Hay mucha gente que la semana pasada, viendo con el alma en un puño la catástrofe del País Valencià, descubrió por primera vez que solamente el pueblo salva al pueblo. De un día por el otro, la frase apareció en centenares de tuits, storys de Instagram y fotos de Paiporta, Algemesí o Xiva donde alguien, con el mismo barro de la calle, la había escrito sobre un muro medio destruido. Es lógico, sobre todo cuando tres días después de una desgracia así no hay nadie más que los vecinos haciendo tareas como vaciar el agua de las casas con cubos, limpiar las calles con tractores u organizarse en medio de una anarquía provocada por la negligencia política de su propio gobierno.

La frase en sí, sin embargo, tiene un origen que algunos que hoy la chapucean ni sospechan. La escribió Juanra Rodríguez el año 1998 y es el estribillo de Leimotiv, un auténtico himno del rock radical catalán. La canción es del grupo KOP y a mucha gente de mi quinta nos permitió entender, cuando éramos jovencitos, que vivimos en un mundo gobernado por unas élites que nunca velarán para salvar al pueblo, sino más bien para seguir aplicando el 'todo para el pueblo sin el pueblo' de toda la vida, pero con un lífting del siglo XXI. Solo así se entiende que, después de una hecatombe, haya policías multando a gente descalza por coger zapatillas deportivas llenas de barro de unos grandes almacenes o personas dedicando más tiempo a organizar un teatrillo para realzar la figura de un monarca que a trabajar incansablemente para hacer que las estructuras del pueblo, creadas y pagadas por el pueblo, se desplieguen en el lugar de los hechos.

El viejo despotismo ilustrado, hoy, es más bien un despotismo posmoderno en el cual el poder, tanto el político como el económico, prefieren matar literalmente al pueblo en vez de hacer caso de las alertas meteorológicas, bajar la persiana dos horas antes de lo que el horario comercial dice y tratar a sus trabajadores como aquello que son: personas. Porque el pueblo, como decía Tyler Durden en aquel fragmento inolvidable de El club de la lucha, somos todos aquellos de los cuales dependen los que desprecian al pueblo. Las personas que murieron ahogadas en sus puestos de trabajo a causa de la avaricia de quienes les pagaben el sueldo, las que desaparecieron dentro de un coche por culpa de unos gestores públicos que no alertaron del peligro inminente y las que hace más de una semana que sobreviven habiéndolo perdido todo, también la fe y la confianza en las instituciones del pueblo, por más que el Rey procure evitarlo haciendo su particular 23-F en versión 2.0. y postulándose, según mi opinión, como clarísimo candidato para obtener el Goya a mejor actor del próximo año.

Yo no sé si los chicos con sudaderas de la División Azul que hablaron con Felipe VI eran o no vecinos afectados de Paiporta, pero sospecho que no eran el pueblo, sencillamente porque es muy extraño que el Borbón se acerque a un palmo de ningún ciudadano de a pie, sobre todo cuando cinco minutos antes el presidente del Gobierno ha tenido que huir por piernas después de que alguien le haya querido abrir la cabeza desde un balcón con un palo de escoba. También es extraño que España 2000, las Juventudes Falangistas o centenares de perfiles afines en VOX hagan tuits con la frase 'solo el pueblo salva al pueblo', ya que ni la entienden ni se la creen. Si por ellos fuera, perros guardianes del capital, el pueblo solo sería aquello que se puede pagar el pueblo: una mutua médica, una vivienda de propiedad o una escuela privada.

Por eso el pueblo, precisamente, somos todos aquellos que día tras día tenemos que luchar contra las trampas, las mentiras y las injusticias creadas por el neoliberalismo que todo lo enfanga y lo mercantiliza, incluso una frase de KOP. Que solamente el pueblo salve el pueblo, desgraciadamente, quiere decir que han fallado los servicios y los medios públicos que existen precisamente para salvar el pueblo, por eso es ignominioso que la canción de uno de los grupos de música más antifascistas de este país se haya convertido, de repente, en un eslogan utilizado por fascistas que no creen en los servicios públicos y que no respetan a las personas llegadas de otras partes del mundo, de otras religiones o de otras lenguas. Es decir, al pueblo.

Que solamente el pueblo salve el pueblo no es un lema antipolítico, pues, sino justamente lo contrario: es una frase que habla de sindicarse, autogestionarse y asumir responsabilidad social, ya que el pueblo salva al pueblo cuando se organiza al margen del sistema. El 99% de las veces, justamente, por culpa de los errores del sistema. Cuándo se paran desahucios, cuándo se recogen alimentos para los más necesitados y, también, como ha pasado ahora, cuándo se llenan autocares llenos de voluntarios con dos botas de agua en la mochila. Por eso el título de la canción de KOP es maravillosamente metafórico, ya que cada cierto tiempo, con la eficacia de un reloj, una desgracia nos azota y nos recuerda que en esta asquerosa sociedad individualista que glorifica el beneficio privado y promueve el sálvese quien pueda, solo la solidaridad y el soporte mutuo nos permiten sobrevivir. Por eso, como un leimotiv, de vez en cuando solamente el pueblo salva al pueblo.