Si yo le digo que una humilde familia española lo está pasando muy mal, seguro que enseguida le viene a la cabeza el calvario de los Bárcenas. Es terrible el momento que viven, pobre gente.
El padre, Luis (sé fuerte), es un hombre que ha trabajado toda la vida de sol a sol para mantener a la familia y que, con mucho esfuerzo y dedicación, consiguió tener unos pequeños ahorros. Cuarenta y ocho millones de euros, como para concretar un poquito la cifra. En Suiza. A ver, que 48 millones de euros es una cantidad que quién más quién menos tiene en su cuenta corriente, pero para Luis (sé fuerte) es una cantidad astronómica porque, pobre, ha pasado por muchas dificultades.
Sólo él sabe los sacrificios que ha tenido que hacer y las cosas a las que ha tenido que renunciar para poder llenar aquel pequeño cerdito-hucha que todos tenemos en casa y donde vamos depositando las monedas que aparecen en nuestros bolsillos.
Levantándose muy temprano, muy temprano y llegando a casa cuando la familia hacía horas que dormía, Luis consiguió reunir un rinconcito. Que si ahora un millón de euros de los cafés que no se tomaba, que si ahora dos millones de euros ahorrados por comprar xopped de Mickey Mousse en vez de pavo, que si 5 milloncejos más por hacerse el repute de los pantalones en casa y no en la tienda... Y así hasta los 48 millones del total. Pero, como que la envidia es muy mala, y en España todavía más, ahora quieren arruinar su vida y la de su familia con mentiras y difamaciones.
Incomprensiblemente, un tribunal político con un juez totalmente enloquecido emitió una sentencia política que lo ha condenado a él a 33 años y 4 meses de prisión y a su esposa, Rosalia Iglesias, a 15 años. Luis (sé fuerte) ya duerme desde ayer en una triste y húmeda celda, como si fuera un independentista cualquiera. Y ella, una madre de familia preocupada por el futuro que le espera ahora a su desamparado hijo de sólo 30 años, hoy también tendrá que pasar la noche en la cárcel porque no le ha sido posible pagar la fianza de 200 mil euros que le ha sido impuesta para poder continuar en libertad. ¿Cuánta injusticia, verdad? Y cuánta rabia ver cómo se violan los derechos de la gente sencilla y trabajadora.
¡ESPAÑA DESPIERTA! ¿Cómo puedes permitir esta ignominia sin inmutarte? ¿Cómo es que no hay millones de españoles haciendo cola para reunir estos doscientos mil euros en unos minutos, como cuando se recogían firmas contra el Estatut o se animaba a la policía y a la guardia civil a romper la boca a los putos catalanes con aquel simpático "a por ellos"?
Por suerte, a las personas de bien como usted y un servidor, la Audiencia Nacional nos ha alegrado un poquito la vida dejando en libertad provisional a otros 10 condenados por el caso Gürtel, todos ellos buena gente, no como los golpistas supremacistas, nazis, terroristas, cederristes e intolerantes al gluten y a la lactosa que tienen que pudrirse en la prisión sin necesidad de juicio.
Porque la justicia no sólo tiene que parecer justa sino parecerlo. No perdón, serlo. No sólo tiene que parecerlo sino serlo. Y evidentemente, con estos catalanes sin juzgar hay un terrible riesgo de fuga buscando una justícia que les da la razón y con los juzgados de la Gürtel no. Como no hay riesgo de huida en el caso de otras personas de bien que ya han sido condenadas por tribunales políticos, pero que ahora están en su casa disfrutando de la familia. Y ayudando a sostenerla. Personas humanas como Iñaki Urdangarin, Jaume Matas o los amables chicos que entraron en la Blanquerna a saludar.
Todos somos Rosalía Iglesias. Y todos somos Bárcenas. Pero, sobre todo, Free Rosalía. Rosalía Askatu. Que 15 años no es nada. O no deberían serlo.