Este es el título de una de las canciones de mi juventud que más me gustan —olvidad la letra y quedaos con el ritmo, el ritmo y la voz— "Sexual healing" de Marvin Gaye, una canción de su último álbum de estudio, antes de morir, desgraciadamente, por un disparo de su padre en defensa propia. La letra es claramente erótica, mientras que una canción más antigua que también me gusta, paradigma del "buen rollo", "Good Vibrations" de los Beach Boys, es solo sugerente. ¿Qué tienen que ver estas dos canciones de la segunda mitad del siglo XX con la investigación científica de hoy? Como veréis, todo y nada.

El sentido del tacto es uno de los más importantes de los seres humanos. Muchas terminaciones nerviosas del tacto están plenamente desarrolladas en un bebé, en el que la piel es uno de sus órganos sensoriales básicos, a través del cual puede recibir e interpretar estímulos tan básicos para su supervivencia como el frío o el calor, la presión, las caricias, la textura de las superficies en contacto y la irritación y escaldadura de la orina y las heces. El tacto continúa siendo siempre importante, aunque no siempre somos directamente conscientes de ello, excepto cuando los estímulos son desagradables. Fruncimos el ceño ante una textura rasposa y rugosa, huimos de las cosas que nos aprietan, y buscamos una temperatura idónea para el cuerpo. El tacto es también muy importante en el sexo y el acto sexual, y los artículos que os presento hoy dedican sus estudios a entender qué relevancia tiene el tacto en las regiones genitales en ratones y, por extensión, en humanos.

Aunque el sexo es un tema primordial de las preocupaciones humanas y hay grandes inversiones económicas e industrias montadas a su alrededor, existen muy pocos grupos de estudio que investiguen la fisiología del acto sexual. Seguramente, es un tema que no llama la atención de los organismos e instituciones financiadores. Sin embargo, hay grupos que han hecho muy buena investigación en los últimos años. ¿Sabíais que todas las especies de mamífero, excepto la humana, tienen un hueso en el pene, denominado báculo, que permite aguantar la erección más tiempo? La erección del pene humano, en cambio, depende exclusivamente de la hidráulica interna (inundación y retención de sangre en los cuerpos cavernosos del pene), que no siempre funciona con eficacia. La formación del hueso del pene depende de la activación de unos genes muy importantes del desarrollo, los genes HOX, que no se expresan en el primordio genital humano (pero sí en el de chimpancés, monos y otros). Quizás tampoco sabíais que la piel del pene humano no tiene vibrisas sensoriales (una especie de rugosidades) sensoriales, como sí tienen otras especies|especias, entre ellas, los chimpancés. Un trabajo comparativo del genoma entre primates determinó que la especie humana tenía una deleción en la zona reguladora de la expresión de los genes, dependiendo de andrógenos que permiten la formación de vibrisas. Eso significaría que, en conjunto, el pene humano necesitaría más estímulos que el de los demás simios y mamíferos próximos.

No obstante, unos estudios recientes, publicados en Science y Nature, han buscado explicar la sensibilidad especial de la zona genital, a la presión y a la vibración (se llama mecanosensibilitat), y que originan excitación y facilitan la relación sexual. Hace unos meses, unos investigadores demostraron que las células de la piel de la región genital en ratones notan la presión gracias a un gen denominado Piezo2. La proteína producida por este gen forma un receptor en la membrana que está cerrado por defecto; pero cuando la membrana se deforma por la presión, se abre, deja pasar iones y transmite el estímulo a las neuronas, que acaban transmitiéndolo a la médula espinal y al cerebro. La presencia y estimulación mecanosensorial vía PIEZO2 es importante para el comportamiento sexual de los ratones. La modificación genética de ratones de modo que no expresen este gen, hace que los machos no tengan erección asociada al contacto en la zona genital, y que las hembras|tuercas no busquen mantener el acto sexual. La consecuencia de eliminar la expresión de este gen, pues, implica que la libido de los machos se mantiene, y la excitación vía olfativa también, pero no se induce un movimiento reflejo para la estimulación genital, mientras que las hembras no responden al contacto ni a la vibración en los genitales y no tienen ganas de mantener actos sexuales prolongados. Hay humanos que tienen mutaciones inactivantes en el gen PIEZO2, y muestran hiposensibilidad genital y no obtienen placer del contacto o las caricias en la zona genital.

