Si esta carta fuera un ejercicio literario de ficción, cosa que, desgraciadamente no es, yo sería un personaje secundario de una anterior que mi esposa, Nora Said-Cohen, delegada de Unicef en Catalunya y reputada consultora-comisionada en procesos de evaluación de calidad democrática para las Naciones Unidas, dirigió a la consellera Simó, para advertirla ya del peligro que supone la caída en picado de la democracia en los centros educativos catalanes.
Ya le dije yo a Nora que no perdiera el tiempo, que su conselleria era especialista en buscarse asesores dudosos, generalmente vinculados a fundaciones y empresas privadas, y a despreciar las opiniones juiciosas. ¿Es Usted lectora habitual de la sección de ElNacional.cat llamada Les Tietes? Si no es así, se la recomiendo, porque soy de la opinión que ahora que apenas se estrena en el cargo —y todavía le tenemos que dar un cierto margen de confianza—, debería buscarla en los anales de este digital y leerla con calma para hacerse una buena composición de lugar del deplorable panorama educativo que Usted se ha comprometido a enderezar. ¡¡Más artículos vehiculando las cartas de mujeres sensatas, quejumbrosas con el desastre académico y pedagógico de nuestro país nos tendrían que hacer llegar Les Tietes estas!! Pero imagino que las pobres —que no sé quiénes son, porque tienen que quedar en el anonimato por temas de seguridad— no deben dar abasto y sospecho que este trabajo tan necesario no lo deben ni cobrar, pues así funcionan las cosas en esta patria nuestra de supuesta ejemplaridad democrática y rigor profesional.
Recomendaciones aparte, deje que me acabe de presentar. Me llamo Laura Bortoluzzi Giró, de madre catalana y padre italobrasileño, afincada en Barcelona desde hace 19 años y, como ya le explicamos a la anterior consellera, profesora de filosofía de un instituto de Sant Gervasi. Previamente, le he comentado que soy la mujer de Nora Said-Cohen, y se me debe haber encomendado su sentido de la perseverancia y su tozudez, porque yo, ahora que hace casi un año del ataque de Hamás del 7 de octubre, 11 meses de la carta de la Nora a su conselleria, más de 40.000 muertos en Gaza (que se conozcan, porque deben ser muchos más) y una muy peligrosa escalada del conflicto en la zona con la invasión israelí del Líbano y los ataques a Yemen, ya no sé qué más tiene que pasar para que, como comunidad educativa, nos arremanguemos un poco y nos propongamos dar herramientas para fomentar el espíritu crítico entre nuestros educandos. Más bien al contrario, continuamos, como le decía Nora, "despolitizados" y "anestesiados" y mirando hacia otro lado, a excepción de unas pocas y muy loables iniciativas llevadas a cabo por una minoría del profesorado.
No me diga, consellera, que no le preocupa el tema, porque Usted, que es licenciada en Ciencias Políticas y Máster en Relaciones Internacionales, tendría que tener un poco de sensibilidad al respecto. De acuerdo que no ha pisado nunca un aula, a pesar de ser consellera de educación, pero sí que, como buena especialista en temas políticos, la tendría que inquietar el hecho de que nuestro sistema educativo cada vez forma menos al alumnado para ejercer una ciudadanía crítica y responsable, que paradójicamente nuestras leyes educativas sí predican.
Sin ir más lejos y por ponerle un ejemplo muy obvio, le querría hablar de la elección del contenido de las PAU en la materia de filosofía, de la cual soy buena conocedora. Hace años y años que vamos reclamando, exigiendo, que una filósofa se incluya, ya y por fin, en el temario de las pruebas de selectividad. ¿Dónde se ha visto que nos llenemos la boca del valor de la coeducación, la escuela inclusiva y más mandangas políticamente correctas y, en cambio, los responsables de la selectividad hayan sido incapaces de "encontrar" a una pensadora que esté a la altura intelectual de los eternos y canónicos Platón, Descartes, Locke, Kant, Nietzsche y todos los inamovibles señoros que forman el inmutable templo de la filosofía occidental?
¡Perdone mis maneras burdas, pero es que estoy muy enfadada, porque después de esperar tantos años ahora resulta que me aparecen con la propuesta descafeinada de trabajar en el aula a la estadounidense Martha Nussbaum! A ver, Usted no es del gremio y, por lo tanto, ya supongo que no tiene ningún criterio, pero para nosotras, filósofas en activo en un mundo convulso y militantes del feminismo, la elección no pasa de ser una triste ocurrencia. ¿De verdad que no había ninguna otra filósofa más representativa y potente que la Nussbaum? ¿Verdad que Usted ni la conocía? Sospecho que su elección ha respondido al criterio de "dar miguitas a los pececillos" para que callemos, claro está.
Y apuesto que la han escogido porque lógicamente es mujer (¡y así ya las tenemos contentas!) y es una especie de figura de consenso que no molesta, porque como buena pensadora de la órbita anglosajona defiende la democracia liberal y no es nada, pero nada, "radical" en el sentido que damos a la palabra "radical" los que somos del gremio de la filosofía, es decir, el de ir a las raíces mismas de los problemas que conforman la realidad, la que nos ha tocado vivir en el hoy inmediato.
