"La promesa dada fue una necesidad del pasado; la palabra rota es una necesidad del presente."
Nicolás Maquiavelo

¡Bienvenidos al circo de dos pistas! ¿De dos? ¡Bienvenidos al circo de tres pistas! ¿De tres? ¡Bienvenidos al circo de un endiablado número de pistas! Eso mejor.

No vengo a explicarles nada, porque no podría. No sé qué va a pasar, puesto que los protagonistas tampoco tienen ni pajolera idea. Sólo sé que el resultado de las urnas en Catalunya, para plasmarse en un gobierno, precisa de delicados equilibrios o de burdas componendas en un juego que no se sustancia en la sola pista de la Generalitat, sino que se comparte con la pista nacional, la de las elecciones europeas, la de otras instituciones catalanas y hasta la de la posibilidad de unos nuevos comicios no sólo para el Parlament sino también para el Congreso.

En realidad, ¿quién sabe? Hace tiempo que la política ya no es el arte de lo posible, sino de lo rocambolesco. Hace tiempo que hacer política no va de implementar acciones directas que afecten a la vida de los ciudadanos, sino de juegos malabares y cortinas de humo para vencer en un gran Stratego cuyo sentido último es que unos u otros conserven o accedan al poder. Aquí importa más si el eje es el nacionalista, el ideológico, el de los grandes partidos, el de la coalición con los socios, que lo que verdaderamente se sustancie en términos genuinos de acción de gobierno para la ciudadanía. Eso con los parones incluidos en los que nada se hace, como sucede ahora mismo en el gobierno central. Luego que la peña se abstiene. Observen cómo el esquema de lucha encarnizada por el poder se reproduce en las elecciones europeas en las que, a pesar de la profundidad conceptual y geopolítica de lo que nos jugamos, vamos a asistir a una campaña meramente española y cateta que les interesa a los políticos, pero dudo que salga rentable a los ciudadanos.

Vamos, pues, con el circo de varias pistas. La del gobierno de Catalunya está en manos de ERC, que tendrá que elegir entre someterse a Illa —dentro o fuera de ese tripartito—, acoplarse de nuevo con Junts en el eje independentista pero de segundón o bien provocar unas nuevas elecciones catalanas. No es fácil predecir su elección, porque ninguna es buena, aunque tal vez la salida de Aragonès y esa frase de Junqueras que alerta contra "los que piensen que Catalunya se podrá gobernar desde Madrid y a merced de la voluntad de un presidente español. No, por ahí no pasaremos" puede darnos algún indicio. Si acaso, podría pensarse que para los republicanos repetir elecciones sería asomarse de nuevo a un pozo que puede no tener fondo, cosa que no le sucede a Puigdemont, cuya mejor opción, si no puede ser investido, es intentarlo de nuevo en las urnas y, en caso de que todo falle, rematar a Sánchez de una vez. Tampoco les iría bien a los de Junqueras unas generales inmediatas y eso lo sabe el PSOE, que les intenta presionar amagando con ellas.

Hace tiempo que hacer política no va de implementar acciones directas que afecten a la vida de los ciudadanos, sino de juegos malabares y cortinas de humo para vencer en un gran Stratego cuyo sentido último es que unos u otros conserven o accedan al poder

Aun así está empezando a cobrar cuerpo la idea de que el líder de los socialistas, que no da puntada sin hilo, tiene previstas salidas alternativas. Una idea que afianza a los que consideran que los cinco días de abril no fueron un calentón tan frívolo, sino toda una estrategia para cobrar impulso en las catalanas y con ese viento en cola llegar a las europeas cargado de esperanzas que antes le eran adversas. Las europeas están a pocas semanas, no esperen que ninguna cuestión se sustancie antes de que se celebren, ya que una circunscripción única constituye la mayor macroencuesta que pueda llevarse a cabo con total fiabilidad. El nuevo barómetro del CIS —elaborado sin duda con el mismo objetivo que todos los demás— da a los socialistas más de cinco puntos por encima del PP y deja a Sumar con un 8% del voto, por debajo de Vox.

Si esa "genialidad" de Sánchez que tanto loan sus fieles es tal, ¿qué harían en su lugar? Tras haber matado a Podemos, a Sumar, a ERC y casi a los Comuns, ¿no sentirían la poderosa tentación de sacudirse de encima a tanto socio incómodo para intentar gobernar sin hipotecas, incluida la de Junts? Si fuera verdad lo que dice el CIS, ¿no considerarían más sencillo ir a nuevas elecciones generales y conseguir el número suficiente de escaños para que bastara con el apoyo de los vascos y, puntualmente y desde fuera, con el de los otros socios de izquierda? Un gobierno bonito como el de la moción de censura, sin cuotas, y un plan de gobierno sin los tirones de mangas de la izquierda a su izquierda y sin las exigencias de los indepes catalanes.

 A partir del 29 de mayo, está en su mano convocar elecciones cuando quiera. Hablan las lenguas y las plumas del mes de octubre y, en ese caso, podrían coincidir por los tiempos con una segunda vuelta de las catalanas. A fin de cuentas, Sánchez ha llegado a la reflexión meditada de que sí le compensa gobernarnos y ha dicho que está dispuesto a brindar ese servicio durante siete años más. En la práctica, ni siquiera puede aguantar uno más sin presupuestos, sin leyes o reformas que puedan ser aprobadas y sumido en la inacción absoluta por depender de los votos de Junts —que no cabe duda estará por ser puñetero— y hasta de los de ERC ahora que se han desengañado o los de Podemos, que también le tienen ganas. Ese análisis que hacíamos hace semanas en este mismo espacio y que nos llevaba a elecciones, se ha transformado ahora en una filtración interesada de Moncloa para presionar en la primera pista circense de la que hablábamos, sobre todo a ERC, que podría quedarse sin fuerza también en Madrid.

Los conservadores también piensan en elecciones próximas. Sólo así se entiende la marcha atrás del presidente en funciones del CGPJ, que comunicó a la permanente la semana pasada que se iba en verano si la renovación no se arreglaba y ahora se autoenmienda y afirma que de dimitir nada, que es de cobardes. Eso puede responder a las expectativas del PP de lograr el gobierno antes de fin de año y, por tanto, poder negociar el CGPJ en otras condiciones.

En la tercera pista se producen las últimas evoluciones de la ley de amnistía. A partir del jueves, podría ser convalidada definitivamente en el Congreso. Todo queda a expensas de que Armengol convoque a votación. ¿Cuándo? Los socialistas han filtrado que el próximo día 30, aunque no se ha convocado aún el pleno. Ese es el primer paso. Dan la impresión de que no piensan tontear con esta cuestión, a la que achacan su triunfo, pero no sé si todos los partidos catalanes lo tienen tan claro aún. Tras la votación, entrarán en la arena los jueces, ya veremos cómo y a favor de quién.

Todo son corrientes subterráneas mientras tanto. Algunas tan subterráneas y tan poderosas que les sorprenderían. Quien diga que sabe lo que va a pasar, les miente. Ni los propios protagonistas lo tienen claro. El único consejo para guiarse en esta maraña es fijarse más en lo que hacen que en lo que dicen. Ahora, para todos ellos, el lenguaje es algo puramente performativo, creado para intentar conseguir efectos directos en sus oponentes o posibles socios. Nada es lo que parece. En cada pista del circo se mueven artistas diferentes, pero, en algún momento, el gran espectáculo quedará unificado y ante nosotros encajarán las piezas.

Nunca antes del 9 de junio, eso seguro, si Sánchez sale a matar, no va a avisar antes.