La huelga de los sindicatos de Enseñanza ha puesto al conseller Gonzàlez-Cambray en el punto de mira. La decisión de adelantar el inicio del curso escolar desató una reacción furiosa de los sindicatos y ya hace días que le piden la dimisión. Como anteriormente habían pedido la de Bargalló. Para pedir que no quede. También la portavoz juntaire al Congreso español le pidió la dimisión a Cambray vía tuit. Le saltó el automático del no surrender y después corrió a borrarlo. Alguien le debió picar la cresta.
La protesta sindical —en un frente donde ERC había tenido una significativa presencia— pone a prueba no solo la capacidad de resiliencia de Cambray, por extensión la del conjunto de los republicanos, habitualmente volubles a la crítica.
Y lo harán políticamente solos. Los Comunes, entre pancarta o este Gobierno, escogerán siempre la pancarta. Y los cupaires son la misma pancarta. El resto de la oposición, toda, no hay que decir que aplaudirán la pancarta aunque tanto les dé qué diga la pancarta. La posición de Junts no hace falta decir que es la inconfesable que explicitaba a su portavoz española. ¡Métele que es de Reus! Otra cosa es que difícilmente alguien del Gobierno romperá la cohesión interna. Entre otras cosas por aquello de hoy por ti y mañana por mí.
Esta es la cruda situación. ERC tiene la Presidencia pero solo tiene 33 de los 135 diputados. Son los liberales de Reus rodeados por carlistas de todo tipo y condición. ¡Si os ven débiles, os mangarán hasta el carné!
Pero no es este el único flanco que pone a prueba a los republicanos. Teresa Jordà también tendrá, tarde o temprano, que sujetar los machos si mantiene la voluntad de hacer de Catalunya un país energéticamente más sostenible. Proyectos eólicos como el Parc de Tramuntana serán contestados, veremos con qué intensidad. Jordà parece decidida a hacer el trabajo y no dejarse intimidar. Ya lo ha dicho y repetido, con firmeza. Ahora bien, si la protesta toma cuerpo, se encontrará tan sola como Cambray. A estas alturas, no solo no afloja sino que se reafirma cada día. Pero solamente vamos por el prólogo.
Todavía hay un tercer flanco que puede sangrar, la conselleria de Interior que lidera Elena. Y tanto da si Elena se apunta éxitos indiscutibles como la jubilación de los Mossos (con Rufián ejecutando la demanda en Madrid) o los cambios significativos en la intervención para desahucios o ante las acusaciones que ejercían los servicios jurídicos de los Mossos, que por un incidente de nada pedían años de prisión a cualquier manifestante. Ha hecho más cambios Elena en menos de un año que todos los consellers en los últimos diez. Pero de poco le servirá, será cuestionado. Y lo buscarán a la primera de cambio. Solo hay que atender el alboroto que le organizaron para reordenar el estado mayor de los Mossos. ¡Incluso lo quisieron responsabilizar de encubrir la presunta corrupción de los años precedentes! Delirante.
La fortaleza de tener la Presidencia no depende de una mayoría parlamentaria inexistente sino del coraje para gobernar tomando decisiones sin esconder la cabeza bajo el ala cuando bajan secas.
Cambray, Jordán y Elena están solos. Con 33 diputados detrás, que si bien están acostumbrados a aguantar chubascos estoicamente, no destacan por enseñar las garras. Son 33, solo 33 y afrontan el futuro con una soledad ante los peligros acentuada por las legítimas protestas de los agentes sociales con respecto a Enseñanza o por las que puedan derivarse de la oposición al desplegar un verdadero parque eólico que ahora, cuando toca implantar, parece que genera alergia cuando toca cerca de casa.
O ERC demuestra convicción y se muestra firme o les tomarán el pelo. La fortaleza de tener la Presidencia no depende de una mayoría parlamentaria inexistente (la de investidura ha sido tan efímera como el nosurrender de Cuevillas y compañía) sino del coraje para gobernar tomando decisiones sin esconder la cabeza bajo el ala cuando vienen mal dadas.
La fraternidad republicana ha escaseado ante la adversidad, que le pregunten a Joan Tardà, por citar solo un nombre. Y eso a pesar del sólido liderazgo de Oriol Junqueras y su ejemplo fraternal, que es más excepción que norma. Para fortuna de los republicanos, con Marta Rovira hacen una piña más sólida que nunca. Esta es la principal virtud de ERC I su gran fortaleza. Y no será que no les han intentado confrontar y dividir.
No es una cuestión de aptitudes (en el Gobierno hay gente muy preparada), es de actitud. Junqueras va sobrado de aptitudes pero aquello que lo hace singular es la actitud. No era Churchill que decía aquello de 'la actitud es una modesta cosa pero es aquella que hace la diferencia'?.
Si los republicanos esconden la cabeza bajo el ala irán retrocediendo hasta perder todo crédito. Si van con la cabeza alta y no se encogen les podrán tocar la cara. 'Nadie evita la paliza por salir corriendo' cantaban los Barricada. Es así como aprenderán a hacerse respetar y a sufrir las inclemencias. No ganarán todas las batallas, ni las que ganen serán siempre sin concesiones. Pero se harán más fuertes y fiables, imprescindible cuando quieres gobernar y tienes que gobernar. En estas circunstancias, o se va sin complejos o te ven el plumero. Y entonces, eres piel.