Quién fue primero, el dueño o el perro?; quién fue repelente antes?; quién se hizo primero un tupé?; ¿quién lleva los pantalones en casa?, y ¿quién es el dueño en realidad? Son grandes preguntas que los humanos nos hemos hecho desde tiempos inmemoriales y para las cuales todavía no tenemos respuesta. Con este artículo, intentaremos encontrar alguna (o no).
Siempre que camino por la calle, me cruzo con personas que pasean un perro, y es bien curioso, porque la persona siempre es idéntica al perro que pasea o viceversa: van peinados de la misma manera y tienen la misma expresión facial. No puede ser casualidad que se repita siempre este fenómeno y que todavía no haya encontrado ninguna excepción. También he observado que pasa lo mismo entre una pareja de humanos. Supongo que, como pasan muchas horas juntos, acaban mimetizándose. Todo eso me lleva a hacerme dos preguntas más: ¿es posible tener una pareja y pasar muchas horas juntos sin acabar siendo una copia el uno del otro?; y, si eso es inevitable, ¿quién renuncia a qué en esta mimetización? Tengo la impresión de que, más que responder a las preguntas iniciales, acabaré aumentando el número de preguntas y de dudas existenciales. Pero no nos desanimemos antes de tiempo y sigamos adelante. ¡Con ilusión!
Ahora hay mucha gente que se queja de que en las ciudades hay demasiados perros, pero, en cambio, les da igual que haya coches y motos ruidosas por todas partes que contaminan y les estresan. Este dato, cuando menos, es curioso. Supongo que vivir a un ritmo frenético y tener estímulos constantemente forma parte de su manera de ser y que, sin todo este estrés, no estarían tranquilos, porque, como todo el mundo sabe, a la cabeza se la tiene que distraer porque si no, piensa demasiado.
¿Es posible tener una pareja y pasar muchas horas juntos sin acabar siendo una copia el uno del otro?; y, si eso es inevitable, ¿quién renuncia a qué en esta mimetización?
Volvamos donde estaba. Esta gente opina que se ha traspasado el umbral de perro por metro cuadrado y que la convivencia entre humanos y perros está en peligro. Más que ver muchos perros por metro cuadrado, lo que realmente les molesta es que los perros se paseen por la calle con prepotencia y caguen en todas partes como si fueran los dueños de la ciudad. Pero parémonos aquí un momento, que se me han ocurrido dos preguntas más: ¿quién es el verdadero responsable de la prepotencia canina?; ¿es el ser humano tan prepotente como el perro que acompaña o ha adoptado una actitud sumisa para complementar la actitud del perro? Lo que vengo a deciros es: ¿creéis que el perro es uno impertinente porque su dueño lo ha educado con estos valores? Tengo que deciros que nunca en la vida me he encontrado un perro prepotente con un dueño sumiso, pero, en cambio, muchas veces sí que me he encontrado perros prepotentes o, todo lo contrario, cabizbajos y tristes, con dueños agresivos. No sé si es casualidad o no.
Ahora en serio, ¿a quién se le ocurre tener un perro en una ciudad? Lo máximo a que puede aspirar este perro es a estar encerrado en un piso y salir a pasear de vez en cuando en un entorno lleno de coches, ruidos y alquitrán. Os lo digo de buen rollo, pero me parece un acto un poco egoísta. Cuando pregunto a la gente por qué tiene un perro, la mayoría me dicen que los perros no te fallan nunca, que siempre están cuando los necesitas. No sé si meterme en este jardín (hay demasiadas personas que tienen perros). Supongo que deben pensar que es muy bonito tener a alguien, siempre al lado, que hace todo lo que quieres sin quejarse.
Nunca en la vida me he encontrado un perro prepotente con un dueño sumiso, pero, en cambio, muchas veces sí que me he encontrado perros prepotentes o, todo lo contrario, cabizbajos y tristes, con dueños agresivos. No sé si es casualidad o no.
Pero ahora ya es demasiado tarde para pensar en estas cosas y para tener ideales; ahora toca prepararse y buscar soluciones, porque en las ciudades pronto habrá más perros que personas, y eso significa que sus partidos políticos tendrán más votos que los nuestros y que gobernarán. Notaremos la diferencia, porque, cuando un perro hace una promesa, la cumple (no conozco ningún partido político humano que haga lo mismo). Si un perro alcalde promete que se podrá cagar y mear en cualquier sitio, lo cumplirá, y una ciudad llena de meadas y cagadas no la quiere nadie. Vayamos pensando en esto.