El fino analista vaticanista Andrea Gagliarducci ve la creación por parte del Papa de Roma de 21 nuevos cardenales como un posible "golpe de Estado". Me parece una expresión muy adecuada. Escoger los tuyos es siempre un acto de poder, y el Papa tiene prisa por cambiar la fisonomía de la Iglesia católica mundial, mucho más periférica, descentrada, que habla idiomas lejanos y que no se identifica con partidos ni poderes mundiales. Adiós, por lo tanto, a aquella idea que una ciudad grande "debía" tener un cardenal. En el Estado español no ha nombrado ni a uno, ni en los Estados Unidos, pero sí en ciudades como Argel, Teherán o Guayaquil. El día 8 de diciembre de 2024 las 21 personas que entrarán en un posible cónclave representarán una descentralización querida de las fuerzas hegemónicas reinantes. El Papa los hace cardenales, pero no los llama cerca de la sede, no los llama a Roma con él. Les deja con sus responsabilidades allí donde están. Lejos.
El Papa, con esta ampliación cardenalicia global y periférica, nos ayuda a los profesores que tenemos la responsabilidad de explicar al alumnado universitario la diversidad y divergencias dentro de las religiones. Ante las críticas de una Iglesia Católica rica, europea y poderosa, poder aclarar que los nuevos líderes provienen de minorías como Irán, Japón o Argelia son ayudas pedagógicas para explicar la voluntad de una Iglesia universal que no se apuntala en el pasado ni en jerarquías. De hecho, hace cardenales a personas que tienen jefes que no lo son. Es el caso de George Jacob Koovakad, un sacerdote que trabaja en la Secretaría de Estado en el Vaticano y organiza los viajes papales. Koovakad es de la comunidad india siromalabar. Su arzobispo no es cardenal, por ejemplo. Es como si el Papa hiciera cardenales a directores generales de la Generalitat, pero los consellers responsables no lo fueran. Una elección que rompe protocolos y carreras y que premia fidelidades y maneras de hacer.
El consistorio donde se crearán estos 21 nuevos asistentes del Papa, que son auténticos consejeros en la gestión de la Iglesia, dibuja los centros de poder como nódulos de una red donde el centro es una Roma burocrática, todavía, pero donde las decisiones se toman quizás a muchos kilómetros de distancia de la plaza de San Pedro. La ambición papal, sin embargo, no es geoestratégica, sino de fino calibre pastoral. Quiere garantizar que las minorías católicas tengan voz y voto en la configuración de una entidad social mundial como es la comunidad católica, y pretende alejarse de pretensiones colonialistas y de poder antiguo. Bergoglio, que parecía que daría peso a las sedes cardenalicias de toda la vida, confiriendo categoría a las grandes metrópolis, se ha vuelto periférico a conciencia. Otra dimensión interesante de su elección es que promociona misioneros. No deja de lado teólogos (los hay, y muy relevantes, en esta elección) como el neocardenal de Turín, Roberto Repole, que hacía el doctorado en la Pontificia Universidad Gregoriana los mismos años en que yo estudiaba. Repole es un nombre para retener.
Ante las críticas de una Iglesia Católica rica, europea y poderosa, poder aclarar que los nuevos líderes provienen de minorías como Irán, Japón o Argelia son ayudas pedagógicas para explicar la voluntad de una Iglesia universal que no se apuntala en el pasado ni en jerarquías
¿El Papa escoge a gente como él? No exactamente. Si bien el perfil bergogliano es evidente (gente próxima, preparada, pastoralmente muy implicada, pero sobre todo que tengan la característica de no pertenecer a un grupo de poder), el Papa podría escoger a un religioso de una pequeña diócesis frontera entre los Estados Unidos y México o de Alaska, pero no lo ha hecho. Porque se leería como un nuevo cardenal norteamericano. Estos hombres de gobierno ahora lo asesorarán. Y un día, uno de ellos será el sustituto. Por primera vez en la historia ha creado un cardenal en Belgrado, Laszlo Nemet. Son giros inesperados. Serbia tiene una minoría católica.
Con la elección hecha, el Papa ha superado el número de cardenales que dicta el reglamento (120), y cuando haya pasado este consistorio el día 8 de diciembre de 2024, habrá 141 cardenales electores. Ha ampliado la base cardenalicia y, así, despista con respecto a su sucesor, que puede venir de Filipinas, o el norte de África.
Se ha acostumbrado a gobernar con videoconferencias y en diferentes registros e idiomas. Los asesores no son una guardia pretoriana que toman café con él cada día en su residencia. Beben mate, sake o infusiones desde Argentina, Japón o Indonesia.