No quería hablar de esto, pero creo que lo tengo que hacer porque ya estoy hasta el gorro y ya se me han hinchado las narices demasiadas veces. Se ve que ahora en las escuelas no suspenden a ningún niño ni le dicen nunca que no para no traumatizarlo. Van pasando cursos sin haber entendido nada ni haber asimilado ningún conocimiento (estos niños serán los que dirigirán el país en un futuro). Pero, ¿hemos perdido el juicio? ¿Hay alguien que todavía tenga los pies en el suelo? Educa a un niño sin decirle nunca que no y verás qué futuro psicópata, narcisista, sociópata tendrás en casa. Y no estoy hablando de un caso aislado, estoy hablando de la educación de todos los futuros adultos de Catalunya. ¿Podemos terminar con todo este suicidio colectivo de una vez? ¿A quién se le ocurrió la idea de hacer niños de azúcar? Supongo que se había fumado o tragado alguna planta alucinógena. Eso sí, si el profesor habla en castellano porque el padre de una familia de recién llegados intolerantes le ha dicho que se tienen que hacer las clases en castellano porque viva España y la madre patria, no pasa nada, parece que no supone ningún trauma para los catalanoparlantes que no se puedan educar en su lengua materna en su propia tierra. Seamos un poco coherentes, por favor.
En los años ochenta y noventa quienes mandaban eran los padres y los profesores (y no los alumnos y los hijos), y los deberes se los ponían solo a los alumnos, ahora también se los ponen a los padres, que suficiente trabajo tienen. Antes los padres trabajaban para llevar comida a casa y estas cosas y, sorprendentemente, también pasaban tiempo con sus hijos sin hacer manualidades después de trabajar y sin tener que demostrar nada al profesor. El padre que no quiere o no puede pasar tiempo con sus hijos no lo pasará ni con ni sin deberes; así que no hay que cargar de más trabajo del que pueden asumir a los padres que ya pasan tiempo con sus hijos.
Esta educación hippy-chachi-piruli de poca monta lo único que hará es que tengamos unos adultos sobremedicados, dependientes, incapaces de afrontar la frustración
Ahora resulta que los alumnos llevan la batuta. Se quieren asegurar que ningún niño tenga un trauma por culpa de un no inesperado o de un suspenso. De lo que se tendrían que asegurar es de que ningún alumno sufra acoso escolar ni maltratos en el entorno familiar; de que los alumnos aprendan algo de provecho (como por ejemplo tener una buena comprensión lectora y saber redactar textos y expresarse); de que se respete la lengua propia de Catalunya (el catalán o el occitano) en las escuelas, y de que los alumnos sepan que hay cosas que no pueden hacer y que hay una autoridad que tienen que respetar. Pero, está claro, esto sale demasiado caro y supone un esfuerzo demasiado grande. Esta educación hippy-chachi-piruli de poca monta lo único que hará es que tengamos unos adultos sobremedicados, dependientes, incapaces de afrontar la frustración, incultos, otakus y con fuertes crisis de ansiedad y depresiones. Eso sí, saldrán guapísimos en las fotos de Instagram. Y que no os extrañe que se vuelvan agresivos si alguien les dice que no. Entonces todo serán lamentaciones.
No se les puede decir que no y no se les puede poner una nota en un examen porque se podrían desmotivar y frustrar. Si se desmotivan o se frustran, es porque tienen un profesor que ha elegido este oficio por el sueldo y las vacaciones y no porque sea su vocación, o porque el profesor tiene que hacer tanta burocracia durante la jornada laboral que no tiene tiempo de hacer lo que realmente le gusta, que es enseñar. Los profesores que sienten vocación por la docencia están desesperados y deprimidos por culpa de la carencia de lógica del sistema educativo; no levantan cabeza. Están destrozando la ilusión de enseñar de los buenos profesores y la de aprender de los alumnos. Están destrozando el futuro de la sociedad catalana. Es muy fuerte. No son los alumnos los que tienen que decidir cómo se los tiene que castigar, sino los profesores. Y sí, se tiene que castigar a un alumno cuando no hace lo que tiene que hacer. El castigo es necesario para aprender. El no es vital para formar futuros adultos sanos. A ver si entendemos los conceptos. El alumno va a la escuela a aprender. El profesor va a la escuela a enseñar. No giremos los roles, como pasa en muchas casas en que los hijos hacen de padres y los padres de hijos. Cada cual tiene su rol. No empecemos a girar los roles, porque esto acabará como el rosario de la aurora. Los niños se tienen que castrar para que puedan ser adultos independientes y desarrollar su propia personalidad. Los niños tienen que saber desde muy pequeños que no se puede tener todo y que no todo sale siempre como uno espera, y que no pasa nada, la vida es así y lo tenemos que aceptar. Ya está, ya lo he dicho. Espero de todo corazón que nos despertemos de esta pesadilla que parece salida de la cabeza de alguien que ha ingerido grandes dosis de azúcar refinado y que construyamos juntos unas nuevas bases del sistema educativo que se inspiren más en la lógica que en los viajes astrales.