Los americanos (del norte) lanzaron un cohete al espacio en 1960, pero pocos minutos después de su despegue, el aparato explotó, algunos fragmentos cayeron sobre territorio cubano y, aparentemente, mataron a una vaca. El recién llegado Fidel castro lo aprovechó para montar un escándalo diplomático y, con gran poder de síntesis, Indio Solari describió la curiosa historia en Aquella solitaria vaca cubana. De nombre Rufina.

Fidel tenía una obsesión con las vacas, porque es también célebre Ubre Blanca, la que produjo en un solo día más de 110 litros de leche y demostró al mundo la potencia del castrismo. Y ganaba también en otras cosas. En hablar, por ejemplo. En 1979 dio un discurso de cuatro horas en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Y eso que antes de empezar dijo que sería breve. De hecho, lo fue, porque su récord son 10 horas ante la Asamblea General del Partido Comunista de Cuba. Una buena táctica para dormir a posibles enemigos.

Cory Booker ha batido el récord del discurso más largo de la historia del Senado con una intervención de más de 25 horas

Sin embargo, no hay régimen ni imperio que dure toda la historia y ahora, como con la leche de las vacas, le ha salido un competidor: el senador demócrata estadounidense Cory Booker. El hombre ha batido el récord del discurso más largo de la historia del Senado con una intervención de más de 25 horas en contra de las políticas de Donald Trump. Eh, y de pie y sin ir al baño, como marca el reglamento. El récord lo tenía desde 1957 el republicano Strom Thurmond, un segregacionista que estuvo 24 horas y 18 minutos hablando por intentar bloquear la aprobación de la Ley de Derechos Civiles.

Thurmond lo hizo con la reconocida y legal práctica del filibusterismo parlamentario para dilatar debates, pero no fue el caso de Booker. El demócrata sencillamente quería llamar la atención sobre el peligro que significa Trump para los americanos (del norte) y para el mundo en general. Ah, y para dar moral al Partido Demócrata. Un poco al estilo, si no puedes jugar bien, al menos ponle épica y esfuerzo. El Gavi de Xavi, para entendernos.

El caso es que el senador, de 55 años, tomó la palabra a las 7 de la tarde del lunes con la promesa de que seguiría mientras le fuera “físicamente posible” y siguió hablando hasta las ocho y cinco minutos del martes; más o menos mientras —hora local— el Madrid se clasificaba para la final de Copa. Booker cargó contra los recortes en gasto público ideados por Elon Musk, criticó las políticas migratorias de Trump, leyó el testimonio de personas damnificadas por el nuevo Gobierno… y también habló de temas distendidos para dejar correr el reloj. Cuando le comunicaron que había superado el récord, se emocionó y siguió hablando unos minutos más, hasta que reconoció que tenía que lidiar con “algunas urgencias biológicas”.

He preguntado cuál es el récord del Parlament. Yo recordaba, y merecen un homenaje, a Josep Maria Pelegrí Pelegrí y Lídia Santos, que en plena votación del Estatut, mientras CiU y el PSC todavía negociaban (porque Duran i Lleida no aceptaba la laicidad en la enseñanza), fueron alargando su turno de palabra, incluso con un cierto flirteo, aseguran las crónicas, cosa que llevó a Ernest Benach a pedir que se centraran en el debate. Pero la respuesta que me hace llegar el eficiente responsable de prensa Pep Escudé es que el discurso más largo que los transcriptores y el propio Escudé recuerdan fue el 24 de febrero del 2005, en el debate sobre el derrumbe del Carmel. El entonces conseller Quim Nadal, nuestro Fidel de las subordinadas, estuvo hablando 2 horas y 49 minutos. De las 11:06 de la mañana hasta a las 13:55. Ni el listín telefónico de Jordi Pujol.