El tiempo suele ser el mejor juez. Suele llegar tarde, pero llega. Y quita y da razones. Cuando una persona se mueve sin más interés que la convicción en aquello que cree, con su conciencia limpia, y sin embustes, puede soportar los injustos embistes de quienes tratan de tumbarle por el camino. Mantenerse en pie no resulta sencillo, pero a la larga, es gratificante. Porque cuando se busca la verdad, no hay más grande recompensa que que esta salga a la luz. Y lo hace, de las formas más inesperadas, pero con contundencia.
La amnistía ya está aquí, después de años de terribles luchas, mentiras, atroces campañas de acoso, violencia, mentiras, presión y miedo. Y la amnistía, que se muestra como herramienta de reconciliación en democracia, para reubicar en la vía política la resolución de conflictos que nunca debían haber salido de ese ámbito, también viene a suponer el reconocimiento de que las atrocidades que se han hecho han quedado finalmente fulminadas.
Quedarán amnistiadas personas que han tenido que sufrir un auténtico calvario, acusadas de atrocidades que no hicieron; señaladas, vilipendiadas, perseguidas, injuriadas. Gentes que han pasado noches sin dormir, angustia, terror y la ansiedad de saber que lo que estaban sufriendo era injusto y no tenía fundamento realmente justificable. La amnistía viene, en definitiva, a tratar de cerrar unas enormes heridas que se han cometido fundamentalmente por el abuso por parte de distintos poderes que se sentían absolutamente impunes y que creían no tener límites a la hora de aplastar a lo que considerasen "su enemigo".
La amnistía viene, en definitiva, a tratar de cerrar unas enormes heridas que se han cometido fundamentalmente por el abuso por parte de distintos poderes que se sentían absolutamente impunes
Ha llegado el momento en que tocará hacer un repaso de todas las burradas llevadas a cabo por medios de comunicación, jueces, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, políticos, y ciudadanos que se han creído estar por encima de todo para mentir, acusar, insultar, censurar y perseguir a quienes no podían rebatir desde los argumentos y la realidad sincera.
El tiempo también nos trae noticias como la que este fin de semana publicaba El Confidencial: "Un estudio revela la alta probabilidad de que el covid-19 saliese de un laboratorio". Una divertida manera de venir a contarle al personal lo que algunos llevamos años investigando y confirmando, con fuentes directas. Y que, por hacer nuestro trabajo, hemos sido insultados, calumniados, censurados y apartados bajo etiquetas de "conspiración". De la misma manera que fuimos atacados y perseguidos por dar voz a los soberanistas catalanes y denunciamos las aberraciones que contra ellos se estaban cometiendo.
Ahora, sale de una caja de Pandora, casi como si fuera por arte de magia, algo que llaman "nuevo estudio" que apunta a un origen no natural como la fuente probable del coronavirus que tuvo al mundo en vilo. ¿Será esta la vez en que se le cuente al común de los mortales que lo que hemos vivido los últimos años tuvo su origen en un laboratorio de Wuhan que operaba con financiación de Estados Unidos, en un proyecto de investigación que se dedicaba a jugar al Doctor Frankestein con el virus del SARS-COV? ¿Le contarán los medios oficialistas a sus lectores que la mal llamada pandemia en realidad responde más a una suerte de prueba de guerra bacteriológica? Quizás ahora, para el relato que algunos quieren sostener, ese que nos pretende empujar a una guerra contra Rusia, sea el momento de decir alguna verdad. Pero sin duda, si lo hacen, no será por el ánimo de cumplir con su conciencia, sino por algún interés que más bien tenga que ver con la necesaria inversión en la industria armamentística.
¿Le contarán los medios oficialistas a sus lectores que la mal llamada pandemia en realidad responde más a una suerte de prueba de guerra bacteriológica?
