El espíritu del 1 de Octubre fue pisoteado sin ningún tipo de escrúpulo en el paseo Lluís Companys. Cinco años después, una efeméride histórica, un patrimonio colectivo, vivió un proceso de centrifugación a cielo abierto.
La persona que asumió la declaración de independencia del 27 de octubre fue increpada, silbada y vejada sin tregua. Por el contrario, el que no se atrevió a leerla, el mismo que la suspendió primero y que después ordenó no publicarla al DOG, fue ovacionado acríticamente.
También fue silbada la persona que lideró el 1 de Octubre después del 20 de septiembre. Y eso que ni siquiera estaba en el acto. Hace cinco años que vive en el exilio. Precisamente por su papel determinante el 1 de Octubre de 2017. Cabe decir que tampoco fue invitada.
Es el resumen de una jornada ideada por Waterloo que acentúa el abismo en el seno del independentismo. Xavier Antich, presidente de Òmnium, lo sufrió en silencio. A él también lo silbaron. Aunque, de momento, no tanto como a Carme y Marta. Todo llegará, ya se apuntan tendencias. Antich intentó serenar los ánimos, en vano. Casi ni lo escuchaban. Podía haber lamentado la regañada contra dos personas que él valora y aprecia. Quizás quiso ahorrarse más insultos y gritos.
Los cinco años del 1 de Octubre fueron celebrados arremetiendo contra dos de las personas más imprescindibles, dos de sus almas. Qué paradoja y qué injusto y triste. Una lo ha pagado con más de 1.000 días de prisión. La otra sigue en el exilio.
No fueron pocos los que decidieron largarse al ver la deriva caudillista y excluyente que tomó un acto que en lugar de sumar centrifugó y restó. Un espectáculo penoso, para olvidar, que cerró con una intervención del gusto de buena parte de los congregados: con un tono agrio y autoritario, desde el principio hasta el final.
El acto en Lluís Companys —hay que imaginar que es el nombre de otro traidor— empequeñeció un hito histórico hasta desdibujarlo. Una patada a las urnas del 1 de Octubre sin contemplaciones.
Sábado Negro, 1 de Octubre de 2022, fue también el lanzamiento explícito —después ya veremos si se concreta— de la candidatura del cuarto espacio que no saldrá adelante si el líder supremo del tercer espacio no la bendice. También fue una andanada de lectura interna en la antesala de la consulta de Junts para quedarse o salir del Govern. Andanada contra aquellos que defienden mantenerse en el Govern y que quedaron aturdidos ante la Cuestión de Confianza urdida por Puigdemont y que un Turull resignado se tragó con lágrimas en los ojos. Waterloo es juez y parte y se reivindica como el Legítimo. El resto, a creer y callar.
Si este es el camino para culminar la independencia, ya podemos prepararnos.
La buena noticia es que la minoría ruidosa —por mucho que intimide— no arrastrará al grueso de una sociedad que nunca había sumado tantas voluntades y tanta buena gente que respeta y ama a aquellas que fueron silbadas.
El 1 de Octubre late en muchos corazones, tantos como gente fue a votar aquel día. Más que nunca y —quizás— menos que mañana.