Tiene su punto que, justo cuando se celebren las elecciones en Catalunya coincida con una tormenta solar. Las auroras boreales que han podido verse en todas partes le ponen un toque al panorama.
Escribo estas líneas mientras el pico de actividad de la tormenta solar se desata, mientras las “eyecciones de masa coronal transitan y pasan por la Tierra”. Me siento a mirar el panorama y viajo en el tiempo. Me sobrevuelo hace ocho años. A mis recién cumplidos 33. En ese 2016 cuando aún cambiaba pañales a mi hija pequeña y enseñábamos a hablar al mayor. Cuando oía de fondo, muy de lejos, “Catalunya”. Por aquel entonces trabajaba en una tele de una cadena de emisión nacional, en un programa de considerable audiencia, escribía en varios medios estatales, participaba asiduamente en tertulias en medios de comunicación de distinta línea editorial.
Pienso si en aquel momento me hubiera asomado por la ventana del “ahora”. Y contemplase, sin sonidos ni ruido, solamente imágenes. Y me vienen muchas. Alucinantes. Trato de inspirarme para escribir este artículo, sabiendo que hoy, cuando se lea, el contexto será un momento importante, histórico y determinante.
Escribo en la hamaca, entre plantas que hace ocho años no había; junto a Luck, tumbado y dormitando a mi lado (un cachorro “perruno” habría sido la última cosa que me habría imaginado hace tan sólo seis meses). Veo a mis hijos leer, enormemente altos y guapos. Me quedo un rato mirando la estampa y pienso en lo mayores que están y lo rápido que pasa el tiempo. Y les veo, por un momento, con sus dos y cuatro años. Es alucinante.
Sigo viajando y veo momentos intensos, donde por casualidad me vi en Catalunya. Por decir lo que pensaba, vaya. Eso suele ser lo que me va moviendo y soplando mi vela.
Organicé, junto a un grupo de compañeros y colegas, “Somos Izquierda”, se llamaba, un debate sobre la actualidad política en Cataluña. El grupo lo habíamos montado años atrás, ante la situación que vivíamos en el contexto político de la izquierda en España. Nos pareció interesante plantear un debate con políticos de izquierda, juristas, perfiles abiertos y de distintos lugares del Estado. Recuerdo haber conocido entonces a Joan Queralt, alguien a quien durante la carrera estudié y a quien leía (y leo) para aprender; vino Tasio Oliver, un andaluz de Izquierda Abierta con un discurso interesante, fresco y libre; vino Rufián, que en ese momento sabía conectar con la juventud progresista española; conocí a Albano Dante, que acababa de ser aniquilado por Iglesias, por haber sido decente y mantener la palabra que los de Podemos habían dado cuando nos vendieron la moto para asaltar no sé qué cielos. Conocí a muchísima gente ese día realmente interesante. Volví encantada y con la sensación de que habíamos sido capaces de debatir, de entendernos y sobre todo, de respetarnos.
Y me paro a recordar y resulta que conocí a Cuevillas, ese día. Mi admirado jurista, mi amigo, mi abogado. Alguien con quien he aprendido, y aprendo, y a quien tengo un cariño profundo por cómo es: una buenísima persona, con principios, con inteligencia y con honestidad. Humano. Que acaba de plegar de la política, donde se dejó buena parte de su piel, y ha tenido una labor, en mi opinión, excelente.
Y pienso en Susana, mi amiga y familia en Barcelona, que me abrió las puertas de su casa durante tantos y tantos días que pasé recorriendo el territorio, conociendo a miles de personas, escuchando, aprendiendo. Mis hijos consideran a los suyos “como primos”. Y me vienen recuerdos en Torredembarra viendo todos juntos volar las velas sobre el mar una noche de San Juan. Y lo divertido que fue tirar fuegos artificiales por primera vez.
La yaya Edel, el barrio del Farró. Y tantos momentos bonitos y entrañables. Los viví activamente y conocí de primera mano todo lo que allí estaba pasando. Fui a las cárceles a entrevistar a personas a las que profundamente respetaba. Allí conocí a Junqueras, y a Romeva, y a Turull. Viví esos momentos sabiendo que eran históricos, que eran impactantes y humanamente injustos.
Y recuerdo Bruselas, cuando Carlos y yo nos fuimos a entrevistar a Puigdemont. Cuando ningún periodista del Estado español lo había hecho desde que se exilió. En aquel momento, la opinión pública que se creaba sobre él hacían que acercarse a él fuera, por lo menos, pecado. El día que pasamos en Waterloo fue otro que Carlos y yo guardaremos en nuestros recuerdos. La entrevista fue magnífica, y sentí que todo lo que me dijo, necesitaba oírlo España, aunque no quisiera escucharlo. Pero es que, para mí, aquel viaje fue una experiencia de vida. Terminamos la tarde cantando con las guitarras: Camins, y El sitio de mi recreo. Le pusimos banda sonora a ese momento. Y más allá de lo político, de la defensa de libertades compartida, quedó lo humano. Quedó el cariño profundo entre nuestras familias. Y entonces me acuerdo de Amer, de aquel bonito homenaje que nos hicieron por ayudar a que participasen en la campaña europea. La pastelería, las hermanas, los padres. Y tantos amigos. Nos trajimos una urna y un esqueje de una planta que hoy está enorme y llena de vida.
