¿Os habéis fijado en la cantidad de productos que hay a la venta para mejorar nuestra imagen personal? ¿Qué nos intentan decir, que somos defectuosos?, ¿que estamos tarados?, ¿que nuestra belleza depende de los productos que nos aplicamos en el cuerpo y no de nuestra personalidad? Pensemos en ello porque, si lo estiramos un poco, podríamos estar hablando de este tema durante muchas horas. Si hiciera todo lo que las grandes multinacionales de la cosmética me aconsejan que haga para parecer veinte años más joven (aparentar la edad que tienes es un insulto para esta sociedad), no saldría de casa antes de la cinco de la tarde aun habiéndome levantado a las tres de la madrugada. Hoy os daré una serie de consejos para que este mundo mejore.

Empecemos por el pelo. Está completamente prohibido salir a la calle con el pelo que Dios os dio. Ni se os ocurra. Antes os lo tenéis que lavar con un champú que os lo repare; porque seguro que tenéis un pelo sin vida y deshidratado, y no querréis que el resto de la gente lo vea y les estropeéis el día, ¿verdad? Después de aplicaros el champú de aceite de oliva sin sulfatos ni silicona —que os habrá fortalecido inmediatamente la fibra capilar y os habrá reconstruido las neuronas— aseguraos de poneros un buen suavizante de queratina, ácido hialurónico, sal y pimienta en las puntas para que no se os abran por la calle y puedan hacer daño a alguien. Y, si os sobran un par de horitas más, os untáis toda la cabeza con una mascarilla ultramegasuper-repair de setenta y dos horas de hidratación intensiva para que vuestro pelo pase de parecer paja a parecer hilos de oro celestiales.

Vamos hacia el cuerpo. Cuando compréis un gel, nada de coger la marca blanca del supermercado (a menos que deseéis que os salgan escamas como a los peces), ¡que os conozco! No seáis tacaños, que con la belleza no se juega. Lo que necesitáis (aunque vosotros no lo sepáis porque sois unos ignorantes) es un gel que sea de origen natural (es decir, que no venga de otro planeta), que esté dermatológicamente probado (es decir, que lo haya probado alguien y no haya muerto) y que lleve manteca de karité (karité es una palabra aramea que significa ‘culo firme; culo que no vacila’). Cuando os duchéis, os lo tenéis que pasar por todo el cuerpo haciéndoos masajes circulares y cantando "Cucú cantaba la rana". Una vez hayáis salido de la ducha, coged deprisa la crema corporal anti-todo (antimanchas, anticelulitis, antienvejecimiento, antiflacidez, antifelicidad...) que previamente habréis comprado (no creo que pase de unos sesenta euros) y os la esparcís por todo el cuerpo sin dejaros ni una zona. Conozco el caso de una chica que se olvidó de ponerse crema en el codo y le salió una arruga que nunca más pudo eliminar.

¿Os habéis fijado en la cantidad de productos que hay a la venta para mejorar nuestra imagen personal? ¿Qué nos intentan decir, que somos defectuosos?

No, no me he olvidado de la cara, tranquilos. La cara es nuestra carta de presentación al mundo; así pues, la tenemos que cuidar aún más. Lo primero que tenéis que hacer cuando os levantéis a las tres de la madrugada (porque, si lo hacéis más tarde, no tendréis tiempo de hacerlo todo) es ir corriendo al lavabo y lavaros la cara siete veces con una pastilla de jabón natural hecha con agua del mar Muerto (rica en calcio, magnesio, potasio y bromo) y con melocotones del Himalaya recogidos cuando sale el sol y los pájaros todavía duermen. Cuando la epidermis ya os haya quedado reducida a la mitad de su grosor habitual, es el momento de aplicar el suero, la crema de después del suero, el aceite de chirivía, la crema de después del aceite de chirivía, el pepino y la crema solar para que no os salgan manchas en la piel. Quietos, que no he terminado: ahora toca maquillarse. No os pensaríais que saldríais solo con la cara ultrahidratada, ¿no? Por cierto, para evitar traumatizar la gente de vuestro entorno con vuestras arrugas, os tendríais que poner una mascarilla facial antiedad dos veces al día y tendrías que seguir una dieta pobre en carbohidratos y grasas trans.

En cuanto al maquillaje, necesitaréis un pintalabios del mismo color que los labios de vuestra entrepierna (para no desentonar); unas pestañas postizas de unos treinta centímetros de largo (así, mientras habláis con alguien, lo podréis abanicar para que esté fresco); una buena base facial del mismo color de la piel de vuestro cuerpo (para no parecer un semáforo); un poco de brilli-brilli por si oscurece y no lleváis una linterna, y lo más importante, un buen eyeliner para que vuestros ojos parezcan diez veces más grandes (si se os acerca un animal depredador, lo podréis asustar con vuestra mirada).

Esto es lo mínimo que tenéis que hacer para salir a la calle si no queréis ofender a la gente con vuestras imperfecciones. Ya sabéis que las tenéis; no hace falta alardear de ello. Yo os aconsejo, también (ya que estamos puestos), que os hagáis alguna cirugía estética para levantaros este culo, estos testículos o estos pechos que ya se os caen y para quitaros todas las líneas de expresión facial y evitar que la gente os malinterprete cuando habláis. También sería interesante que os infiltrarais un poco de ácido hialurónico en los labios para no tener los labios diferentes a los del resto de la gente. Un poco de solidaridad, por favor, que en este mundo hace mucha falta. Espero que mis consejos os hayan servido para ver que las imperfecciones se pueden tapar y que el mundo irá mejor si lo hacemos.