En marzo, cuando empezó todo, tampoco era aceptable pero entonces podían argumentarnos que el virus nos pilló desprevenidos, que nadie se lo podía imaginar, que no sabíamos cómo se contagiaba... Pero que ahora, nueve meses después, suceda lo que ha sucedido esta semana en la residencia Fundación Fiella de Tremp es un escándalo y una vergüenza. Es intolerable e inadmisible y sus responsables -quién sea- tienen que hacer varias cosas de las que hablaré más adelante. Pero tienen que hacerlo ya, porque mañana será demasiado tarde.
Tres semanas después del primer cribado, en esta residencia que es referencia del Pallars han muerto por Covid 45 personas. ¡Cuarenta y cinco! Eso quiere decir que estamos hablando, aproximadamente, del 40% de los residentes. Pero es que ahora mismo hay 12 personas más ingresadas en el Hospital comarcal del Pallars y en total los contaminados son 132, de los cuales 89 son residentes y 43 trabajadores, cosa que significa más de la mitad de la plantilla. Por lo tanto, quién durante el último mes haya cruzado la puerta de esta máquina de infectar y no esté en la lista de afectados, ya le vale irse a comprar lotería y que se la pase por la joroba. Seguro que le toca.
Un joven familiar de una de las personas fallecidas decía: "Lo único que pido es saber qué ha pasado dentro de la residencia para llegar a este extremo". Bien, esto es lo mínimo. Viene de oficio. Sobre todo para que no vuelva a suceder. Ni aquí ni en ninguna otra residencia. Hay que saber qué se ha hecho mal para que no se repita en ningún otro sitio. Pero ahora es cuando vamos al apartado de lo que tienen que hacer los responsables de esta matanza. Primero, dar la cara. FUN-DA-MEN-TAL. No puede pasar ni un minuto más sin que quien ha provocado esta situación salga públicamente y diga: "Hola, he sido yo". Y seguidamente, tienen que llegar las explicaciones. ¡TO-DAS! Detalladísimas. Y aceptando preguntas. ¿Qué ha sucedido y por quyé? ¿Qué no se ha hecho bien? ¿Qué ha fallado? Y nos tienen que explicar si intentaron esconder una situación inicial de negligencia a la espera de una mejoría que no llegó y finalmente, cuando la cosa se les acabó escapando de las manos, decidieron seguir callando a ver si se despejaba. Y si fue así, tienen que decirnos quién y por qué tomó la decisión y si alguien colaboró a la hora de taparlo.
Algún día, esperémoslo, sabremos qué ha sucedido realmente en las residencias. Seguramente nos autoconsolaremos diciendo que durante la primera oleada no estábamos preparados y que no se pudo hacer otra cosa. Por desconocimiento, falta de experiencia y de medios... y bla, bla, bla. Pero precisamente por todo lo que ha pasado, a fecha de hoy, a mediados de diciembre no nos puede pasar esto de Tremp. Es que no puede ser. Es que 45 muertos es una barbaridad. Es que en el Pallars y en las comarcas de Lleida será difícil encontrar a alguien a quien, más o menos directamente, no se le haya muerto un familiar. O un conocido. O un vecino. Es que todas estas familias merecen respeto. Y transparencia. E información. Y eso tiene que suceder este mismo fin de semana. Es que depositaron la confianza en una gente que les ha devuelto una caja de pino sin ninguna explicación.
Oigan, es que les han matado a los suyos. Es que tal como están las cosas, que el virus entre en una residencia es una cosa que no debería suceder, pero si sucede no puede llevarse por delante a la mitad de los residentes. Es que, que en una residencia haya 132 infectados es una salvajada. Es que no podemos admitir otra cosa que una comparecencia IN-ME-DI-A-TA de los culpables de esto y que les expliquen a las familias qué ha sucedido. Y que les pidan perdón. Y seguidamente, si es pertinente, que se pongan a disposición de la justicia. Y que la justicia, tan diligente en otras cuestiones, actúe.