En los últimos años, el sector audiovisual ha estado inmerso en un proceso de cambios y reconversión fruto de la digitalización. La oferta se ha incrementado de manera extraordinaria. Y eso implica, obviamente, ventajas indudables, pero también retos muy grandes. Especialmente en relación con la presencia de la lengua catalana en el audiovisual y con la existencia de un sistema de medios propios con una mirada nacional. Retos que tienen también los demás países europeos en sus respectivos ámbitos.

Además, la crisis sanitaria por el coronavirus ha impactado también fuertemente en el sector audiovisual. La pandemia no ha sido una crisis disruptiva, sin embargo, sino que ha acentuado unas tendencias que ya se podían ver antes, como la tendencia a la plataformización. En solo un año, por ejemplo, las plataformas OTT de pago han duplicado las suscripciones.

Con todo, la pandemia ha reforzado la importancia y la centralidad del servicio público audiovisual. En toda Europa, ha aumentado la confianza en el sistema público audiovisual, y los medios públicos han disfrutado de un aumento muy importante de sus audiencias, especialmente de los informativos, y de su impacto social.

La pandemia ha supuesto una oportunidad para los medios públicos para su relanzamiento como herramienta vertebradora de la sociedad

Así pues, la pandemia ha supuesto una oportunidad para los medios públicos para su relanzamiento como herramienta vertebradora de la sociedad. Unos medios que son uno de los pilares estratégicos de la gran mayoría de sistemas audiovisuales europeos. Son garantía de prestación de servicio público, de pluralismo, de veracidad, de fomento de la igualdad y la diversidad y promueven la lengua y la cultura propia de cada país. Los medios públicos aportan valor democrático, valor social, valor económico y valor tecnológico a nuestra sociedad. Y además, todos los datos europeos (EBU) indican que los medios públicos son el principal motor de la industria audiovisual por toda Europa.

Con todo, creo que no se puede caer en una cierta ufanía, y hay que ser consciente de que hoy nos encontramos en una encrucijada, en un momento sumamente delicado para los medios públicos. De emergencia, si me lo permiten. En nuestra casa, sí, pero también en la mayoría de países.

Para hacer frente a todo esto, Suiza, por ejemplo, ha aprobado la Corporate and services strategy 2021– 2022, que establece las líneas de actuación futuras del servicio público audiovisual y pone como prioridad poner los hábitos y las necesidades del ciudadano usuario en el centro de sus intereses. De esta estrategia, destaca la iniciativa de transformación digital, que pretende llegar a un equilibrio entre los servicios tradicionales de radio y televisión, con los servicios digitales, en un plazo de tres años. En esta línea ha emprendido la plataforma digital Play Suisse.

Para hacerlo, se utilizarán capacidades basadas en datos (data-based capabilities), como la personalización, para hacer más visible los contenidos de la corporación, entendida como una verdadera plataforma, y hacer más atractivos sus servicios. A partir de aquí, se desarrollarán nuevos formados y nuevas maneras de explicar historias, así como nuevos modelos de distribución que cumplan las expectativas de los jóvenes y sirvan las necesidades de las personas que consumen medios de comunicación en línea y en movilidad.

Por su parte, el DR, el servicio público audiovisual de Dinamarca, ha aprobado su Plan Estratégico, donde se dibujan las prioridades de la corporación pública hasta el año 2025. El punto de partida de este plan es la necesidad de un nuevo pacto social para que el DR pueda relanzar su responsabilidad de servicio público, basada en los estándares daneses de calidad y excelencia.

En Austria, la ORF ha emprendido una estrategia de transformación digital denominada Transform, donde se concibe el servicio público a partir de cinco dimensiones: el valor individual, valor social, valor de la nación, valor internacional y valor corporativo.

Y en el Reino Unido, el regulador británico, el Ofcom, ha impulsado el Small Screen: Big Debate, que tiene como objetivo renovar el sistema de Servicio Público Audiovisual (SPA) para la próxima década. El punto de partida fue una consulta pública llevada a cabo en diciembre de 2020, y a partir de las opiniones e información recogida, el Ofcom ha publicado esta declaración, con recomendaciones para el Gobierno y la industria.

Entre otros, el Ofcom concluye que para asegurar su futuro, el SPA tiene que llegar a una audiencia lo más amplia posible, ya sea en televisión tradicional o en línea. Los medios de servicio público tienen que acelerar sus planes digitales si quieren mantener un fuerte vínculo con el público actual, en especial los espectadores más jóvenes que migran hacia otras plataformas para el entretenimiento y noticias. Y asimismo, el sistema regulador que da preeminencia al servicio público en el contexto de la TDT también se tiene que actualizar y transportarlo a las plataformas digitales. Por último, afirma que "nunca ha sido tan vital como la contribución de los medios de servicio público a la economía creativa [creative economy]".

