El riesgo cero no existe. Pero tampoco hace falta jugar demasiado a menudo a la ruleta rusa para poner a prueba esta frase y reconvertirla en aquella otra que dice: "no pasan más desgracias porque Dios nuestro señor no quiere" (y donde dice Dios, como siempre, puede poner Alá, Buda, Yahvé, Krisna, Jah o el Monstruo del Espagueti Volador-MEV).
Y en la línea R16, la de Tortosa, hace demasiado tiempo que tentamos la suerte. Tanto, que la única posible discusión sobre el servicio ferroviario que perpetran allí ADIF y RENFE es si estamos ante un desastre o ante un puto desastre.
Pero algún día de los muchos en que se paran los trenes en medio de la nada por culpa del lamentable estado de la infraestructura, pasaremos del cabreo a alguna cosa más. Algún día, algún pasajero tendrá un problema. O más de uno (de pasajeros y de problemas). Y, entonces, ¿qué? ¿Harán como con el accidente del Álvia? ¿O como hicieron con el del metro de Valencia? ¿Sí? ¿También lo intentarán tapar?
De momento, lo que intentan tapar es lo que está pasando ahora. Este lunes mismo, Carme Gaseni (usuaria en twitter @kgaseni) y que estaba en el tren que quedó parado en ningún sitio, tuiteó una foto donde se veía unos vigilantes de seguridad pidiendo la acreditación de prensa a un fotógrafo que estaba haciendo su trabajo. Ante las quejas, la respuesta desde la cuenta oficial de RENFE fue que ellos no esconden nada. Seguramente es así pero, ¿tienen alguna explicación a esta repugnante actitud? ¿Los vigilantes de seguridad estaban allí velando por la seguridad de la gente o para impedir trabajar a los periodistas? ¿Este es su protocolo de actuación? ¿Piensan ofrecer alguna explicación? ¿Y pedir disculpas?
Y, como lo tenemos todo tan resuelto y todo funciona tan bien, podemos perder el tiempo con el incalificable vodevil de la línea de La Pobla. Una vergüenza tan patética que supera en caspa toda la trayectoria de José Luís Moreno. ¡ENTERA!
Resulta que el tren entre Lleida y La Pobla de Segur lo opera Ferrocarrils de la Generalitat, pero dos kilómetros del trayecto transcurren por vías propiedad del ministerio de Fomento. Y resulta que por estas vías sólo pueden pasar trenes que pertenezcan a empresas que son Sociedades Anónimas. Y FFGG está haciendo los trámites para serlo, pero todavía no lo es. Resultado: un maquinista de la Generalitat conducirá el tren durante 80 kilómetros y uno del Estado hará los 1.927 metros restantes. ¡Soberbio!
Pero lo mejor de la bromita es que la Agencia Estatal de Seguridad Ferroviaria, responsable de la cosa, añadió a este requisito otros tan sensibles para el buen funcionamiento de los trenes como el color de la señalización de los lavabos en los vagones o el tipo de sonido del silbato del tren. Eso sí, hizo la vista grande con otros temas. Resulta que cada tren tiene que hacer 5 mil kilómetros antes de recibir el permiso para circular. Pero el tramo en cuestión, como ya ha quedado dicho, es de 1.927 metros y eso habría querido decir que para poder cumplir la certificación, tendría que haber hecho el trayecto 1.250 veces. Al final lo dejaron estar en 250 km y seis días de ir arriba y abajo. ¡¡¡FINÍSIMO!!!
Pues nada, cuando la Agencia Estatal de Seguridad Ferroviaria pueda dejar de lado cosas tan importantes como el tono del silbato de los trenes de La Pobla y tenga un momentito, quizás podrán empezar a preocuparse por lo que está pasando a la línea del Ebro. Si hombre, es esta que, casualmente, denominan Eje del Mediterráneo porque une Europa y la zona española con más población y desarrollo económico. Sí, por una sola vía, pero los lavabos de los trenes están marcados con el color que toca y así no hay terribles confusiones.