No era el mejor escenario, pero a estas alturas es el único posible. La ruptura entre Igualdad y el Gobierno, entre PSOE y Podemos, se materializa en la semana del 8-M. Podemos había forzado la toma en consideración de la proposición de ley coincidiendo con la víspera del Día Internacional de la Mujer para amplificar su mensaje contra la reforma del sí es sí y la acusación de “la vuelta al código de la Manada”. Desde Igualdad señalan al PSOE con ese “voto de la vergüenza” por una futura votación con el PP. Percepciones paralelas, el hartazgo en Moncloa viene de atrás y el hasta aquí se materializó con el propio registro de la reforma de la ley. Desde ese momento, el PSOE está dispuesto a cerrarlo con el PP, PNV, Vox, PDeCAT, Coalición Canaria, Teruel Existe… y quien quiera sumarse, socios de investidura incluidos.
En público, el PSOE soporta los embates de Ione Belarra e Irene Montero con aparente normalidad. A la interna, la línea roja se ha pasado hace tiempo. Por más que las encuestas no desgasten aparentemente a Podemos, los socialistas no van a encarar las autonómicas sin la reforma. En la tramitación parlamentaria que comienza a partir de hoy, desde el PSOE insisten en que será ahí donde tomará más sentido que Podemos señale en qué línea del texto del PSOE se toca el consentimiento. Yolanda Díaz, como engarce de ambos espacios, ha defendido el acuerdo hasta el último minuto. Y es muy probable que, cuando se materialice la ruptura, siga apostando por apurar el trámite legislativo. Para Díaz, todo acuerdo es posible hasta el final y ese último minuto durará hasta bien entrado abril.
Por más que Yolanda Díaz intente mediar en el espacio al tiempo que arma Sumar, no hay signos de que la relación se vaya a arreglar más allá del 8-M
Mientras, la vicepresidenta segunda continúa armando el bloque de Sumar. En las últimas semanas ha intensificado la actividad y está a punto de concluir la gira del llamado proceso de escucha, a falta de Andalucía y Canarias, una gira territorial que coincidirá con la convocatoria oficial del 28-M. El balance para Díaz es bueno, con más de 20.000 personas en los actos y una media de 800 participantes donde las reglas del debate colectivo eran las preguntas sin pactar.
En lo político, falta todo por concretar. Es el momento de seguir negociando, aseguran, pero el tiempo corre y desgasta, cuando un actor electoral está fuera de la campaña. Ha multiplicado los actos, los encuentros, las reuniones sin aportar novedades en el debate público. Entre ellas, cuándo anunciará la candidatura y qué relación tendrá con Podemos. A menos de 90 días de las autonómicas, sigue sin haber portavoces, no hay fechas y tampoco ha dado respuesta a la propuesta de primarias de Podemos.
Si lo hace, es otro palo en la rueda de la coalición Sumar. Y solo hay dos opciones: no responder públicamente o hacerlo y ahondar en la división con Podemos. La polémica, una vez más, la ha verbalizado Pablo Iglesias, portavoz sin cargo orgánico, fuera de la mesa de negociación de Sumar, que en la semana del 8-M ha lanzado la petición en presencia de la secretaria general, Ione Belarra, y la secretaria de organización, Lilith Verstrynge.
Desde el espacio de Díaz recuerdan que el formato de primarias es un debate abierto desde el principio de la negociación donde deciden una quincena de partidos integrantes de Sumar y debe resolverse a la interna, no en los medios. Y otro recordatorio, Podemos, tras el “pacto de los botellines” de mayo de 2016 cerrado entre Pablo Iglesias y Alberto Garzón, no volvió a haber primarias abiertas para las generales. La propuesta de Podemos puede favorecer a la formación morada, con tejido activo en los procesos internos frente a Díaz, sin músculo militante. La sugerencia tampoco es nueva. Iglesias propuso lo mismo a Mónica Díaz. Le propuso ser su segundo para después hacer unas primarias y ocupar el puesto que decidieran los inscritos. El portazo de García sonó a nivel nacional: "Estamos cansadas de hacer el trabajo sucio para que luego nos aparten". En cualquier caso, la fórmula de primarias o acuerdos será clave y está por resolver.
El Gobierno no contaba con el caso Mediador y la trama que afecta a su exdiputado Juan Bernardo Fuentes, tampoco con el desgaste de prolongar hasta entrada la campaña electoral la reforma del sí es sí. Ahora hay que añadir la crisis de la ruptura de los socios. Por más que Yolanda Díaz intente mediar en el espacio al tiempo que arma Sumar, no hay signos de que la relación se vaya a arreglar más allá del 8-M.