“Cuando a mí me han necesitado, he estado siempre a ayudar. Ser leal no es tocar las palmas al líder del partido. Desde el minuto uno he intentado ser absolutamente leal a Pedro Sánchez mientras quiso que le fuera leal, es decir mientras hubo diálogo y mientras hubo cercanía y proximidad”. 

“Se ha llegado a un punto en España en el que parece como si el que hablara tuviera que ser necesariamente denigrado. Aquí todo el mundo es leal si se calla, pero si dice lo que piensa intentando defender los intereses de cuanta más gente, parece que no es leal".

Los entrecomillados son del presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara. Sin pelos en la lengua, sin miedos, sin tácticas y sin entreguismos ciegos a capitanes de no se sabe qué ejércitos.

Tiene voz propia y no la modula en función de cálculos orgánicos porque piensa antes en España que en el PSOE, aunque no toque las castañuelas de cuando en cuando ni vista traje de faralaes. Así que en esta batalla por salir del atasco institucional e intentar poner rumbo a un socialismo a la deriva fue el único que pidió una abstención de los suyos a la investidura de Mariano Rajoy y después, un comité federal que discutiera cuál debía ser la posición del partido a partir de la investidura fallida.

Le han caído chuzos de punta, incluida una procaz campaña orquestada por el equipo de Ferraz que coordina las redes sociales. Así entienden algunos la utilidad de las nuevas tecnologías, como un campo de batalla más en el que acribillar al discrepante o difamar al que disiente. ¡Y con dinero público!. Estos son los que se llaman “regeneracionistas”, defensores de la libertad de expresión y expertos en comunicación política.

Nunca antes se vio semejante virulencia desde las tripas de un partido político. Con todo, lo más grave no es la campaña de acoso y derribo contra un presidente autonómico, sino lo que Fernández Vara denuncia sobre la falta de diálogo y de debate en el seno del PSOE. Dos meses que el secretario general no habla con los líderes territoriales. No es sólo con Vara, sino con todos y cada uno de los que tienen responsabilidad institucional en el PSOE.

Desde el último comité federal que se celebró el 9 de julio y en el que se acordó el “no” a Rajoy, el secretario general no ha tenido a bien informar o discutir con los barones el camino a transitar tras la investidura fallida. A ninguno informó de su extravagante ronda de contactos con el resto de líderes políticos; a ninguno  ha dicho si quiere terceras elecciones o quiere un gobierno alternativo;  a ninguno ha contado el contenido de sus conversaciones con los independentistas o con los podemitas… Ni a Vara, ni a Page, ni a Javier Lambán, ni a Ximo Puig, ni a Javier Fernández, ni a Susana Díaz. ¡Ni Felipe González en sus mejores tiempos se atrevió a tanto!

El caso es que tras dos derrotas históricas y con unas pésimas previsiones en Euskadi y Galicia, Sánchez ha decidido hacer la guerra por su cuenta y no dar explicaciones de lo que hace o lo que trama.  Con algunos tendrá sus cuitas, pero no es el caso de Fernández Vara, que si de algo entiende es de lealtad y de cultura de partido. Y no hay que remontarse tan lejos para buscar ejemplos porque sólo él y el asturiano Javier Fernández, no apoyaron a Sánchez en el congreso de 2014, si bien desde el mismo día que llegó a la secretaría general defendieron la autoridad del secretario general mucho más de lo que lo hicieron aquellos que contribuyeron a su victoria.

¿Qué pasará tras el 25-S? Un comité federal, seguro. Y para entonces no quedarán muchos dispuestos a seguir dando palmas ni a guardar silencio. Igual hasta se suman a un “hashtag” que diga TodosSomosVara.