El futbolista australiano Josh Cavallo ha anunciado que es gay. De entrada, no parece una noticia de impacto, porque nos pensamos que vivimos en una sociedad abierta. Pero parece que no lo es tanto. Y a estas alturas de la película, el anuncio de este jugador de 21 años del Adelaida United es de primera magnitud. El chico explica que ha ocultado su homosexualidad porque estaba "avergonzado" de no atreverse a ser él mismo, sobre todo porque, atención, no encajaba en el "molde del futbolista profesional". ¿Exagera? Un 6% de la población europea se declara abiertamente homosexual. Son los que lo dicen, claro. En Hungría no es una buena idea hacerlo. Pero en La Liga, la Premier, la Bundesliga o en la Serie A, representa que no hay ningún gay. ¿Por qué? El exjugador del Bayern de Múnich, Philip Lahm, lo clava: “Los políticos pueden declararse homosexuales, pero no tienen que jugar ante 60.000 espectadores cada semana”. ¿Recuerda los gritos de “Guti maricón”, simplemente porque llevaba melena? ¿O todo un Camp Nou gritando “Michel maricón”? ¿O los gritos de “sal del armario” a Cañizares porque se teñía? ¿Y cómo quisieron hacer daño a Pep Guardiola? Dirá que queda lejos. Pero Koke descentraba a Cristiano Ronaldo llamándole maricón. Rakitic dijo que no quería gais en el vestuario. Paco Jémez que España "no está preparada para un futbolista gay". Y en el 2006, no hace tanto, la revista Zero tuvo que detener un reportaje en el que salían jugadores del Bilbao, la Real, Madrid y Barça hablando abiertamente de su homosexualidad, “por presiones externas”.
El gesto de Cavallo es histórico porque, como deporte de masas, la sociedad incorpora valores que vienen del fútbol. Y uno de ellos es el modelo de masculinidad
Cavallo hace historia, sobre todo porque ha recibido de inmediato apoyos de estrellas como Antoine Griezmann, el exespañolista Javi López o Gerard Piqué, que admitió: "El mundo del fútbol está muy atrasado y nos estás ayudando a avanzar". Y el Barça como club, gran acierto, se sumó a los agradecimientos: "Tu valentía contribuye a normalizar la diversidad en el mundo del deporte". Porque Cavallo no es el primer futbolista profesional que sale del armario. Justin Fashanu lo hizo en 1990, pero no fue aceptado ni por el Nottingham Forest ni en los estadios y se acabó suicidando en 1998. Ahora tendría 61 años, y en su honor se celebra cada año el Día Internacional Contra la LGTBIfobia en el Deporte. Thomas Hitzlsperger, que jugó en distintos clubs, como el Everton, lo explicó un año después de retirarse. Algo que se aplaudió, pero que lanzaba el mismo mensaje de Lahm: no lo digas mientras juegas y te ahorrarás problemas. Lo cual es un problema para los niños, que se quedan sin referentes y con la idea de que es necesario esconder tu sexualidad. No es broma. El jugador de waterpolo Víctor Gutiérrez se declaró homosexual en 2018 y dijo que lo habría hecho antes si a los 13 años hubiera visto a algún futbolista junto a su novio. Sólo un jugador de fútbol americano, Ryan Russell, y uno de la NBA, Jason Collins, han seguido el ejemplo de Cavallo. Y ambos admitieron que temían recibir insultos, perder el trabajo y perder patrocinadores. Muchos de ellos árabes, por cierto, en el mundo del fútbol.
El gesto de Cavallo es histórico porque, como deporte de masas, la sociedad incorpora valores que vienen del fútbol. Y uno de ellos es el modelo de masculinidad. ¿O es que pensamos que la proliferación de tatuajes, músculos, barbas, piernas y torsos depilados y peinados extraños sale de la nada? ¡Si Ronaldo ha llegado a pedir perdón a las madres por el daño que hizo su peinado en la final del Mundial del 2002! Y el fútbol transmite una hipermasculinidad cosmética en la que el hombre de verdad es un heterosexual con una novia descomunal. Y en los estadios se supone que los gais son débiles y motivo de insulto. El fútbol debe dejar de ser machista y un mundo en el que Iker Casillas puede dar un beso a Sara Carbonero y Piqué dedicar los goles a Shakira, pero los gais tienen que esperar a llegar a casa y pasar los mejores años de su vida escondiendo quiénes son.