Insistir en el análisis de las capabilities e introducir las emociones en la educación como hace la Nussbaum esta me recuerda demasiado a eso de la enseñanza por competencias, a la asunción de que los chicos y las chicas van a la escuela para ser felices y todos aquellos mantras psicopedagógicos que justamente están hundiendo las escuelas de nuestro país. ¿O no es eso, precisamente, lo que estamos viendo que hay que cambiar? Mire consellera que no entiendo nada de nada: ¿lo que criticamos por una parte lo reintroducimos por la otra, es eso?
Ya no sé qué más tiene que pasar para que, como comunidad educativa, nos arremanguemos un poco y nos propongamos dar herramientas para fomentar el espíritu crítico entre nuestros educandos. Al contrario, continuamos "despolitizados" y "anestesiados" y mirando hacia otro lado, a excepción de unas pocas y muy loables iniciativas llevadas a cabo por una minoría del profesorado
Yo le propongo que intervenga aquí también y que ponga un poco de orden, que no le tiemble el pulso y sea también radical como la filosofía misma. Y si es verdad que esta disciplina tiene que formar realmente ciudadanos reflexivos, críticos y responsables, dejémonos de propuestas light y poco probadas por el tiempo —que pone todo y a todos en su lugar— como lo es la Nussbaum y recuperemos el fantasma y el espíritu de Hannah Arendt. No me viene ninguna pensadora que nos dé más herramientas para comprender la actualidad, porque sus reflexiones arraigan en y surgen de los conflictos sociales mismos y, por lo tanto, van a las raíces de lo real.
Usted sabe tanto como yo que entender el mundo y hacerse una opinión crítica y orientada es hoy en día el trabajo ingente y urgente que la filosofía tiene encomendada a las escuelas. En un mundo donde la amenaza de la extrema derecha y el fascismo renacen en todas partes, leer la Arendt de Los Orígenes del totalitarismo sí que nos puede ayudar a entender cómo se gestan, precisamente en medio de democracias autoritarias y corruptas, estos movimientos devastadores para la libertad humana. En un mundo donde las guerras se empiezan a percibir como inevitables, incluso en el corazón de Europa, y donde la sombra del genocidio se abate sobre el pueblo de Palestina, leer a Arendt, que testimonia el juicio de Eichmann en Jerusalén, sí que nos permite identificar correctamente el crimen que, precisamente ahora el sionismo extremo está perpetrando como verdugo.
Ironías de la historia que la pensadora judía nos pueda ayudar a entender qué está pasando en Israel y en muchos otros lugares del mundo mucho mejor que la Nussbaum, ¿no cree Usted? Nadie como ella nos explica cómo la propaganda (hoy a través de las masivas redes sociales) inocula la semilla de la intolerancia y el racismo en la población, cómo se promueve la indiferencia política ante la corrupción, la injusticia y el uso de la violencia. Leer los textos de la filósofa en la escuela sí que nos permitiría ser "competenciales" porque podríamos conectar el pensamiento radical y profundo con la historia y la actualidad, el presente con el pasado, para hacer que sea verdad aquello de que un hecho tan ignominioso y monstruoso nunca más debe volver a pasar.
En fin, Sra. Niubó, imagino que, con un poco de suerte, a esta carta quizás le dedicará tres minutos de una lectura en diagonal, porque sé que la agenda la aprieta y hace días que la esperan los "hombres de negro" de la OCDE para firmar no sé qué acuerdo futuro para transformar la FP. ¡Pongámonos a temblar! Pero mire, a mí me da igual, tanto el profesorado de filosofía como yo seguiremos el ejemplo de Nora, de Hannah Arendt y de Francesca Albanese, relatora de la ONU en los territorios ocupados de Palestina, a quien ya no le quedan más informes por redactar que demuestren el genocidio y a quien, pobrecita, ya hemos visto demasiadas veces llorar de impotencia y de rabia ante las cámaras.
La cuestión es que tanto el profesorado de filosofía como yo nos negamos a que nuestro alumnado continúe "despolitizado" y "anestesiado" ante la realidad y, para evitarlo, ya le anticipo que servidora practicará la disidencia. A todos aquellos alumnos que tenga bajo mi responsabilidad, los adiestraré a responder ingeniosamente preguntas de las PAU sobre textos de la Nussbaum (¡eso cuando tengamos una traducción al catalán!), y el resto de mis horas lectivas las emplearé en ser realmente "competencial" hablándoles de Arendt y de la amenaza de la banalidad del mal. Porque yo sí que quiero contribuir a convertirlos en ciudadanos críticos, responsables y empapados de espíritu democrático y no espectadores pasivos o incluso cómplices de lo que nunca más tendría que volver a pasar.
Nada más, Sra. Niubó. Me siento esperando su respuesta, que me imagino que nunca me llegará…
Laura Bortoluzzi Giró