- "A que no te atreves a soltar que TV3 se tiene que españolizar"?" Dice uno...
-"Y qué te juegas a que lo digo y se habla días y días? Contesta el otro...
Seré una desconfiada y una descreída, pero no me trago que esta semana haya sido horribilis para Jordi Évole, ni que la supuesta élite tuitera independentista lo haya hecho horripilar, ni hecho sufrir ni siquiera un poco. Él y Ustrell, el sábado de la semana pasada, más bien parecían haber hecho una apuesta de trepadores traviesos, con riesgo calculado y en el esfuerzo constante de hacer subir el techo de audiencia.
Y por cada diez tuiteros que protestan, grito de "chupito" en la taberna. Y si es vídeo o artículo de firma, página en gran diario y programa casposo donde hacerse la víctima, y toda una botella de güisqui escocés o irlandés. Ironías de la enología y del paladar, no es nada frecuente que las élites del periodismo de morro fino se decanten por los destilados con carga ideológica incorporada.
Una ironía adicional es que eso de españolizar tiene también un fuerte contenido regional. Sin remontarme a los Reyes Católicos y la farsa del "tanto monta, monta tanto" la raíz imperial de españolizar viene de Castilla, mucho antes de que España se empiece a reconocer de forma precaria, sesgada y terrible en las guerras napoleónicas. Carmen, que definitivamente no es la de Merimée, se frivoliza sin embargo el siglo pasado con folclóricas vestidas de "faralaes", mientras ahora se impone un panmadrileñismo de Betty Boop insaciable en sus hileras de banderas a lo Trump, hospitales inútiles y venta al por mayor de casas y edificios a los fondos buitre que se acaudalan cerca del Manzanares con los adiestradores de las gaviotas enharinadas.
Españolizar es también eso: bajar un peldaño en identidad, malvender y perder cultura propia, y maltratar la lengua
¿Había que levantar un muro compacto de rechazo, denuncia y contención en la astracanada envenenada de quien hace hoy el trabajo de la Lola Flores de nuestro tiempo? Sí, claro está, y lo han hecho muy bien Octuvre.cat, Albano Dante, Pilar Carracelas y Jordi Graupera... La causa de las causas de todo lo que afecta a nuestro equilibrio y nuestra salud, también la mental, es siempre política. Y más si alguien se toma seriamente las boutades periodistas en busca de empatía y solidaridad cuando ellos no han estado demasiado espléndidos cuando tocaba dar apoyo a compañeras y compañeros suyos con problemas profesionales mucho más serios.
Hay responsables de todo, como dice Jordi Graupera, y como ha habido siempre. Pero estoy de acuerdo que "todo ha ido empeorando porque tevetrés ha escogido el camino de menos resistencia a quien más violencia le podía hacer —España y sus juzgados, sus periodistas, etc.—. Es un movimiento reflejo que imita lo que han hecho los políticos."
Y así estamos, en manos de bocazas "folloneros" que pronto tendrán programa propio en la corporación catalana de medios, sin que Ustrell se desprenda de ninguno. Quizás porque de hecho, españolizar es también eso: bajar un peldaño en identidad, malvender y perder cultura propia, y maltratar la lengua. Perderse en los vacíos oscuros de un madrileñismo españolista en construcción sobre un plano bien antiguo que solamente ha conocido la voluntad de conquista, dominación y devenir imperio como única rosa de los vientos.