"Recordad también el tiempo sombrío del que habéis escapado."
Bertolt Brecht
O Puigdemont o Sánchez. A veces toca elegir enemigo en vez de aliado. Sucede en ocasiones que una conversación que versa sobre cosas bien prosaicas, bien de ahora mismo, puede conectar tu mente con otras aparentemente incongruentes. En Madrid lo que sobran son conversaciones, aunque no todas te traen a la mente poemas. Es absurdo, lo sé, pero hablando sobre las elecciones catalanas he recordado el estremecedor poema de Brecht: "An die Nachgeborenen" (A los que habrán de nacer). Es un poema cuya lectura siempre me ha resultado conmovedora, como a cualquiera que sea consciente de que nos interpela directamente a nosotros, que nosotros somos aquellos que habrían de nacer.
"¡En verdad vivo en tiempos sombríos!", arranca. No es esa estrofa la que me ha venido a la mente mientras mi interlocutor se explicaba, sino el lamento triste de aquel que hizo lo que tenía que hacer: "Ay, nosotros mismos / que preparamos el terreno para la amabilidad / no pudimos ser amables". Y, sin embargo, parece que ahora sí hay entornos dispuestos a preparar el terreno para la amabilidad con quien ha sido su bestia negra. Son los que eligen enemigo. La situación actual de estancamiento de la legislatura es además la de un gobierno central que asume que nada podrá hacer hasta que no pase la batería de elecciones, tan solo salir de gira a pretender arreglar el mundo y procurar que no les llegue el agua al cuello. Precisamente para que se ahoguen trabajan en Génova, preparando estrategias en torno a la corrupción y los escándalos que les den munición de aquí a las europeas. Tumbar a Sánchez es cada vez un empeño de grupos más diversos.
Por eso no son pocos los que consideran que Illa es el único salvavidas que le queda. O a Illa le dan los números para gobernar o gobernará Puigdemont y acabará habiendo una moción de censura y elecciones generales, dicen. Los tracks no permiten meter a ERC en la ecuación al ir bastantes escaños por debajo de los otros dos. Otros gargantas profundas ni siquiera creen que consiguiendo la Generalitat el PSC esté a salvo en España.
Tal vez se aprecie en Madrid un ligero viraje de amabilidad hacia el líder de Junts por parte de los que consideran que el enemigo real es Sánchez y que, por mor de quitarlo de en medio, bien vale disponerse a ser amables con Puigdemont
Ahora toca, pues, elegir enemigo: ¿Puigdemont o Sánchez? Tal vez se aprecie en Madrid, sí, ciertamente, un ligero viraje de amabilidad hacia el líder de Junts por parte de los que consideran que el enemigo real es Sánchez y que, por mor de quitarlo de en medio, bien vale disponerse a ser amables con Puigdemont. Llegados a este punto, deben pensar que es absurdo tener dos enemigos cuando estos no son aliados entre sí y compiten con fiereza en las urnas; deben saber que Puigdemont es la única opción para hacer caer al actual gobierno. Así que si uno se fija muchos de los diarios de la capital, ya se refieren en las informaciones a Puigdemont por su nombre, sin adjetivos, o como "el líder de Junts", mientras que lo de "el prófugo" o "el fugado" va diluyéndose poco a poco como la tinta cuando llueve. No digo que no.
También hay quien descubre una nueva amabilidad en los magistrados de la sala II, que en vez de saltar al ruedo rasgándose las togas —como cuando entraron a saco en la investidura de Turull—, han dejado del letargo tras la admisión a trámite de la querella por terrorismo solo para establecer una declaración voluntaria para después de las elecciones, o sea, cuando la sesión de investidura ya esté vencida y haya president. Utiliza la magistrada para permitir una videoconferencia una norma del famoso Decreto 6/2023, aprobado por Junts en aquella famosa sesión del no: "Las declaraciones y, en general, todas las actuaciones procesales, se realizarán, preferentemente, mediante presencia telemática". Con esa magia se acepta lo que nunca se aceptó.
¿Meterían en prisión a un MHP de la Generalitat recién investido con una ley de amnistía en vigor que impide tomar medidas cautelares? Los hay que creen que no y que si el resultado de ser amable es la caída del "sanchismo", merece la pena serlo. Es muy posible que quien puede susurrar donde procede ya lo esté susurrando. Si hay algo claro rulando por Madrid, es la clarísima tensión que anuncia que tanto animales políticos como rapaces financieras ya huelen a sangre. No se trata tanto de aupar a Feijóo como de acabar con lo que consideran el insoportable deterioro provocado por Sánchez. En Génova lo saben; eso y que Feijóo no les aguanta congelado tres años.
Hay muchos nervios en unos y muchos movimientos en otros. Están los que analizan que si Puigdemont logra llegar a la Generalitat, ya no necesitará para nada a un Sánchez que no ha cumplido con lo que pactó y que no tiene en las manos conceder el referéndum. Otros consideran que si Junts no puede gobernar en Catalunya, tampoco tendría ningún incentivo para sostener con su apoyo en el Congreso a un PSOE que habría pactado con ERC el Govern. Por último, no falta quien considere que, pase lo que pase, es muy difícil que Sánchez siga contando con esos siete votos y que si Feijóo diera el paso de presentar una moción de censura, tal vez con la promesa de convocar elecciones, ésta podría ser suscrita por un partido que ha constatado que Sánchez no cumple sus compromisos. Toda la campaña lo repetirá cuando afirme una y otra vez que la amnistía no es el principio, sino el fin. En resumen, son muchos los que saben que Puigdemont es el único que tiene en su mano detonar la paralizada legislatura; los mismos que han elegido como enemigo mortal al actual presidente del Gobierno de España y, por tanto, ya no necesitan ver al líder catalán como el máximo problema. Por eso, me dicen, ahora sí pueden ser amables.
"Me he librado por azar. Cuando mi suerte se acabe / estoy perdido", dice Brecht en ese mismo poema que bien podría servirle a Sánchez ahora.