La gran cuestión de la semana es qué va a pasar con la unidad de Sumar y Podemos. Lo peor en tiempo electoral es empezar una campaña electoral con un ‘Esto es un desastre’, precisamente como ha arrancado el PSOE con los resultados del 28-M y como continúa Yolanda Díaz en las negociaciones de la coalición. Los partidos a la izquierda del PSOE abordan estos cuatro días antes del fin de plazo del registro con el sudoku de los puestos, las listas, el funcionamiento del futuro grupo parlamentario y presupuestos. El panorama de la negociación empieza a parecerse mucho al de Andalucía, cuando llegaron tarde y mal al registro y cosecharon menos de un 7% de voto en las elecciones autonómicas del pasado mayo.

Desde el espacio de Sumar, coinciden en que no hay acuerdo y están todavía negociando a quince manos, quince partidos. Las negociaciones no se produjeron antes del lanzamiento de la candidatura de Yolanda Díaz en el polideportivo de Magariños y es ahora cuando se produce el reparto. Los puestos de salida lo son casi todo. Son el poder de hoy y el de mañana. Más cuando la supervivencia inmediata puede ser la futura si la coalición de gobierno no repite. Que no se hiciera antes de Magariños demuestra que el apoyo de los partidos a Yolanda fue ‘gratuito’. Y “sin rencor, tratamos a todas las fuerzas por igual”, dicen fuentes de la negociación.

Ahí está la guerra fratricida. Podemos no se ve como un igual al resto, aunque haya desaparecido en Madrid o Valencia, y su pérdida en votos haya frustrado la reedición de varios gobiernos con el PSOE. Pero todos han bajado y Podemos se reivindica como partido origen, el autor de la coalición que ahora debe reeditarse.

Desde el espacio morado, el minuto-resultado a cuatro días del cierre de candidaturas es que solo hay conversaciones vagas con Sumar (cuatro encuentros de apenas 20 minutos) con el mensaje de que Compromís, Más Madrid y los comunes se imponen en sus territorios y empujan a Podemos fuera de Madrid, Valencia y Catalunya. “Así no podemos ir a ningún lado”, dicen. Este es el primer gran escollo. Porque Podemos hace sus números y le salen dos asientos en las tres circunscripciones fuertes. El segundo obstáculo es la inconcreción de las negociaciones. A estas alturas, no se ha detallado qué se considera justo en cada circunscripción.

Cada uno blande sus números. Compromís tiene un diputado por Valencia y Podemos tres (uno por Valencia, otro por Alicante y Castellón). E insisten en el voto dual que premia a Compromís o los comunes en las autonómicas y a Podemos en las generales. Algo así como les ha pasado en Madrid antes de desaparecer. En 2019 Podemos tuvo un 5,6% de voto frente al 14,6% de Más Madrid, pero en las generales se invirtió el porcentaje. Y tiran de la encuesta 40 dB de Belén Barreiro en El País, que da 7 puntos de intención directa de voto a Díaz y 4 a Podemos, así que concluyen que la mitad de la intención de votos del espacio la ponen ellos.

Pero todo son cálculos pre 28-M, cuando mantenían gobiernos y representación parlamentaria. En estas últimas elecciones, yendo con su programa y su campaña, el hundimiento ha sido generalizado. En esta pelea, Podemos entiende que de facto no los quieren dentro. Y hay mucho de cierto.

Así que Podemos mantiene su posición de máximos y el señalamiento a la figura de Yolanda Díaz, a quien definen como una candidata encerrada en boxes, aporreando el coche con una llave inglesa, mientras el resto de los coches ya está dando vueltas por la pista. Desde el otro lado, muchos en Sumar lo resumen como la táctica de presión de siempre. En lo concreto, Podemos no acepta el veto a Irene Montero (desde Sumar aseguran que no lo hay), ni “el exterminio”. Si la oferta es cerrar el partido y posiciones residuales —como un diputado por Granada— no estarán. Y luego están los tiempos. Desaparecidas las primarias, cuando esté listo el acuerdo, Compromís y la formación morada se comprometieron a ratificar en una consulta con sus militantes el pacto con Sumar antes de ratificar nada. A cuatro días, tampoco será fácil.

La campaña ya no será tan amable. El PSOE ahora quiere todo el voto de la izquierda. Conseguir el mayor grupo parlamentario posible mientras Yolanda Díaz debe superar el 10% para tener opciones de gobernar. Sumar va con el tiempo justo, un adelanto electoral inesperado, pocos cuadros y el enfrentamiento con Podemos. Hoy todavía no se sabe cuándo se producirá el anuncio del acuerdo. Si habrá foto de Díaz con Belarra. Si habrá, siquiera, fumata blanca. No hacen falta encuestas para concluir que si van por separado las tres papeletas de la izquierda estatal se pueden ver en el ‘momento Huesca’, con cuatro partidos el 28-M y un 20% de votos sin representación. Esta semana todo será ruido hasta la foto final del viernes noche. Habrá cristales rotos o un matrimonio de conveniencia. El desastre final o la última carrera de la legislatura hacia lo que venga después. De la ilusión del programa, todavía, ni rastro.