El debate ya ha empezado. De momento en la red. Una vez los presos políticos estén en Catalunya, ¿qué responsabilidad tendrán las instituciones catalanas en su encarcelamiento?
O preguntado de otra manera: ¿ahora que los nueve estarán en prisiones catalanas, las instituciones del país serán corresponsables de su encarcelamiento?
O preguntado de una tercera manera, ¿la desobediencia puede llegar al punto de abrir puertas y que salgan? Respondo a esta última pregunta planteándole otra pregunta para que usted se la conteste mentalmente: Va, imaginemos que sí, que se abrieran puertas. ¿Cree que alguien aprovecharía para salir? Yo creo que no. Y, como diría el maestro Puyal, me juego una tortilla de guisantes. "¿Por qué lo tengo tan claro?", me pregunta ahora usted. Pues porque en su momento podrían haber huido y no lo hicieron. Por lo tanto, una posible solución a un posible "conflicto" sería tan sencilla como dejar las puertas abiertas y que nadie las cruzara en sentido a la salida. Y punto y final
Por lo tanto, más allá de calentamientos que, o bien no conducen a nada, o bien llevan incluidos rastros de partidismo, estamos ante un efecto Llívia. Llívia es un pueblo español situado dentro de Francia. Geográficamente es francés y administrativamente es español. Para llegar desde Puigcerdà coges una carretera "nacional" española (la N154), enlazas con una carretera francesa (la N20) y cuando entras en su término municipal recuperas la N154, que acaba al final del pueblo.
En el caso del sistema judicial español, nosotros somos Francia y los presos políticos estarán en Llívia. O sea, respirarán aire "francés", el paisaje será "francés", la comida será "francesa", el clima será "francés", podrán ver y oír televisiones y radios catalanas, sus familiares y amigos vendrán desde la vecina Cerdanya en vez de tener que hacerlo recorriendo más de 600 kilómetros y, por lo tanto, podrán visitarlos más a menudo y con más facilidades... Se sentirán en Francia, pero estarán en España. Y ya me entiende la metáfora.
Por lo tanto, sí, están en la prisión injustamente, tendrían que estar libres, el traslado es consecuencia de la aplicación pura y dura de la ley y no fruto de ninguna concesión, la causa es una farsa que no se aguanta por ningún sitio y Llarena acabará ante un tribunal europeo. Cierto. Pero tengamos claro que no van a Estavar, que a pesar de estar sólo a un kilómetro y ochocientos metros de Llívia en dirección norte, ya es Francia. No, no, van a Llívia.
Ah, y eso no quiere decir que no hagamos excursiones en grupo a Llívia para visitar su famosa farmacia.