El día 21 de junio empezaremos a ser libres y el 1 de julio, en principio, lo seremos del todo. Pero Pedro Sánchez, que se resistió a decretar el estado de alarma, le ha acabado cogiendo tanto gusto a mandar que ahora nos amenaza con un decreto que regulará la "nueva normalidad". No, por favor, basta. Sólo falta que cree un ministerio ad hoc. Ministerio de la Nueva Normalidad. Que se dedicaría, obviamente, a hacernos vivir de manera permanente en un estado de excepción. Como el Ministerio de la Verdad se ocupaba de las noticias (falsas), el de la Paz de la guerra, el del Amor de mantener la ley o el orden y el de la Abundancia de gestionar la miseria. Pongan fin, por favor, a este absurdo, a este sudoku imposible que es la "desescalada". Manos limpias y distancia física, nos dicen los científicos. Ni siquiera está claro que haya que llevar la mascarilla al aire libre como la que nos hace llevar, por cierto, el alumno aventajado Quim Torra.
Sólo falta que se cree un ministerio ad hoc. Ministerio de la Nueva Normalidad. Que se dedicaría, obviamente, a hacernos vivir de manera permanente en un estado de excepción
Ya hemos tenido suficiente de la Policía del Pensamiento que chillava desde los balcones. No hablen ahora de "nueva normalidad", porque recuerda demasiado a la neolengua, el pensardoble y la mutabilidad del pasado del totalitarismo del régimen de 1984. La guerra es paz. La libertad es esclavitud. La ignorancia es fuerza. Nunca una democracia ha llegado a meterse tanto en la vida y la conciencia de la gente, hasta el punto de decir, aún hoy, a qué hora tenemos que salir a pasear. Protecció Civil suma más de cien casuísticas imposibles de seguir. ¿Puedo dejar a mis hijos a cargo de alguien para ir a trabajar? ¿Puedo quedar con gente en un domicilio particular? ¿Puedo usar el ascensor? ¿Cuánta gente puede ir dentro del coche? ¿Y de los taxis? ¿Puedo ir a recoger a un familiar al aeropuerto? ¿Hay una limitación específica de la movilidad en la calle? ¿Puedo hacer una mudanza? ¿Se puede ir a un parque infantil? ¿Se pueden saludar dos amigos que se encuentran por la calle? ¿Cuántas personas puede haber dentro de un establecimiento? ¿Tengo que llevar guantes en una tienda? ¿Puedo tocar los productos? ¿Puedo ir al baño de un bar? ¿Alguien es capaz de decir quién y cuándo puede hacer deporte en un municipio de menos de 5.000 habitantes, quién y cuándo en uno de menos de 10.000 con una densidad menor de 100 habitantes por kilómetro cuadrado y quién y cuándo en uno de más de 5.000 que no esté en las clasificaciones anteriores? ¿Puedo ir a la piscina? ¿En qué condiciones? ¿Y a la playa? ¿Cuál es la distancia de seguridad para pasear? ¿Y para correr? ¿Y para ir en bici? ¿Y si pedaleo con mucha intensidad? ¿Puedo ir a misa? ¿Y al cine? ¿Y a un museo? ¿Mi hijo puede ir a la escuela? ¿Puedo hacer gestiones en el Ayuntamiento? ¿Y si me caduca el DNI? ¿Y si me ha caducado la ITV? ¿Puedo hacer obras en casa? ¿Y beber de una fuente?
El gobierno, o los gobiernos, llegaron tarde. Madrid no se cerró cuando tocaba. Ni Catalunya. Lo hicieron mal. Con un confinamiento indiscriminado que ha puesto España —y Catalunya— ante los espejos del callejón del Gato. Y luego lo han tratado de arreglar, pero fuera de tiempo. Ahora nos hacen hacer lo que teníamos que haber hecho hace tres meses. Lo que sólo nos lleva al esperpento del gran Ramón María del Valle-Inclán. Así que no, por favor, no quieran regular la "nueva normalidad". No quieran regular nada en general.