Querido Sr. Cambray,
No sabe la inmensa alegría que me ha dado esta mañana cuando, tomando un rooibos que me había traído la Carmeta, mi secretaria, y mientras yo hacía tiempo para recibir la visita de unos padres, lo he escuchado en la entrevista que le hacía la periodista Gemma Nierga en el programa Cafè d'idees de la TVE. Me presentaré, porque no sé si me recordará de aquella vez que estuvimos charlando durante el picoteo de celebración de su año de mandato. Usted a mí me dio muy buena impresión. Soy Mariona B., la que hace 13 años que ostenta el cargo de directora del centro concertado Institució Barcino, ubicado en el Eixample. Déjeme decirle que ya era hora que un conseller d'Educació reconociera, como medida IMPRESCINDIBLE, la necesidad de un incremento presupuestario en la escuela concertada de un 56% —ni que esté bajo el pretexto de hacer una escuela más inclusiva para poder atender al poco alumnado vulnerable que nos llega y hacer ver que paramos el problema de la segregación escolar—. Un 56% que, si no recuerdo mal, se añade al antiguo aumento de más de un 180% de las subvenciones que nos han ido tan y tan bien estos últimos años. Por fin, un responsable político ha entendido que para mantener el nivel de calidad que nuestro tipo de escuela ofrece, hace falta mucho y mucho dinero. La satisfacción que siento solo la puedo compartir con usted y no con mi amiga, Júlia O., directora de un instituto público del mismo Eixample, a quien quiero mucho y con quien me une una fuerte amistad desde que nos sentábamos juntas de chiquitinas en el pupitre de las Teresianas. ¿Yo no le quiero ningún mal a Júlia, pobrecita, pero usted sí que ha entendido que no solo la red pública tiene vocación de servicio, verdad, conseller?
Como usted sabe muy bien, nosotros no somos una escuela de élite de aquellas como el Saint Paul's, Frederic Mistral, el Sant Ignasi o el Liceo Francés, donde se pueden llegar a cobrar hasta 1.000 € mensuales en concepto de escolarización, a pesar de estar también concertadas y recibir de la Generalitat hasta más de 6 millones de euros anuales. Nosotros somos una escuela del barrio, pero las familias también nos piden que mantengamos unos estándares de calidad, ya que por eso nos confían a sus chiquillos. La Institució Barcino es muy moderna y experimental, y nuestro profesorado está tan comprometido que se forma continuamente en cursillos y workshops de fin de semana, y nunca de los nuncas hace huelga, cosa que complace mucho a nuestros clientes. La escuela que dirijo se caracteriza por poner mucho énfasis en la adquisición de conocimientos con un alto nivel de exigencia, poniendo en valor la cultura del esfuerzo, cosa que Júlia me ha jurado que su conselleria ya ha proscrito totalmente. Como es obvio, Usted sabe que eso nosotros solo lo podemos conseguir con un estricto cumplimiento de la reducción de las ratios en las clases, especialmente en las de matemáticas y de inglés, porque nuestros clientes no nos perdonarían unos resultados tan pobres en las pruebas de Competencias Básicas como los que obtienen sus escuelas públicas. Mire, usted y yo sabemos que para evitarlo hacen falta medidas como hacer codocencia y tener más de una profesora en el aula permanentemente (no a ratitos como en el instituto de Júlia) para dar apoyo al alumnado con más dificultades. Y sobre todo, aunque sea "políticamente incorrecto", y creo que prohibido en la escuela pública, nos hace falta hacer grupos de nivel muy flexibles para atender las capacidades y necesidades de cada uno de ellos.
Como si eso no fuera poco, tendría que añadir que nuestros clientes quieren para sus hijos e hijas una escuela acogedora que disponga de instalaciones aceptables, lo cual pide una constante inversión en el mantenimiento, por ejemplo: de los vestuarios del gimnasio y el cloro antialérgico de la piscina; del arbolado de los patios ecosostenibles; del mobiliario de colores pintado y estropeado de las aulas; de los cojines desinflados de los rincones de lectura; de las tablets, ordenadores y pantallas digitales que siempre acaban fallando; de los robots y las atascadas impresoras 3D; del equipamiento inflamable de los laboratorios; de los talleres y de los delicados instrumentos de las aulas de música, además de la permanente poda de reliquias amarilleadas y su sustitución por novedades de los ejemplares de la biblioteca escolar... Los clientes también nos piden que cubramos sus necesidades de conciliación y por eso tenemos que ofrecer nuestros servicios non-stop desde las 8 de la mañana con la acogida de los niños, hasta las 7 y media de la noche cuando acabamos todas las extraescolares: canto coral, instrumentos musicales, expresión corporal y teatral, escuela de idiomas del mundo, deportes diversos... Además, les solventamos también los periodos de vacaciones de verano, porque organizamos estancias en el extranjero y casales ludicoculturales de todo tipo. Todas estas actividades, junto con el comedor escolar eco-bio para nuestros alumnos vegetarianos, veganos, flexiterianos, celíacos o intolerantes, serían del todo insostenibles sin el apoyo de nuestra Fundación Loseta del Eixample sufragada por las cuotas mensuales de nuestras familias. Dado que todo eso les cuesta una media aproximada de 600 euros mensuales por niño, comprenderá la alegría que me ha dado esta mañana cuando he oído sus declaraciones de apoyo, inequívoco y merecido, hacia las escuelas concertadas que, al no ser de élite, tenemos una clara vocación de servicio a la sociedad.
