Querido Sr. Cambray,

Hace días que estoy muy cabreada, y en las conversaciones que tengo con mis amigas, muchas de ellas maestras y profesoras, empezamos todas a gastar el mismo tono airado que aquella chica de El Prat, Juana Dolores, que ha levantado tanta polvareda a raíz de su entrevista en el programa del Sr. Graset. Hace tiempo que hago mentalmente el borrador de esta carta, pero ya no quiero demorar más su redactado para expresarle los motivos de mi irritación con su conselleria y, de paso, para hacerle notar cuáles han sido en gran medida las verdaderas causas de los nefastos resultados electorales de su partido. ¡No sé si usted es consciente de que su actitud, intransigente y prepotente, ha propiciado que buena parte del profesorado haya castigado a ERC con el abstencionismo o el cambio de partido (¡cuente, cuente número de votos perdidos y profesorado, conseller!), porque no es solo que el electorado no tenga ningún tipo de esperanza en que su partido nos pueda conducir hacia una República Catalana, sino que su gestión autonómica ha sido totalmente ineficiente, y moralmente humillante, especialmente su conselleria, que se ha dedicado a sembrar entre el profesorado un auténtico campo de minas.

Comicios aparte, lo que yo quería manifestarle es la problemática que tengo actualmente en casa con las pruebas de selectividad de mi hija mayor, Alba. Permítame que me presente. Soy Cecília Borràs, jefa del proyecto European Research Program in Health Nanotechnology (ERPHN) que se desarrolla en la UAB desde hace un par de años, pero desde hace tres meses que me dedico full time a ayudar a Alba a preparar el examen de Matemáticas de las PAU. ¡No quiera saber qué tortura! ¡Nunca agradeceré lo suficiente el saber y la santa paciencia que tienen que tener en el día a día los docentes! Mi hija quiere entrar en la Facultad de Medicina, y como usted sabrá, eso requiere una nota muy alta tanto en el expediente académico como en las pruebas de acceso. Resulta que por Navidad, la profesora de mates del instituto de Alba, una profesional con mucha experiencia y conocimientos de la materia, golpeó, literalmente, y tuvo que coger una baja por estrés. Y créame que no es el único caso, porque yo, que soy presidenta de la AFA del centro, lo sé de muy buena tinta. La cuestión es que este curso hemos sufrido un auténtico calvario con eso de las bajas y las sustituciones del profesorado que no llegaban nunca porque en las listas de suplentes ya no quedaba nadie. Estábamos a finales de febrero, el grupo de Alba ya había perdido dos meses lectivos y, de estranquis, en connivencia con la pobre directora que estaba atacada de los nervios, cogimos la directa y contratamos con la pasta de la AFA a una exalumna brillante que está acabando sus estudios universitarios. Hete aquí que, cuando usted lo supo, nos hizo echar atrás la medida, porque aquí el único que tiene atribuciones para contratar maestros es su departamento. Ya tiene toda la plantilla de Matemáticas del instituto dando clases extras (y no pagadas) para cubrir algunas horas lectivas del grupo. Al fin y al cabo, estábamos en el mes de marzo, quedaban unas cuantas semanas del curso de 2.º de Bachillerato, y los alumnos no habían cubierto ni la mitad del temario. De resultas de eso, una servidora que todavía sabe un poco del tema se ha tenido que cargar de paciencia y ponerse las pilas. Sé que otras familias se han rascado el bolsillo y contratado a profesorado particular, ¿pero qué pasa, conseller, con aquel alumnado cuyas familias no se pueden permitir el gasto? Tanto que usted habla de vulnerabilidad y parece que esta le ha pasado por alto. ¿Cómo es que en la escuela concertada, sufragada también con dinero público, no tienen nunca este tipo de problema? ¿No sería de justicia que, a pesar de las diferencias de clase social y de capital cultural, el alumnado que lo desea pudiera llegar a las pruebas de acceso en la universidad en condiciones de igualdad? Piénseselo, Sr. Cambray.

