Sacudida importante al atletismo municipal al inicio de la carrera BCN 2019. El anuncio de que el conseller Ernest Maragall será el posible candidato de la formación republicana ha cogido a la ciudad en medio de las fiestas patronales. Quién sabe si el próximo año la Mercè verá a un nuevo alcalde, alcaldesa o, quizás, continuará la misma.
Los atletas de las formaciones políticas preparan la táctica. La última en saberse, la del plusmarquista francés Manuel Valls. El resto de formaciones se apresuran a configurar propuestas que permitan gobernar en un ayuntamiento muy fragmentado desde las últimas elecciones. En esta carrera tenemos nuevos corredores de relevos, los de las Primàries Republicanes impulsadas por el lanzador de martillo Jordi Graupera, con el himno de fondo de una lista conjunta. Una carrera de obstáculos que el próximo 26 de mayo del 2019, justamente dentro de 8 meses, verá la llegada.
Pero esta edición pierde uno de los corredores más preciados, a Alfred Bosch. El corredor de fondo que pasa el testigo en la carrera municipal: "Me voy para ganar. No yo, sino el proyecto". Estas fueron sus palabras.
Una larga trayectoria
Sería fácil, la semana de su renuncia, hablar de la figura de Alfred Bosch desde la vertiente política al frente del partido republicano en el Ayuntamiento de Barcelona. O de la etapa en el secretariado de la Assemblea Nacional Catalana. O de la etapa como diputado en las Cortes españolas. O de la tarea en la candidatura para conseguir los preciados Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 o del papel que tuvo como responsable de la Olimpiada Cultural.
Pero prefiero hablar de Alfred Bosch como persona. El licenciado en Filología y Letras por la Universitat Autónoma de Barcelona y doctor en Historia por la Universitat de Barcelona, donde destaca su tesis (ahora que está tan de moda) Nelson Mandela, el último Hombre-Dios. Habla seis idiomas y es un apasionado por las letras, con una nutrida obra como escritor con varias novelas, narraciones y ensayos. El docente de universidades de medio mundo: Londres, Chicago, Washington, Ibadan (Nigeria) o Witwatersrand (Sudáfrica). O el corresponsal de guerra, durante los ochenta y noventa, en conflictos en Sudáfrica, el Oriente Próximo, Europa del Este, Vietnam, África Oriental, Irán o Bosnia.
Siempre situando el bien colectivo por delante del personal. La gente primero, él después
Pero por encima de todo eso, os quiero hablar del Alfred amante de la historia. Y es que fue la memoria histórica la que me llevó a conocerlo ahora hace casi 5 años.
Es bien sabido que hace años que lucho por recuperar la dignidad de aquellos a quienes se les expolió durante la Guerra Civil y el franquismo. Y es eso lo que me llevó a Alfred.
Cuando escribes unas palabras en público sobre otra persona, reconozco que es difícil encontrar el listón sincero basado en la proximidad. Intentaré explicarme.
Hombre de cara serena, mirada profunda, amable, afable, tranquilo e inteligente como pocos, amante de la ciudad de Barcelona, de sus barrios y de su gente. Defensor de género y de la multiculturalidad esencia de su Raval y del espíritu de su Ciutat Vella. Amante de la Barcelona amurallada de callejuelas, placitas y rincones, impregnada de historia, de leyendas, de derrotas y victorias, que nos recuerdan su nombre.
Y yo os quiero hablar de este Alfred. El Alfred amante de la memoria y la historia. Recuerdo que le explicaba toda la tarea hecha desde las entidades memorialistas en el país, sobre todo de la nuestra, la que lucha por abrir fosas y recuperar a los desaparecidos. Él me recordaba que la memoria es una cuestión de país, un pilar fundamental de una nación. Palabras desde el conocimiento, el entendimiento y el respeto. Palabras que me llevaron a los meses previos a las elecciones municipales del 2015. Allí conocí a Alfred candidato a la alcaldía de Barcelona.
El alcalde de la ciudad
Recuerdo que, cada día, recorríamos distritos y barrios de la ciudad, calles que yo, aunque hacía 14 años que vivía en Barcelona (esas cosas que comporta enamorarte de una barcelonesa) nunca hubiera pensado que existían. Desde Torre Baró a la Marina, desde Sarrià al Poblenou, pasando por el Guinardó, Fort Pienc, Poble Sec o la Barceloneta. En cada lugar, una parada. En cada lugar, una historia y en cada lugar, su gente. Siempre había tiempo para hablar con todo el mundo, para agradecer las felicitaciones de algunos, pero sobre todo para escuchar las exigencias de los otros, requerimientos que Alfred apuntaba religiosamente en su agenda. Siempre situando el bien colectivo por delante del personal. La gente primero, él después. Atento con todo el mundo y anotando las propuestas de mejoras para la ciudad que proponía la gente en cada barrio. Un trabajo incansable para construir una alternativa sólida. Una etapa llena de ilusión y esperanza para alcanzar los cambios sociales necesarios para solucionar los problemas reales de la ciudad.
El objetivo tiene que ser ganar y seguir trabajando para hacer de los municipios y ciudades la base de la República. Para hacer eso, Alfred Bosch ha hecho un gesto que demuestra una grandeza y una generosidad poco vistas en política
La renuncia al anhelo
Claro y sincero. Se va porque hay momentos en la vida que por responsabilidad es necesario tomar decisiones que van más allá de los anhelos personales. Pasa el relevo a aquel que cree que puede acercarse más a gobernar Barcelona, Ernest Maragall. Otro corredor de fondo e incansable luchador, comprometido con la tan deseada República Social Catalana. Un gesto a la altura de pocas personas. Generosidad en su máxima expresión, digna de aquellos caballeros que seguro que ha escrito en alguna de sus obras literarias. Un paso al lado para hermanar y abrazar aquel que cree con mejores condiciones para ser el alcalde de la ciudad.
Barcelona, capital de la República
El 26 de mayo la carrera BCN Municipales 2019 tendrá un ganador. Lo ocuparán unos u otros, juntos o separados, con primarias o sin, pero hay que conjurarse para que Barcelona sea la capital de la República Catalana.
El objetivo tiene que seguir siendo el mismo, ganar en Barcelona. Ganar en todas partes y seguir trabajando para hacer de los municipios y ciudades la base de la República. Para hacer eso Alfred Bosch ha hecho un gesto que demuestra una grandeza y una generosidad poco vistas en política. Hay que aprovechar la experiencia y el conocimiento para mejorar todavía más la propuesta para Barcelona. Una ciudad inevitablemente ganadora y republicana.
Alfred Bosch personifica los valores que tendrían que regir el noble ejercicio de la política y del servicio público. Y es por este motivo que he querido escribir estas palabras sinceras y empapadas de sentimiento. Y así quiero que se entiendan, lejos de partidismos.
Seamos generosos, queramos a todo el mundo, abracémonos. Hagámoslo con los valores que nos han enseñado. Perseverantes y humildes. Firmes. Hacemos que Barcelona sea sinónimo de República.
Alfred, no olvido las charlas que hemos hecho juntos por toda Barcelona para hablar de memoria y estoy seguro de que haremos muchas más.
Hacemos de la pasión por la memoria, nuestra historia.