Hoy, aunque prefiero la algazara y la cháchara (buscad ambas palabras en el diccionario si no las conocéis; nunca te vayas a dormir sin haber aprendido una palabra nueva en catalán), toca ponerme seria, muy seria. Sobre todo después de que Francesc Xavier Vila (conseller de Política Lingüística de la Generalitat), en plena crisis de la lengua catalana —por no decir que ya tiene un pie en el otro barrio: según la Enquesta d’Usos Lingüístics de la Població (EULP), solo un tercio de los catalanes tienen el catalán como lengua habitual, un 32,6 % para ser exactos—, empezara a inventarse verbos de la primera conjugación (desjudicializar, despartidizar, despolitizar, desideologizar) en vez de decir «basta, se acabó lo que se daba» y declarar la obligatoriedad de hablar catalán en Catalunya para evitar que el castellano le dé un último empujón y lo envíe a tomar viento.
Yo no sé si tengo una inteligencia superior a la de la media (lo dudo, pero todo es posible), pero veo con mucha claridad que, en general, tenemos que dejar de charlar tanto y actuar más (y me incluyo). Creo sinceramente que el conseller lo hizo con buena fe, lo de inventarse verbos en vez de hablar claro y catalán (seguramente se pensaba que así contribuía a ampliar el vocabulario de la lengua catalana y que la hacía más comprensible y precisa), pero, desgraciadamente, aquel no era el momento de inventarse palabras (ya lo haremos más adelante cuando el catalán esté en tiempos de abundancia), lo que hacía falta —y con urgencia— era que se centrara en salvar el catalán, para que al menos alguien siga hablándolo. ¿De qué nos servirá, si no, que aumentemos su número de palabras, verdad? Nadie las utilizará. Por más palabras que nos inventemos, si no hay hablantes, la lengua va a morir igualmente. Todo esto que digo parece muy lógico, y lo más gracioso de todo es que lo es. Y ahora no hace falta que cojáis el rábano por las hojas (si no sabéis qué significa esta expresión, también la podéis buscar; es graciosa), que os conozco. No entiendo por qué, cuando a un político se le hace una pregunta, lo responde todo menos lo que se le ha preguntado. ¿O soy solo yo que tengo esta desagradable sensación?
Todos sabemos que la única manera de salvar el catalán es que sea la única lengua oficial de Catalunya
Con lo fácil que es salvar el catalán, y, sin embargo, no hay nadie que coja el toro por los cuernos. Todos sabemos que la única manera de salvar el catalán es que sea la única lengua oficial de Catalunya, y que, por lo tanto, todo el mundo que viva en Catalunya tenga la obligación de hablarlo. Sencillo. El resto de discursos que hacen los políticos son excusas para no hacer lo que realmente hay que hacer (y nos dejan muy claras sus intenciones ocultas). Y, lógicamente, la única manera de poder declarar el catalán única lengua oficial de Catalunya es declarar antes la independencia (o que España de repente se vuelva generosa y una amante de las lenguas y nos lo permita —lo dudo, sinceramente—).
Ahora saldrá el típico que dirá que en la época de Pujol se hablaba mucho más el catalán y tampoco éramos independientes. Tiene toda la razón del mundo, antes se hablaba mucho más, pero también es cierto que eran tiempos y contextos muy diferentes. Cuando Jordi Pujol gobernaba, en mi escuela (en Banyoles) podía contar los recién llegados que había con los dedos de la mano, y, obviamente, aprendían el catalán porque todo su entorno era catalanohablante (encontraréis pocos lugares en Catalunya donde los recién llegados de origen africano hablen un catalán tan genuino). Actualmente, la mitad de los alumnos de todas las clases (y me quedo corta) son recién llegados. Diría que es más fácil integrar a cuatro personas en una escuela que a la mitad de los alumnos de todas las clases. Y más cuando la ley da la razón a los padres o a los alumnos que van a hablar con el maestro para que dé las clases en castellano porque esto es España. ¿No sé si me explico? En la época de Pujol el independentismo era muy minoritario, y España hacía la vista gorda en cuanto al catalán. Ahora, el independentismo ha crecido y saben que el talón de Aquiles del independentismo es el catalán; por eso España ha dejado de hacer la vista gorda y está haciendo todo lo posible para eliminarlo.
No sobrevivirá ninguna lengua que no tenga un Estado que la proteja y que la haga obligatoria. Si no os lo creéis, observad y hablamos de ello dentro de unos años. Me acabaréis dando la razón. Han empezado uniformizando el pensamiento (o piensas como nosotros o eres una fascista) y acabarán simplificando las familias lingüísticas a tres o cuatro lenguas (en vez de una, para que no haya una pelea de egos entre las diferentes potencias mundiales). Dicho esto, basta de promesas y de demagogia y más actuar, o acabaremos pensando que os importa un pepino que destrocen nuestra identidad. Como muy bien dijo la semana pasada el actor banyolí Roger Coma mientras conversaba con Ricard Ustrell en El matí de Catalunya Ràdio: «Me gustaría estar en Corea para hablar más catalán que aquí […], me sentiría más catalán que aquí […], es bastante conflictuado ser catalán en Catalunya […], allí podría ser [catalán] sin vergüenza, sin colonizadores».