Sr. Cambray, aunque la videncia no es mi especialidad, y no querría caer en el intrusismo, vista su gestión deplorable, se ve venir que el día 23 de julio los resultados electorales de su partido volverán a ser nefastos, dada la desafección de los votantes

Déjeme recordarle dónde reside el verdadero problema de la falta de profesorado: el descrédito en que ha caído la profesión, sistemáticamente favorecido desde su conselleria. ¿Usted cree que hoy en día alguien en el mercado laboral está dispuesto a dedicarse a un trabajo tan mal pagado, por feminizado y precarizado; con trabajadoras que se saben continuamente maltratadas por la propia administración a golpe de imposiciones sobre el calendario escolar y los currículums a impartir, a golpe de formaciones obligatorias absurdas, a golpe de una burocracia ingente e innecesaria, a golpe de cuestionamientos sobre la propia valía profesional? Usted ha hecho campaña contra el profesorado de la misma manera que el Sr. Trias la ha hecho contra la Sra. Colau. Solo le falta hacerse una camiseta llamativa y ajustadita para lucirla en el Parlament que diga: "La culpa es del profesorado". Ya sabemos que en materia de educación hay barra libre y todo el mundo se atreve a opinar y a criticar el trabajo de los docentes, por eso, hoy en día, no se encuentran personas que estén dispuestas a bregar, en aulas masificadas, con la falta de autoridad y respecto de los alumnos, que roza en muchos casos la agresividad y el maltrato. Sume al cóctel la desconfianza, la falta de colaboración y las exigencias clientelares de las familias. Súmele también la demanda desesperada a la escuela para que resuelva todos los males de la humanidad, desde la violencia de género, pasando por la crisis climática y el bullying, hasta la epidemia de salud mental entre los adolescentes. Al fin y al cabo, no hay que ser una gran analista para ver que, dado el desprestigio social de la profesión, no podemos pedir que proliferen las vocaciones, porque a cualquiera le sale más rentable, y no solo económicamente, buscarse la vida por otras vías menos precarias y exigentes y más gratificantes. Yo misma, conseller, preferiría hacer de doble de riesgo de Uma Thurman en Kill Bill, y sin katana, antes que dedicarme a una profesión tan arriesgada como esta.

Y mire que ustedes, a la desesperada, han abierto el grifo de las titulaciones habilitadoras para ejercer la docencia. La directora del instituto de Alba me ha hecho saber que, hoy en día, una licenciatura en Estudios Eclesiásticos ("ite missa est" y amén) te permite dar clases de catalán; una en Náutica y Transporte Marítimo (¿quizás porque saben capear el malestar?), clases de matemáticas; un grado de Artes Escénicas (¡Fuenteovejuna, todos a una!) te habilita para hacer castellano e impartir clases de inglés lo puede hacer cualquiera que tenga un grado y un C1 del idioma (será que solo tiene que decir "in English, please!"). Aun así, su conselleria no encuentra ni encontrará en un futuro a nadie dispuesto a ejercer la profesión de enseñante. Porque, con estas medidas, son ustedes mismos los que están desestimando toda forma de pedagogía asociada a las especialidades. ¿No le parece que esta idea que promociona su departamento del profesorado coach que no imparte conocimientos (ecs) y solo facilita y acompaña al alumnado en su aprendizaje es una pura engañifa? Francamente, cuando pienso en Alba estudiando Medicina no me la imagino haciendo de traumatóloga después de haberse preparado en la especialidad de Neonatología, que es lo que siempre ha soñado.

En conclusión, Sr. Cambray, aunque la videncia no es mi especialidad, y no querría caer en el intrusismo, vista su gestión deplorable, se ve venir que el día 23 de julio, cuando espero estar de vacaciones, después de haber preparado y superado (confiamos) la selectividad por segunda vez en la vida, los resultados electorales de su partido volverán a ser nefastos, dada la desafección de los votantes. No se tomen la molestia de engañarnos con las listas únicas o los frentes comunes y la necesidad de parar la derecha cavernaria y el fascismo. Ponga a trabajar a su "ganivet" de prensa (¿by the way, ya ha sustituido a la spin doctor que lo plantó para irse a Sumar?) y, como dice Juana Dolores, "espabile", conseller, que su Departament d'Educació parece "un patio de escuela". Y "no me explique su vida" y "tome partido" por los verdaderos problemas de la enseñanza, antes de que "le caiga un meteorito y lo reviente todo" porque, si no, esta "charnega integrada" de El Prat es capaz de escribirle un poemario titulado Réquiem por la educación. Y si un conseller desfilando por la puerta de atrás.

Atenta y airadamente,

Cecília Borràs