¿Qué neuronas son sensibles al contacto y la presión en la zona genital? Un artículo ha identificado las neuronas mediadoras, los corpúsculos de Krause, unas terminales sensoriales nerviosas que solo se encuentran en ciertas zonas de la piel y las mucosas y, en particular, en la zona genital.

La pregunta siguiente es, ¿qué neuronas son sensibles al contacto y la presión en la zona genital? Un artículo recién publicado esta semana ha identificado las neuronas mediadoras, los corpúsculos de Krause, unas terminales sensoriales nerviosas que solo se encuentran en ciertas zonas de la piel y las mucosas y, en particular, en la zona genital. Descritos a finales del siglo XIX por Krause, nadie sabía exactamente para qué eran necesarios estos corpúsculos, que presentan células de Schwann envolviendo la terminal nerviosa. Han hecho falta 150 años para que algunos investigadores estudiaran la función, no menor. Tendrían forma de bombilla al final de un hilo, con una "cabeza" donde está la zona sensorial, con membranas llenas de PIEZO2 y excepcionalmente sensibles a la presión suave (no dolorosa) y a las vibraciones de baja intensidad, como vibraciones entre 40 Hz-80 Hz, que son justamente las vibraciones de muchos aparatos de juego sexual (que, evidentemente han sido diseñados empíricamente, pero sin ningún conocimiento fisiológico de la razón por la que son efectivos).

Figura extraída de la revisión de Zavitsanou y Abdus-Saboor (Nature, 2024), comentando los resultados de Qi y colaboradores (Nature, 2024). A la izquierda, se observa la estructura de los corpúsculos de Krause, y la localización de los receptores mecanosensorials PIEZO2. A la derecha, se observa la densidad de estos corpúsculos en los órganos genitales de ratones hembra y macho, y el efecto sobre el comportamiento sexual cuando se anula su producción (por manipulación genética).


Pues bien, en ratones, la zona genital está particularmente llenada de estos corpúsculos, el número de terminales nerviosas es parecido entre macho y hembra, pero como el clítoris es mucho más pequeño, la densidad de los corpúsculos de Krause es mucho mayor que en el pene. Estamos hablando de una densidad alrededor de quince veces más, lo que explicaría una sensibilidad más alta del clítoris (os recomiendo ver este enlace, donde, además de una buena explicación, podréis observar qué aspecto tienen los corpúsculos de Krause vistos a través de un microscopio). Por el contrario, la vagina no tiene corpúsculos de Krause. Eso permite especular a los autores que la sensibilidad a la presión y vibración es mayor y probablemente distinta en ratones hembra con respecto a los machos. Todavía no sabemos si este fenómeno se extrapola a humanos, pero es muy probable. En ratones, la estimulación de los corpúsculos de Krause causa un reflejo de erección en machos y una contracción vaginal en hembras, y la anulación de su formación mediante modificación genética no modifica la libido de los machos, pero sí la frecuencia y duración de la penetración y de la eyaculación, mientras que las hembras no buscaban a los machos y mantenían pocos actos sexuales y cortos, lo que, en conjunto, dificulta la efectividad del acto sexual.

Parece mentira que no supiéramos antes todas estas cuestiones, sea en ratones o en humanos, cuando, evidentemente, el sexo y el acto sexual son actividades inherentes a la vida, a las que los humanos dedicamos mucha energía e interés. Este conocimiento fisiológico puede servir, evidentemente, para entender mejor las disfunciones eréctiles o de falta de sensibilidad/placer y abre puertas a poder tratarlo en un futuro. Todavía hay que averiguar cómo la médula y el cerebro reciben e interpretan estos estímulos mecanosensorials y cómo se imbrican con la respuesta hormonal y de neurotransmisores. Podríamos decir que vamos por el camino de entender por qué las Good vibrations son relevantes para el Sexual healing, pero todavía nos queda ciencia por recorrer.