Fui a las cárceles a entrevistar a personas a las que profundamente respetaba. Allí conocí a Junqueras, y a Romeva, y a Turull. Viví esos momentos sabiendo que eran históricos, que eran impactantes y humanamente injustos
Pienso en aquel Sant Jordi, cuando coincidimos con el president Torra y con Carola, para quien hoy va mi más sentido cariño y recuerdo. Son tantos y tantos los rincones, los pueblos, las plazas recorridas; las casas donde me invitaron a pernoctar y los momentos de charlas hasta horas intempestivas. Me empapé de la realidad de Cataluña en aquellos momentos. Y de su solidaridad.
Me viene el abrazo a Valtonyc en aquella plaza de Granollers. Se vivieron momentos cargados de tensión. De tremenda injusticia. De madres angustiadas, como la de Adri, las de Altsasu. En Cataluña las conocí. Como a tantos otros que plantaban cara a la represión.
Y toqué una de Peter Gabriel, canté con la Castellà, y conocí a Lluís Llach. Y nos felicitamos la Navidad con preciosos mensajes de esos que te emocionan y calientan el corazón. Y nos mandamos audios donde reímos. Somos amigos. Como tantos que he hecho y que, como yo, son conscientes de todas las experiencias vividas.
En fin, que pienso en todo esto y todo lo que se ha vivido. Y que hoy se producirá otro momento de esos históricos, de los que tanto se han dado en Cataluña en los últimos años. Hemos seguido creciendo, aprendiendo, sufriendo y alucinando. Por otras cosas, más lejanas que Cataluña. Y más cercanas.
Hemos pasado una pandemia totalitaria, un engaño masivo, y la represión y censura de nuevo; el conflicto, la verdad y la mentira. Y llevamos dos guerras, donde todo se tambalea y nos estremece. Hemos sufrido duelos, y muertes. Ausencias e incertidumbre. De las gordas. Sequías e inundaciones. Hasta tormentas solares.
Suena el Kanka ahora mismo, y justo ahora sus propósitos de año nuevo. Graciosa coincidencia. Dice lo aburrida que es la perfección y que le gusta más navegar cuando llueve, rodar en su escena sin guión... No podía haber mejor banda sonora para este momento. Y oigo las carcajadas de los niños, que ahora ya no leen y juegan en el salón. Luck persigue una mosca.
Miro al presente y veo que el camino recorrido merece la pena. Es bueno pensarlo a veces. Por si se nos olvida todo lo que hemos luchado y para qué lo hicimos. Me asomo a las encuestas de Andorra y sonrío.
Al final, lo que seguro que va a estar claro es que la mayoría de los votos van a respaldar al PSC y a Puigdemont. Las dos figuras clave en las elecciones del Estado español el verano pasado
Al final, lo que seguro que va a estar claro es que la mayoría de los votos van a respaldar al PSC y a Puigdemont. Las dos figuras clave en las elecciones del Estado español el verano pasado. Me acuerdo de aquella portada del ABC cuando Carles tenía la llave en su mano.
La incertidumbre entre los más votados, Illa y Puigdemont. Y lo que vendrá después, porque ninguno saldrá con la mayoría absoluta, por lo que les tocará recabar apoyos para sus propuestas de investidura.
Será otra etapa histórica, con amnistía en ciernes incluida. Si consigue la presidencia Illa, lo hará para tener que negociar constantemente con el rancio Partido Popular catalán, mientras Sánchez sigue en su guerra abierta contra Ayuso y Feijóo. O lo hará apoyándose en un independentismo sin Puigdemont, que muy probablemente ande desnortado y tendiendo a una polarización. No creo que a Sánchez le interese semejante desgaste en una plaza vital para el PSOE. Ya ha perdido Andalucía y no andan los de Ferraz para más aventuras.
Si, por el contrario, es Puigdemont quien resulta investido, no cabe duda de que la estampa de resolución democrática del conflicto catalán tiene su qué. Sobre todo para ojos europeos, que vigilan desde fuera. A Sánchez le interesa tener un adversario firme, pero en minoría. Lo que supondrá un camino más fácilmente transitable que abordará una estrategia de conflicto democrático. La técnica que el de Amer ha mantenido y que tan buenos resultados le ha dado.
Está por ver y no me cabe ninguna duda sobre el enorme interés que hoy tendremos todos en ver qué ocurre. Por si con tanto ajetreo se nos escapa la aurora boreal, dicen que dentro de cinco años tendremos otra.