Es urgente e indispensable tomar medidas inmediatas para actualizar la CCMA, ponerla al día

La mayoría de países se encuentra, pues, inmersa en un proceso de debate y reconversión profundo de su servicio público audiovisual. Por eso creo que es urgente e indispensable tomar medidas inmediatas para actualizar la CCMA, ponerla al día, relanzarla y hacer que su oferta sea más atractiva para el conjunto de la ciudadanía, y en especial, para la gente joven. Hace falta una nueva visión estratégica para la Corporació que, tomando como punto de partida su espíritu fundacional y toda la función de servicio público que ha llevado a cabo durante estos años, la relance al futuro.

Y eso pasa, inevitablemente, por aprobar un nuevo contrato programa y dotarla de más recursos nivelándola a la aportación que reciben las TV públicas de los países de nuestro entorno y dimensión. Es decir, pasar de los 35,3 euros de inversión pública por habitante (sí, ahora mismo, la CCMA cuesta cada año a cada ciudadano 35,3 euros por prestar todas las funciones de servicio público, un coste muy inferior al de cualquier plataforma de pago) a 53 euros, que es la media de inversión pública en los países de entre 5 y 10 millones de personas.

Para ser plenamente competitiva en el nuevo entorno mediático y digital, pues, habría que aumentar de manera progresiva, en los cuatro próximos años, la aportación pública en 17,7 euros por habitante y año, que comportaría aumentar la dotación de recursos públicos de la Corporació en 131,8 millones de euros anuales.

Unos recursos, sin embargo, que se tendrían que destinar de manera exclusiva a dos aspectos clave de su nueva visión estratégica. En primer lugar, en la producción de contenidos audiovisuales capaces de atraer grandes audiencias y un gran número de visualizaciones. Y de manera especial, contenidos atractivos para el público infantil, juvenil y los young/adultos. Un target que creo que es clave. Pues habrá que apostar también por la experimentación y la captación de nuevos talentos apostando por una CCMA Lab. Contenidos para jóvenes hechos desde la óptica de los jóvenes. Una apuesta por los contenidos que por otra parte, impulsará, como decían los británicos, el sector de la producción y de las industrias creativas, claves en la nueva economía.

Y en segundo lugar, más recursos destinados a las nuevas formas de distribución, de acuerdo con las nuevas formas de consumo audiovisual. Impulsando, por ejemplo, una gran plataforma de contenidos audiovisuales, con colaboración pública y privada, que pueda ofrecer las producciones catalanas y en catalán.

Habrá que evaluar la conveniencia de reorganizar la CCMA

Asimismo, hará falta, en el marco del nuevo plan estratégico de la CCMA, evaluar, entre otros, la conveniencia de reorganizar la CCMA y adecuar las estructuras, sobre todo en relación con las actividades de producción y de prestación de servicios audiovisual a demanda, para responder a las nuevas dinámicas empresariales de los mercados audiovisuales y reforzar su centralidad en el desarrollo del sector en Catalunya. Solo así podrá dotarse de una flexibilidad necesaria para adaptarse a los cambios en el ecosistema digital.

Hay que promover la modernización de la CCMA con la mejora de su modelo de gestión empresarial, para acelerar su adaptación a los cambios continuados que ocurren en el mercado audiovisual y reforzar la participación de sus empleados en la gestión de la empresa.

Y por último, hay que aumentar la legitimidad de los medios públicos ante la ciudadanía, explicando el impacto de servicio público y los valores que aportan a la sociedad, y consolidando una autonomía de acción con respecto a los intereses económicos del mercado y las presiones políticas. Solo así podrán presentar argumentos favorables al servicio público ante aquellos que cuestionan su función. Se trata, pues, de promover una profundización de la cultura democrática, en la que la financiación y la promoción de los medios públicos sean percibidas por la sociedad como una inversión que tiene un retorno no solamente económico, sino también en democracia y cultura.

El momento en que nos encontramos es trascendente. El mundo digital es acelerado. Las oportunidades pasan rápidamente. Y el riesgo de caer en la inercia, o incluso en la irrelevancia, es grande. Como país, como cultura y como lengua nos jugamos mucho, ya que el audiovisual es hoy un sector estratégico en el ámbito cultural y económico de primer orden. Y no hay sociedad avanzada que no haga una apuesta decidida por su cultura y por disponer de medios y de contenidos audiovisuales propios. Apostando por nuestras industrias audiovisuales y por los medios públicos, salimos ganado todos.

 

Roger Loppacher, presidente del Consejo del Audiovisual de Catalunya (CAC)