Me he pasado más de 4 meses poniéndoseme la máscara de gas en Hong Kong haciendo un documental sobre los enfrentamientos entre la policía y activistas prodemocracia. Ahora, en Barcelona, me tengo que volver a poner una mascarilla por una amenaza que me da más miedo que los gases lacrimógenos, las balas de goma o los cócteles Molotov: cómo gestionan nuestros políticos el coronavirus. Si lo sé, me quedo en Hong Kong.

No es casualidad que Hong Kong se haya convertido en un modelo por su capacidad de contener la pandemia. Su población tiene muy presente y se ha movilizado para evitar repetir la pesadilla de la epidemia del 2003. A nivel mundial, el SARS o síndrome respiratorio agudo grave infectó a más de 8.000 personas y mató a 774, incluidas 299 en Hong Kong. Hoy el coronavirus está controlado y, a pesar de estar en China, han sufrido sólo 4 muertes y 167 casos confirmados.

Estos días hemos visto en la prensa informaciones que aseguran que el Covid-19 ya es más mortal que la gripe común. Selina Cheng, una periodista de Hong Kong, me ha dicho esta mañana que este titular hacía dos meses que lo habían publicado en Oriente. Todos los asiáticos que conozco, amigos y colegas de profesión, no paran de preguntarme por qué los occidentales lo estamos haciendo tan mal con la crisis del coronavirus y estamos actuando, en general, de forma tan irresponsable.

Es curioso como hemos pasado del "No os preocupéis, es prácticamente una gripe, sólo os tenéis que lavar las manos frecuentemente, no hace falta el uso de las mascarillas", a la situación tan dramática que ya estamos viviendo en centros médicos al límite del colapso y personal sanitario en primera línea desprotegido y haciendo selecciones, como si se tratara de una guerra, decidiendo a quién vale la pena intentar salvar y a quién no.

¿Qué tendríamos que aprender de los últimos meses, semanas de incoherencia, ineptitud y una serie de decisiones que muchas veces no tienen ningún sentido, son insuficientes o llegan tarde? ¿Servirá esta mala gestión para pedir de una vez responsabilidades?

Espero que cada víctima del coronavirus se recuerde como el resultado de nuestros gobernantes ineptos. Pero no para que recaigan en la conciencia de los políticos, sino que pese en la responsabilidad que tenemos como ciudadanía 

Estamos en manos de unos líderes muy incompetentes. El coronavirus era un tsunami a la vuelta de la esquina, Italia estaba en la peor crisis sanitaria de los últimos años y aquí hemos sido incapaces de reaccionar a tiempo. Hacía semanas que los médicos italianos nos advertían de lo que estaba por llegar. No han parado de repetir que el coronavirus "no era una simple gripe" y que los hospitales estaban colapsados por falta de equipamiento de protección para los sanitarios (falta de respiradores, mascarillas...) y que, a pesar del confinamiento, había gente joven enferma en los hospitales. Incluso han llegado a decir que la situación los obligaba a hacer "medicina de selección" porque no paraban de llegar pacientes en una situación muy grave. ¿Era tan difícil escuchar la voz de los médicos italianos y empezar a prepararse para lo peor? Pero no sólo escuchar a Italia, sino preguntar o seguir los consejos de China, Corea del Sur, Singapur o Hong Kong, donde ya han conseguido parar y estabilizar el virus.

May Ying Lam, fotoperiodista americana hongkonesa, me comenta: "Occidente lo tendrá difícil. No puede utilizar medidas autoritarias como China, pero tampoco tiene la disciplina colectiva que la gente de Hong Kong ha demostrado". Activistas de Hong Kong también me dicen lo mismo: "Aquí hace tiempo que no creemos en nuestro gobierno. Tenemos que ser nosotros los que hagamos lo necesario para protegernos del coronavirus". Al principio de febrero, personal sanitario de Hong Kong entró en huelga para pedir al gobierno que cerrara fronteras con China, forzara cuarentenas para aquellos que entraban de zonas afectadas por el coronavirus y exigían un mejor equipamiento sanitario. Después de cinco días, el gobierno respondió. Mientras tanto, Madrid, el principal foco de coronavirus en España, sigue abierto, cuando por responsabilidad tendría que estar cerrado, como China bloqueó Wuhan, o bien cuando la Generalitat de Catalunya decidió aislar Igualada.

Es cierto que el gobierno catalán ha reaccionado antes que Pedro Sánchez y compañía, sin embargo, también han llegado tarde. La administración catalana y española han seguido "informando" sin transparencia y no han equipado como es debido a aquellos que tienen que estar en primera línea luchando contra el coronavirus: el personal sanitario o el personal de limpieza que hace tareas exhaustivas de desinfección. Hace nada más dos días aparecían fotografías del metro de Barcelona en las que desinfectaban sin mascarillas. Totalmente incomprensible. ¿Queréis saber qué pasará y la realidad del coronavirus? Sólo hace falta mirar datos de Italia o ver los errores y qué ha funcionado contra el Covid-19 en Asia. Preocupa ver que casi estamos como Italia y no estamos aprendiendo nada de países como Hong Kong o Corea del Sur.

Aquí finalmente los hospitales dan voz de alarma y denuncian una situación en el ámbito personal o por las redes sociales: "Faltan respiradores, camas, mascarillas, material de protección". "Estamos asustados por como el virus se está propagando y como se están multiplicando el número de enfermos". "La presión y estrés es muy grande y sabemos que la situación será mucho peor", me explicaba un amigo doctor.

Escribo mientras veo a Pedro Sánchez en un Congreso de los Diputados prácticamente vacío. Qué imagen más patética. Muy representativa de cómo seguimos haciendo ver que la situación no es tan crítica y seguimos sin tomar decisiones necesarias. Vivimos en un país donde los gobiernos han rescatado la banca pero han recortado la sanidad. Y ahora, cuando se tiene que rescatar al país de verdad, son incapaces de actuar.

Ahora mismo sólo puedo pensar en cuántas muertes se habrían podido evitar si se hubiera reaccionado a tiempo. Espero que cada víctima del coronavirus se recuerde como el resultado de nuestros gobernantes ineptos. Pero no para que recaigan en la conciencia de los políticos, que no tienen, sino que pese en la responsabilidad que tenemos como ciudadanía. Nosotros tenemos el poder de decidir si queremos que vuelvan a mandar.

 

Raúl Gallego Abellàn, reportero global