Hemos llegado lejos, por un cúmulo de virtudes y fortalezas. Pero no tan lejos como querríamos por algunas debilidades que necesitamos corregir y transformar en virtudes del movimiento republicano, que hoy es más amplio y complejo que nunca. Sobre todo si la aspiración es volver a generar uno nuevo 1 de Octubre con la fortaleza suficiente para materializar la República. Necesitamos estar mejor preparados como país, con alianzas sólidas en todos los ámbitos, empezando por el sindical y el empresarial. Y superar con creces el 50 por ciento de los apoyos. Nada nuevo que ya anunciara Antonio Baños, en nombre de la CUP, la noche electoral del 27 de septiembre de 2015: "No hemos ganado el plebiscito, luego no hay declaración de independencia". El independentismo había sumado 72 diputados, dos más que en la actualidad, si bien con el mismo porcentaje de voto, el 47,5% (pero en el 2017 sumó 200.000 votos más).

Una de las principales debilidades proviene del hecho de que el auge social del independentismo coincidiera con la derrota organizativa de CDC

Una de las principales debilidades, como ha explicado el profesor de la Universidad de Vic Francesc Codina, proviene del hecho de que el auge social del independentismo coincidiera con la derrota organizativa de CDC, el partido de centroderecha catalanista, a causa del desgaste generado por la corrupción y de la gestión neoliberal de la crisis económica. Estas circunstancias provocaron que los herederos de CDC tuvieran que enmarcar dentro de la lucha colectiva por la independencia su lucha particular para reconstruir el espacio de centroderecha nacionalista, a la vez que intentaban conservar la hegemonía dentro del catalanismo o una apariencia de esta. Para los exconvergentes se volvió prioritario evitar un posible sorpasso de ERC. De ahí la presión por la lista única. Junts pel Sí, sin embargo, tuvo el efecto de hinchar a la CUP, que recogió un buen puñado de votos que con las listas separadas habrían ido a parar a ERC. El resultado fue que Mas, con un resultado por debajo del anunciado, tuvo que terminar, forzado por la CUP. Dos años después, Junts per Catalunya, la marca electoral ideada por Puigdemont y el entorno de los años de Mas, funcionó electoralmente, pero dinamitó la reconstrucción de este espacio, que ahora corre el riesgo de derivar en una especie de reedición de Reagrupament con tics de Solidaritat. Y en este marco, de cara a las municipales, se propugnan de nuevo listas únicas, a pesar de la experiencia vivida con Junts pel Sí y la constatación, el 21 de diciembre, de que por separado ERC y los herederos de CiU obtienen mejores resultados. El 21-D, ERC (a pesar de sumar 12.000 votos menos que Junts per Catalunya) dio un salto histórico en el área metropolitana, gracias al cual el bloque independentista ganó las elecciones. Fue el efecto más positivo de las listas separadas que, de rebote, también provocó que la CUP retornara a sus límites.

Hay muchos argumentos y un precedente inequívoco contra la estrategia del partido único

La propuesta de listas unitarias municipales (impulsada por Junts per Catalunya a través de una ANC alineada con esta opción), ha explicado didácticamente Codina, ha inquietado a algunos sectores de ERC que temen una nueva campaña de desgaste promovida por el universo nacionalista, como ya sucedió en 2015 con la lista única de Mas. Codina afirma que ERC tiene que descartarlo tranquilamente, en paz de espíritu. Hay muchos argumentos y un precedente inequívoco contra la estrategia del partido único. Por otra parte, conviene que el centroderecha independentista se reconstruya cuanto antes mejor. El proceso de confluencia del PDeCAT y Junts per Catalunya (y el sector de la ANC que se identifica con él) los forzará a definir ideario y programa propios, como ya ha hecho ERC. Y también forzará a la CUP a resituarse, que al mismo tiempo también tiene que hacer los deberes. La conclusión, según Codina, es que necesitamos tres opciones fuertes que cubran todo el espectro con programas políticos diferenciados. Pero que al mismo tiempo sean capaces de pactar para formar gobiernos. Y, sobre todo, que no confundan la unidad en los objetivos nacionales con la idea de un partido único (de derecha o de izquierda).

El cónclave de esta semana del PDeCAT ha dado el primer paso para la refundación y relanzamiento del espacio postconvergente. Y es una buena noticia que sea así, que del congreso haya salido una propuesta de síntesis, más allá de la opinión que nos pueda merecer a cada uno de nosotros. Al país le conviene que el espacio postconvergente esté pacificado y deje el lastre de un pasado que incomoda. No exige renegar de nada ni de nadie, sencillamente vivir el presente con plenitud para contribuir a ganar el futuro. Suerte y aciertos, como apuntan Raül Romeva y Oriol Junqueras, desde Lledoners. Los estamos esperando.