"¿Con quién están los niños?" Es la pregunta que te hacen justo antes de salir al escenario para presentar cualquier acontecimiento, y es cuando te invade la culpa y te olvidas de andar bien recta. Te hacen trabajar como si no tuvieras y quieren que críes como si no trabajaras. Y en verano es como si no existiera que ellos no van a la escuela y tú no puedes hacer tantos meses de vacaciones. Por trabajo, viajo mucho, y la pregunta que más me hacen —ya sea en las redes o fueras de ellas— es: ¿Quién está cuidando a los niños? Tengo ganas de contestar que la perra. Pero contesto "mis padres". "¡Ah, vale, qué suerte tienes!" Su padre puede estar meses sin cuidar de ellos, pero no creo que nadie de su entorno le haga una pregunta parecida. Seguramente, por eso es así. Hombres educados en el dogma de que el trabajo es lo más importante y que ser un gran trabajador hace lícito que pases olímpicamente del resto. Mi padre también era así, solo de mayor se ha dado cuenta de que el tiempo ha pasado y que tanto trabajar no lo ha hecho más rico, sino más pobre en relaciones familiares. Al menos, intenta recuperar el tiempo perdido ayudándome todo lo que puede con sus nietos, aunque la figura clave sea mi madre. Sigo, sin embargo, sintiendo que mi éxito es a costa de chafar los sueños de otra persona. "¿Por qué ha dejado a los niños con nosotros para ir a los Premios Elle Gourmet?", me dice mi madre que le ha preguntado el padre. Cuando regreso, le contesto que cuando él hacía relaciones públicas se llamaba 'trabajo' y que cuando lo hago yo es 'divertimento'?

Es bien cierto que elegimos parejas que se parecen a nuestros progenitores y es importante aprender a dejar de llamar la atención de alguien que no te la sabe dar. A mi padre poco lo cambiaré, aunque siempre se puede educar. Lo que me preocupa es que mi hijo crezca con estas creencias. Verdaderamente, la atención es la mejor caricia que uno puede recibir. Vamos al cine a ver Inside Out 2, y antes de entrar, mi niño de seis años me dice que calle la boca. Supongo que alguien se lo ha dicho alguna vez y lo descarga a modo de espejo. Después de la peli me pide perdón.

Al final no se trata de tener a muchos hombres a tus pies, sino a un hombre a tu altura

Miramos el trozo de la Superbowl de Jennifer López y les explico el simbolismo de la canción "Let's Get Loud" y me emociono al explicarles todas las veces que me han hecho callar. En el documental, Jennifer López cuenta que en aquel momento Trump tenía a montones de niños y niñas parados en la frontera de México. No, no hablaré ni de su intento de asesinato ni de si habrá por fin una mujer en la Casa Blanca como presidenta y no como primera dama con looks a comentar. Les recuerdo a mis hijos la escena de Jasmine en la película de Disney (la versión con personas de carne y hueso) y como muchas mujeres están mucho peor que nosotros, porque les tapan la boca también físicamente. Pero si vamos callando y no compartimos o denunciamos las cosas, estas nunca cambiarán. A mí me gusta hablar durante el sexo, pero he tenido parejas que me han pedido que estuviera "calladita". Supongo que si oían mi voz, les desconcentraba en una fantasía en la que yo no era la protagonista. Al final no se trata de tener a muchos hombres a tus pies, sino a un hombre a tu altura. Es verdad que no puedes cambiar a las personas de tu alrededor, pero sí las personas que están cerca de ti. Cuando me he hecho mayor de edad es cuando he dejado de seguir a mis "novios" y he empezado a perseguir mis sueños.

¿Tantos actos y viajes te convierten en una madre ausente? Todos estos que hablan sin saber, no ven que el 85% de las veces soy yo quien los lleva y los recoge de la escuela y quien está siempre con ellos, y que estuve más de tres años renunciando a mi carrera. No pienso justificarme, porque esto me desgasta y les da la razón. Al final, para los demás puedo ser la mala o una superheroína, pero yo sé la verdad. Me he leído el último libro de la psiquiatra Marian Rojas Estapé, Recupera tu mente, reconquista tu vida, y está claro que una de las caras de la depresión también es cargarse de trabajo. Por eso para los hiperactivos el verano da miedo: porque te tienes que parar a pensar.

"En esta pareja de gays, uno hace de mamá (el que se queda en casa) y el otro trabaja". Esto es un clásico en boca de hombres de más de setenta. Lo que pasa es que estos roles ya se están diluyendo. Quería que mis hijos tuvieran una crianza "normal" y, precisamente, lo que se tiene que normalizar es la coparentalitat. A Papá, no te engañes, si has tenido éxito en la vida ha sido gracias a mamá. Y yo, en el fondo, también: gracias a mujeres que quieren ser Wendy y que se rompen para querer satisfacer a toda costa a todo el mundo (a pesar de pagar el precio de olvidarse de sí mismas). A mi hija le quiero enseñar que, igual que te explican en primeros auxilios de un avión que primero tienes que ponerte tú la mascarilla, aunque parezca egoísta, para poder salvar a los demás, en la vida es muy parecido. Porque quien poco cuesta, poco vale, y no poner límites no te hace mejor, te debilita. Pues no te cansas por hacer mucho, sino por hacer cosas que no te hacen bien ni te apetecen. Gritemos que "las cosas importantes son las que no lo parecen", como decía Rodoreda.