¿Qué decir de Míriam Nogueras? Oírla hablar en catalán me recuerda que el partido del que forma parte, Junts per Catalunya, está formado, mayoritariamente, por exconvergentes que un día decidieron que su partido necesitaba un lavado de cara y que tenía que apostar por el independentismo porque la mayoría de la población iba en tromba hacia esa dirección. Y los votos son los votos. De aquella Convergencia, recuerdo el que fue el presidente de la Generalitat durante veintitrés años, Jordi Pujol. Que oír a Míriam Nogueras hablar en catalán me haya llevado hasta Jordi Pujol, no quiere decir que sus catalanes sean equiparables, solo quiere decir que me ha hecho recordar al expresidente. Y con esto tampoco estoy diciendo que el catalán de Míriam sea peor, solo digo que es diferente, pero que ambos tienen una cosa en común. Y, ahora, averiguaremos cuál es.

El catalán de Pujol es harina de otro costal, es un catalán con pedigrí y con tonos de madera y caliqueño. Si alguna vez lo habéis escuchado haciendo un discurso en directo, sabréis de qué hablo y sabréis que él inventó la elocuencia (como buen géminis que es —la astrología no falla nunca—). Ni papeles, ni pinganillos, ni notas en las manos; todo lo que dice le sale del alma. Utiliza un lenguaje llano, cercano y natural (parece que no diga nada y te lo dice todo). Te hace sentir como si estuvierais sentados charlando frente a la chimenea de casa mientras estáis esperando que se tuesten las rebanadas de pan para poder hacer un buen pan con tomate con longaniza y acompañarlo con un porrón de vino. Es más que un catalán, es una forma de entender y de vivir la vida.

Pondría la mano en el fuego que ha visto más de un vídeo de Jordi Pujol, e incluso diría que le ha ido a escuchar en directo. En sus discursos políticos, tanto el uno como el otro, hacen lo mismo: cuando están en el clímax del discurso, mantienen el brazo levantado, apuntando con el dedo índice la gente que les escucha

Pero volvamos a Míriam, que es la protagonista de este artículo. Pondría la mano en el fuego que ha visto más de un vídeo de Jordi Pujol, e incluso diría que le ha ido a escuchar en directo. He llegado a esta conclusión por el hecho de que, en sus discursos políticos, tanto el uno como el otro, hacen lo mismo: cuando están en el clímax del discurso (al punto de éxtasis en que, mientras gritan y sacan humo por la nariz, dicen grandes verdades), mantienen el brazo levantado, apuntando con el dedo índice la gente que les escucha.

La gran ventaja que tiene Míriam Nogueras es que es tauro, y no conozco ningún tauro que, cuando tiene algo entre ceja y ceja, no consiga lo que quiere. Quizás no tiene la elocuencia de un géminis, pero tiene la tozudez suficiente para no tener que sobresalir con la retórica; incluso puede permitirse el lujo de utilizar notas y de leer un teleapuntador. A Jordi Pujol, todo esto no le hacía falta, sus discursos eran como conversaciones de bar al estilo Josep Pla. Son maneras de proceder diferentes. Antes, la gente sentía una gran necesidad de cariño y prefería políticos más moderados ideológicamente (habían vivido una dictadura y el nacionalismo ya les iba bien); el hecho de que Pujol gobernara veintitrés años, lo corrobora. Ahora, cansados de tanta puta y Ramoneta, quizás prefieren una figura más autoritaria que les lleve hacia la independencia. Son solo suposiciones, ya veremos qué ocurre en las elecciones generales de este domingo 23 de julio.

Lo más importante es destacar que Míriam Nogueras siempre emplea el catalán en sus discursos y en las redes sociales, incluso en el Congreso de los Diputados de Madrid; se nota que es su lengua materna y que la utiliza en su día a día. Defender la independencia de Cataluña haciendo uso de la lengua que le es propia es mucho más coherente que hacerlo hablando en castellano. En este sentido, la felicito. Y no tengo nada más que añadir, ojalá todos los políticos catalanes hablaran el catalán tan bien como ella y en tantos contextos diferentes.