiesto en su discurso en el acto de Pimec: "Quisiéramos poder regular la electricidad y el precio de la luz, quisiéramos gestionar nuestros puertos y aeropuertos, acabar con el déficit fiscal, tener las infraestructuras que este país necesita y un corredor mediterráneo... "
Desde la perspectiva soberanista, conviene que los empresarios que no son soberanistas también jueguen a favor de la competitividad del país y quizás en la medida que se den cuenta que el Estado adopta una actitud hostil que perjudica sus intereses acabarán abrazando la causa soberanista. Ahora, si de entrada se fía todo a la autodeterminación, parece que no se resolverá ningún problema hasta que no llegue. Igualmente, si se identifica como algo inseparable de la autodeterminación la denuncia del caos de cercanías, por poner un ejemplo, se hablará mucho de autodeterminación y poco de trenes y de los desastres ferroviarios, con lo que quedará relegada la urgencia de mejorar el servicio. Y además, los perjudicados usuarios de la línea Barcelona-Puigcerdà que no sean soberanistas, si lo ven como un combate político monopolizado por el soberanismo, se desentenderán del asunto.
La autodeterminación es una reivindicació política de unos cuantos, mientras que resolver los problemas de cercanías, de los puertos y aeropuertos y programar las infraestructuras son cuestiones que afectan a todo el mundo. Son batallas que no pueden esperar, que se tienen que librar simultaniamente a cualquier reivindicación
Lo mismo se puede decir del Govern de la Generalitat. Se ha instalado en la opinión pública y ya es una constante en los programas de humor de la radio y la televisión la idea de que el Govern no hace nada, lo que seguro que es cierto en algunos casos pero también injusto para el trabajo que hacen algunos consejeros y que queda absolutamente ignorado, tapada mediáticamente por la omnipresencia del debate único. El consejero de Interior, Miquel Buch, me reivindicaba no hace mucho que en un año ha resuelto cuatro asuntos clave: Ha cerrado un acuerdo laboral con los bomberos, ha convocado 250 nuevas plazas, ha convocado también una nueva promoción de 750 Mossos de Esquadra y ha desatascado la incorporación de la policía catalana en el Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen organizado (CITCO). El consejero Puigneró intenta —en vano— que alguien entienda y valore la trascendencia de la Estrategia Blockchain de Catalunya, una iniciativa tecnológica innovadora, que difícilmente se abrirá paso mediático con lo fácil que resulta dar vueltas a la autodeterminación.
Cada institución tiene su papel. Prioritariamente el Govern debe gobernar y la Cambra de Comerç debe centrarse en abrir mercados y promocionar empresas. La reivindicación estrictamente política corresponde a los partidos y a las entidades de la sociedad civil que se organicen. La autodeterminación es una reivindicación política de unos cuantos, mientras que resolver los problemas de cercanías, incrementar la competitividad de los puertos y aeropuertos y programar las infraestructuras necesarias para las próximas generaciones son cuestiones que afectan a todo el mundo. Y son batallas que no pueden esperar, que se entregarán simultáneamente a cualquier reivindicación. No se trata de ganar la autodeterminación para que nos resuelva los problemas, sino al revés. En la medida que el país progrese, funcione mejor, el empoderamiento y la autoestima colectiva acercarán la autodeterminación, y si no, al menos habremos conseguido que los trenes lleguen a la hora, que no es poco.