Hemos entrevistado hace más de un año a Andrew Huff, el que fuera vicepresidente de EcoHealth Alliance, militar norteamericano y experto virólogo, que vivió en primera persona lo que en el laboratorio de Wuhan sucedió y lo denunció ante el Congreso de los Estados Unidos. Nadie nos hizo ni caso, y él advirtió de todo lo que ahora va saliendo a la luz. No se atrevieron a contarlo cuando había que inflar a las farmacéuticas, porque esa fase ha resultado ser un verdadero fiasco. Aunque todavía se niegan a reconocerlo.
Eso sí, esta semana también hemos visto cómo aparece ya alguna noticia, como la punta del iceberg, donde se reconoce que el ministerio de Sanidad en un informe, no descarta la relación entre la inoculación de la "vacuna" contra el covid y el accidente que Christian sufrió, y le dejó tetrapléjico. Hace también más de un año que entrevistamos a Christian y que denunciamos las irregularidades que se habían cometido a la hora de inocularle. Y como él, a tantísimas personas afectadas que siguen buscando respuestas ante las acusaciones y etiquetas injustas de "negacionistas", "antivacunas", o "conspiranoicos".
Nos cuentan esta semana, también, que más de dos millones de personas en España sufren los efectos del llamado "long covid" o "covid de larga duración". Una manera, según algunos expertos, de tratar de cubrir con un enorme manto, lo que bien podrían ser efectos derivados de las inoculaciones, de las que nadie se atreve a señalar oficialmente. Llama la atención que nadie quiera poner de manifiesto cuántas de estas personas han sido inoculadas, al menos una vez, y cuántas no han recibido ninguna dosis. Porque sería ciertamente revelador.
Avisamos en su momento de las atrocidades cometidas con nuestros mayores en las residencias. Denunciamos constantemente, una y otra vez, que fueron los protocolos aplicados contra ellos los que habían acabado con sus vidas, y no un "virus" como nos quisieron hacer creer. También se nos acusó de ser conspiranoicos y de decir barbaridades. Lo dijimos basándonos en informes, en análisis de expertos que, como Joan Ramon Laporte, denunciaron todo esto ante la comisión del Congreso de los Diputados. Le acusaron a él de negacionista y le silenciaron. Ahora, se revela que en Madrid, se podrían haber evitado más de 4.000 muertes de personas que fueron maltratadas por la aplicación de unos "protocolos" absolutamente inhumanos.
Denunciamos que la imposición de las mascarillas no tenía base científica alguna para prevenir contagios por virus, que además las que se estaban utilizando eran absolutamente inservibles. Hoy sabemos del enorme negocio que, a nuestra costa, ha servido para llenar los bolsillos de una enorme trama que nos colocó mascarillas que no cumplían con los mínimos criterios de seguridad ni de calidad. Miles de millones de dinero público derrochados para terminar en los bolsillos de los que formaban parte de toda esta estafa.
Otra más. Y algunos, todavía pretenden seguir cancelándonos, silenciándonos e insultándonos cuando las evidencias están ya sobre la mesa. Lo que les hemos contado, a pesar de los ataques recibidos, era verdad. Tenía respaldo y fundamentos. Y lo contamos porque había que hacerlo, por conciencia y por la única razón de decirles lo que sabíamos. Cumplir con nuestra obligación era el único motor que nos movía. Y el tiempo nos demuestra que teníamos razón.
Amnistía, virus de laboratorios, experimentos de las farmacéuticas, negocios a costa del miedo, muertes por protocolos inaceptables, son la muestra de que es necesario y fundamental estar alerta, no callarse, y mantenerse firme a los ataques. Y de paso, dicho sea, también, el agradecimiento a medios como este, que han dejado siempre una ventana abierta para poderles explicar la información que hemos ido recabando y que, sin duda, ha sido de utilidad para quienes han querido tomarla como punto de partida para descubrir, por ellos mismos, la enorme cantidad de mentiras que hoy se confirman. Ojalá sirva para que no nos las vuelvan a colar.