Al principio de estos tiempos, cuando Yolanda Díaz no había verbalizado su malestar con los morados, cuando era candidata a dedo molesta con las formas pero dispuesta a responsabilizarse del espacio, desde Podemos y otras formaciones de izquierdas se criticó la tardanza en los tiempos. En concreto, Podemos señalaba que en julio de 2022 debían estar estipuladas las reglas y la relojería de las candidaturas definida. Ahora es probable que no sea hasta verano, incluso septiembre, cuando haya o no primarias y se resuelva si está o no Podemos. En esta semana clave en la izquierda de Sumar la pregunta más relevante es ¿quién estará en el acto del próximo domingo en Madrid? Es relevante el abrazo de Yolanda Díaz con el canario Alberto Rodríguez (formación Drago), molesto con Podemos por la falta de apoyo cuando perdió su escaño en el Congreso.
Estarán Ada Colau por los comuns, Mónica García y Rita Maestre por Más Madrid, Iñigo Errejón por Más País, Alberto Garzón por IU o el propio Jaume Asens, portavoz de los comunes en Madrid. El interlocutor de Díaz en el Congreso, el diputado Chema Guijarro, o la vicepresidenta cuarta de la Mesa, Gloria Elizo, entre otros y otras. Desde el exsecretario de organización de Pablo Iglesias a su mano derecha en el pacto de los botellines, los cercanos al exlíder de Podemos han dado ya el paso en la alianza de un espacio históricamente fraccionado, cuya unión en Sumar no tiene precedentes.
Los votantes progresistas del espacio miran el espectáculo con desconcierto. La coyuntura está siendo la misma, un Sumar-Podemos que puede acabar en la imagen de un matrimonio forzoso e indeseado
Quien cree que no estará en la foto del domingo 2 de abril es Podemos. No hay pacto, las negociaciones están estancadas y los morados esperan a una cesión de Díaz que no llega. De las últimas cinco reuniones no ha habido ningún avance. La última, entre Lilith Vestrynge como secretaria de organización y Joseph Vendrell, el negociador de Sumar, ha acabado en el rechazo a aceptar que Podemos defina las primarias abiertas. El párrafo puesto sobre la mesa a negociar pide “primarias abiertas al conjunto de la ciudadanía, acordadas entre Podemos y Sumar” requiere, por parte de Podemos, del compromiso público de la vicepresidenta segunda. De momento, es impensable para Díaz que Podemos ponga las reglas de una partida donde hay una quincena de partidos.
Desde Podemos son más duros y ponen sobre la mesa el legado de la coalición, los 33 diputados del bloque, frente a partidos que no suman más de 3 escaños, como IU o Más País. Todo por las listas, Podemos señala a los actores que van a la fiesta del 2 de abril con la expectativa de ganar terreno porque parten de poca fuerza. Y de fondo, todo se parece demasiado a Andalucía. Con conversaciones que no van a ningún sitio, con los mismos actores —Vestrynge y Vendrell— y la amenaza de pactos en el último minuto.
Yolanda Díaz se ha referido en alguna ocasión a la coalición como un hijo no deseado, en referencia al deseo original de Pedro Sánchez por pactar con Ciudadanos y la resistencia a formar gobierno en las elecciones de abril de 2019. Los votantes progresistas del espacio miran el espectáculo con desconcierto. La coyuntura está siendo la misma, un Sumar-Podemos que puede acabar en la imagen de un matrimonio forzoso e indeseado. Podemos juega a la presión y no descarta ir en solitario. Desde el espacio de Díaz, a no ceder y que el tiempo corra hasta que toque. En Andalucía, Podemos no sobrepasó el límite y no llegó al censo. El bloque sumó el peor resultado del espacio en la última década. La división, los procesos internos, son propios de la izquierda. Para ser izquierda de gobierno, la estrategia andaluza es la baza perdedora.