En el último viaje que hice a Estados Unidos, comprendí que Donald Trump no solo era querido por amplias capas sociales, de las más acomodadas a las más humildes, sino que si perdía las elecciones contra Joe Biden, como así ocurrió, con escandalosas reacciones por su parte, sería capaz de reconstruirse, volver a presentarse y ganar las elecciones en lo que ya no sería un segundo mandato, sino una nueva oportunidad para acumular dos. Y así ha sido. Solo ha tenido que esperar que los demócratas cayesen presos de sus propias contradicciones y que el mundo estuviese preparado para aceptar fórmulas crecientemente iliberales de democracia. Donald Trump será presidente desde el próximo mes de enero y tendremos ocasión para comprobar si en todo o en parte las medidas que anunció en campaña electoral —y que no solo concernían a su país, sino al mundo entero— se cumplirán. En ese mundo entero estamos nosotros, los europeos, y nos interpela de forma especialmente contundente, habida cuenta del actual y creciente declive del continente y de su proyecto federal.
A partir de ahora habremos de sufragar lo que ha sido descrito como la defensa de la frontera de la Unión
Olvidemos, por un momento, que no es fácil, el diálogo que Estados Unidos ya mantiene, en ocasiones por Estado interpuesto, con China, India y Rusia, ninguneando así lo que la Unión Europea ha pretendido ser y desde 2005 se ha empeñado en convertir en quimera. No por casualidad, y siempre con efectos colaterales, son estos cuatro países y la propia USA —que resumen un porcentaje elevadísimo de la población mundial— los grandes ausentes en la COOP29 que se está celebrando estos días en Azerbaiyán y que en los no presentes resume lo que será el más estrepitoso fracaso. Lo que anuncia Donald Trump para Europa es que a partir de ahora debemos ser capaces de resolver de manera libre e independiente —todo lo libre e independiente que se puede ser en la geopolítica internacional— nuestros asuntos y sufragarnos nosotros mismos aquellos compromisos que pretendamos asumir. Si Trump es capaz de resistir la presión de las compañías de fabricación de armamento que están obteniendo pingües beneficios con sus ventas de material a Ucrania, el apoyo que se le preste en esa guerra, asumido ideológicamente por una Europa que ya ni siquiera tiene al respecto un discurso común, supone que a partir de ahora habremos de sufragar lo que ha sido descrito como la defensa de la frontera de la Unión frente a la amenaza expansionista que Putin pudiera estar fraguando. ¿Estamos dispuestos y preparados para hacerlo?
Estamos hablando de una Unión Europea para la que pertenecer a la OTAN no va a resultar tan económico como hasta ahora. Y que en términos de productividad está en franco y acelerado retroceso respecto de Estados Unidos. Quizás por eso han cobrado más actualidad que nunca los informes Letta y Draghi encargados por Von der Leyen y que proponen medidas de intervención en la economía con la aportación de dinero público. ¿Se trata de una reformulación de Keynes, de un plan Marshall a la europea? En un par de semanas, en UIC Barcelona tendremos un debate sobre este particular, con un diálogo divulgativo al que están invitados quienes no sean expertos en economía, porque al ciudadano europeo en general debe interesar el tema. La tesis mayoritaria es que no hay más remedio que optar por la intervención económica, una inyección de milmillonaria que reactiva la inversión y la industria, nos haga soberanos energéticos, nos actualice digitalmente y nos permita redefinir nuestras políticas de seguridad y defensa. Pero con ello, ¿estamos enfrentando la socialdemocracia europea a un extraño proteccionismo liberal trumpista? ¿Y qué efectos puede tener sobre la política el fracaso de nuestro plan, más todavía si el suyo tiene éxito? Incógnitas que van más allá de lo económico y que planean sobre un mundo que se ve capaz de reconsiderar si la fórmula liberal de la democracia le sigue conviniendo. O que es lo mismo que decir que sospecha que la democracia liberal es estructuralmente vulnerable cuando quienes la tienen que sustentar solo aspiran a sentirse rodeados de protección y certezas.