De la misma manera que a los catalanes no nos gustan los halagos, liga mucho con nuestra manera de ser dejar constancia notarial, épica o estética de aquello que nos pasa. Con este trabajo de notaría dejamos patente como las V nos pueden hacer muy grandes sobre un horizonte de ciudad, con la Obertura de 1812 de Chaikovski sonando de fondo.

No se sabe nunca si un catalán puede acabar siendo un pequeño Serrallonga o un gran Guy Fawkes, pero todos tenemos una pizca de los dos. Así, una mañana donde podía pasar todo y nada, salta un president de la Generalitat a quien muchos querrían dar por olvidado para sustituirlo por una caricatura poco amable con rictus desganado, un señor de las alturas madrileñas que no tendrá nunca la lejanía de un 155 que quiere desbordarse de manera continua.

Las calles de Barcelona guardan el recuerdo de las muchísimas luchas que se han desarrollado en la ciudad a lo largo de los últimos siglos. Desde las calles del Born que sobrevivieron a la pulsión destructora de los Borbones hasta la vergüenza que persiste en la comisaría de la Via Laietana, pasando por todas las calles pequeñas y los pasajes que han acogido, escondido y protegido tanta gente desconocida que en un momento u otro han luchado por una ciudad y un país libre y justo.

La amenaza de un gobierno triste y gris tiene pocas oportunidades si sabemos jugar nuestras cartas

Este hilo de memoria que se enreda y se recorre en nuestras calles es un hilo que se escribe colectivamente y ayer, en el pasaje Sant Benet, alguien armado con un bolígrafo escribió: "Aquí apareció Puigdemont después de 7 años de exilio, vacilando a toda España".

Efectivamente, el momento es digno de ser recordado en las calles. Porque vacila a España, pero sobre todo, porque nos obliga a recordar nuestro deber y derecho a no rendirnos nunca. Puigdemont pasando por el humilde pasaje de Sant Benet yendo hacia el Arc de Triomf es una imagen para guardar y utilizar.

La amenaza de un gobierno triste y gris tiene pocas oportunidades si sabemos jugar nuestras cartas. Puigdemont las suyas y el resto las nuestras. Todos juntos para "reencontrar el pulso de la confrontación inteligente y de la lucha más digna".

Es posible que el Pla Endreça de Collboni corra diligente a intentar borrar el escrito hecho con bolígrafo en el pasaje de Sant Benet y cualquier V que encuentren dibujada en cualquier pasaje. Pero lo tendrá difícil el PSC para borrar su mediocridad y la mediocridad de los que el jueves en el hemiciclo hacían a Illa president. Las calles tienen memoria y nos recuerdan que nosotros nunca nos rendimos.