"Mientras tú te preocupas por renovar el cloro de la piscina y por el color de los cojines desinflados, nosotros todavía estamos en barracones, no tenemos ni biblioteca ni una buena conexión a internet, hace dos meses que espero a un sustituto de matemáticas y nuestras clases tienen la densidad del metro en hora punta"
Pero como no llueve nunca a gusto de todo el mundo, al cabo de un rato la Carmeta me ha pasado una llamada de Júlia, alocada e indignada, por sus mismas declaraciones. ¿"Has oído al conseller Cambray? ¡Qué cara tiene este individuo"!, me ha lanzado desde el principio. Y entonces, he tenido que tragarme su retahíla de agravios: que "cómo es posible que ya a estas alturas a ti te financien la escolarización de cada alumno con necesidades educativas especiales cuando entran en 1.º ESO con casi 1.000 €, cuando a mí solo me dan cerca de 400 ¿Y todavía ahora os incrementarán el concierto en un 56%? Si somos nosotros, la pública, los que cogemos, como buenamente podemos, el 70% de alumnos vulnerables y con necesidades de apoyo educativo!! ¿Qué pasa? ¿Os tienen que sobornar para que cojáis alguno de más? ¡Mientras tú te preocupas por renovar el cloro de la piscina y por el color de los cojines deshinchados, nosotros todavía estamos en barracones, no tenemos ni biblioteca ni una buena conexión a internet, hace dos meses que espero un sustituto de matemáticas y nuestras clases tienen la densidad del metro en hora punta, por no hablar de los alumnos que no funcionan en vuestra escuela y me los enviáis todos a mí!!", me ha dicho airada. "De verdad parece que este hombre se ría de nosotros"!. Yo he aguantado estoicamente los gritos de su letanía para apaciguarla, aunque pienso que quizás un poco de razón sí que tiene, porque la verdad, Sr. Cambray, las veces que la he esperado en la puerta de su instituto para ir a hacer un cortadito, aquello parece una delegación de la ONU con tantos colores de piel como tienen. Por no hablar de cómo visten, que aquello da la impresión de un "carnaval" permanente. Ni punto de comparación con los niños que nosotros tenemos, todos tan aseados con sus mochilas nuevas cada año, todos hablando catalán, de que si hay alguno chino es adoptado y también lo habla. En fin, yo para justificarme le he recordado que en la escuela hace un año que hemos acogido a un grupito de niños y niñas ucranianos porque eso de acoger refugiados de guerra es muy educativo para nuestros niños y, qué caray, que nosotros también tenemos conciencia social!! Entonces Júlia me ha lanzado uno sonoro "Tú eres tonta" y me ha colgado el teléfono.
¿Se lo puede creer, señor conseller? ¿Y qué culpa tengo yo de que la escuela concertada tenga más prestigio social, mientras que todo el mundo sabe que la red pública ha quedado relegada a una función meramente asistencial? Ojalá todo el mundo se la pudiera pagar, pero no seré yo quien vaya en contra del derecho a escoger escuela que tienen las familias. Solo nos faltaría esta!! Yo no sé si aquello del cheque escolar que promocionaba el PP era la solución, pero usted no se deje intimidar y siga mejorando las subvenciones en las concertadas, superando si hacen falta las últimas propuestas que la presidenta Ayuso ha hecho en la comunidad de Madrid. Como usted sabe muy bien, conseller, ya que también lleva a sus niñas a la escuela concertada, nuestras familias no solo buscan unas condiciones adecuadas para el aprendizaje sino sobre todo un entorno que socialice a sus hijos e hijas en un círculo similar al de casa. Y por mucho que yo le insisto a Júlia que nosotros somos una escuela de barrio, y no una escuela de élite, y que nos esforzamos por hacer una función social, la muy pelma siempre me dice que no sea ingenua, que la concertada servimos para segregar al alumnado, y que a la hora de la verdad los resultados educativos no dependen tanto del método pedagógico y del proyecto educativo de los centros, como del poder económico y del capital cultural que aportan las mismas familias. Y yo qué culpa tengo de todo eso!?
Mire, señor conseller, quizás sí que soy un poco cándida, pero quiero acabar la carta reiterándole mi profundo agradecimiento. Es más, le confesaré que hasta día de hoy yo siempre había sido votante de la antigua Convergència, pero me he dado cuenta de que, aunque este partido estuvo durante 30 años dirigiendo el cotarro del país, nunca lo llegó a hacer tan bien como ustedes con solo dos años de mandato en la Generalitat. En consecuencia, y dadas las subvenciones que su conselleria quiere aplicar a la escuela concertada, ya le digo que de ahora en adelante puede contar con mi voto, que eso de ser de ser una rancia juntaire ya no se lleva nada y, en cambio, ser de ERC mola más. Ahora bien, ya lo advierto que con el voto de Júlia no podrá contar nunca, porque a cada curso que pasa se radicaliza más y me amenaza con hacerse militante de la izquierda radical, de las de carné y camiseta. ¡Pobre chica! Quien lo hubiera dicho cuando nos sentábamos juntas en el pupitre de las Teresianas!! Para hacer las paces, mi amiga me acaba de enviar un whatsapp con unos emoticonos de besitos y el enlace a un tuit de un tal @realcambray con un plátano —cosa me ha hecho sospechar que no puede ser usted— que dice literalmente: "Muchas familias están viviendo momentos económicamente difíciles y eso solo lo solucionaremos dando más dinero a los ricos". ¿Usted cree?
Con mis mejores deseos de futura votante,
Mariona B.