Hace tiempo, más del que apunta el calendario oficial, las relaciones entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo están finiquitadas en lo institucional, en lo parlamentario y desde la Moncloa, sede de la presidencia donde Feijóo fue el primer líder de la oposición que rechazó acudir a la ronda de investidura de Sánchez. Ni lo llamó presidente, ni lo reconoció en el enclave del poder ejecutivo. La dinámica Gobierno-oposición, en posición activa de guerra, se materializa en forma de querellas a varias bandas. No va a ser fácil seguir el rastro de todas. A las de Génova 13 se suman las de Isabel Díaz Ayuso, que de momento van teniendo más oxígeno en la vía judicial con el jefe de Gabinete, Miguel Ángel Rodríguez (el polémico MAR), dando buena cuenta de los adelantos de las resoluciones favorables al PP. La escalada del ‘vais a ir todos pa’lante’ de MAR ha hecho pleno en el Tribunal Supremo. Ya lo había hecho antes con el auto del TSJ de Madrid dando vía libre al juez Juan Carlos Peinado. Si continúa la investigación a Begoña Gómez, él lo adelanta. Si imputan al Fiscal General del Estado, él también lo adelanta. De ahí que genere inquietud en el PSOE que coloque a Pedro Sánchez en su última diana.
No son pocos los expertos y juristas que ven en el auto del juez Manuel Marchena y otros cuatro magistrados una argumentación sin el fondo argumental que requiere una resolución de tal calado. Apuntar a la cabeza del ministerio público requeriría una cadena de indicios probados suficientemente sólida para despejar la tentación de la banalidad judicial o intencionalidad política. La unanimidad de los cinco magistrados que dedican seis páginas a recordar la necesidad de blindar las imputaciones. Y conscientes de que su decisión debería conllevar la dimisión de Álvaro García Ortiz (por decoro y por higiene en la cadena de mando), de los treinta fiscales que tuvieron en su bandeja el correo electrónico humeante de la pareja de Ayuso solo dos merecen ser investigados, sin más indicios que haberlos solicitado para corregir el bulo original.
En pleno cruce de querellas, la oposición se agarrará a la primera donde vean que tiene agarre en Sánchez
El origen fue desmentir la falsedad que difundió el propio MAR, un ofrecimiento de acuerdo por parte de la Fiscalía a Alberto González Amador que no fue tal. El desenlace ha sido el intento de descabezamiento de la Fiscalía consumado en la imputación. El PP de Madrid apuntó y en Génova exhiben la cabeza como trofeo nacional. De fondo, el recuerdo y el escalofrío del PP de la ejecución y caída de Pablo Casado, el penúltimo que se atrevió a denunciar los contratos de mascarillas del hermano de la presidenta.
Mientras el juez Juan Carlos Peinado abre varias vías de investigación a Begoña Gómez y el Supremo sopla a favor de Ayuso, la intentona de Génova 13 ha hecho aguas. La querella por financiación ilegal contra el PSOE se ha archivado en menos de una semana por parte del juez Santiago Pedraz. Hace una semana el juez Ismael Moreno, instructor del ‘caso Koldo’ archivó otra de Manos Limpias contra José Luis Rodríguez Zapatero por los mismos motivos. Los recortes de prensa que sí alentaron el caso de Begoña Gómez han sido insuficientes para calar en la Audiencia Nacional.
Más allá del fuego cruzado, el problema del gobierno es la causa que acaba de escalar como ‘caso Ábalos’. Por alguna razón, el PP prefiere hablar de la mujer y el hermano de Sánchez. Dos causas donde los agentes de la UCO no ven fondo, mientras llevan a gala llevar el volante de la investigación al trío Aldama-Ábalos-Koldo. En pleno cruce de querellas, la oposición se agarrará a la primera donde vean que tiene agarre en Sánchez. Al margen de las responsabilidades políticas, que las hay, ninguna causa está ahí. Pero hay otra competición por ver quién llega antes ahí, la de Feijóo y Ayuso. Mientras al PP le archivan querellas, Ayuso las va encajando. Si en esta refriega sigue avanzando la presidenta, entonces también saldrá debilitada la dirección nacional.