Menos mal que no escribí esta pieza anteayer, pues en tal caso habría tal vez compartido hoy el parecer de quienes creían que, en el tenso espectáculo que se presenció en la Casa Blanca cuando el presidente estadounidense recibió al de Ucrania, quien había perdido era el primero. Nada más lejos de la realidad, como se demostró en las horas posteriores, cuando Zelenski lamentó el incidente y se mostró dispuesto, no solamente a negociar el reparto del beneficio que generen las tierras raras que atesora su país, sino también a un alto el fuego de acuerdo con las exigencias del mandatario norteamericano. Es verdad que entre uno y otro escenario se produjeron conversaciones del líder ucraniano con sus homólogos europeos, y por más que todos ellos repitieran a una el mantra de que esperaban para Ucrania “una paz justa y duradera”, mantra del que también fueron coro Moncloa, Zarzuela y nuestro diplomático ministro de Asuntos Exteriores, sospecho que el teatro camuflaba otra cosa: que el cambio de opinión de Zelenski vino de la mano de quienes en público le halagaban el heroísmo y que, sin decirlo muy alto, le aconsejaron llegar a un tipo u otro de acuerdo sobre el final de esta guerra. Una guerra que, por más que se empeñen los líderes europeos en decir que Rusia manifiesta una cada vez mayor debilidad militar, es una gran ruleta rusa que la Unión no se puede permitir, porque en todo caso acaba beneficiando a países terceros, entre los que China no es precisamente el amigo del que se espera el mejor abrazo.
Resulta en todo caso sorprendente el tan distinto modo en que se ha interpretado el deplorable espectáculo de la Casa Blanca según las querencias, servidumbres o intereses de cada analista, de cada político, de cada medio de comunicación. El mío, siempre susceptible de ulterior reflexión, es que, nos pese o no, la Unión Europea ya ha amagado con una fortaleza nueva, que viste de propósito de paz, pero que solo puede desarrollar a través de un rearme de su defensa. El pensamiento naif de acuerdo con el cual expulsar de Europa las bases militares de la OTAN y salir de esa organización resuelve el tema, no resiste el primer y mínimo análisis. Lo que sí, en cambio, resulta evidente desde mi punto de vista es lo que ha ganado USA con el embate, por más críticas que recibiera. Aquí van las dos bazas que considero más importantes.
Trump ha conducido a la Unión Europea al lugar en el que la quería: gastando más en defensa, pero manteniendo de algún modo su alianza con Estados Unidos
La primera es que, frente a lo que se dice, ha marcado perfil de liderazgo (suyo, y de su vicepresidente, al que prepara así para sucederle) frente a Ucrania, que finalmente cede a sus pretensiones; frente a la Unión Europea (que se rearma, aunque reconociendo no poder prescindir de los norteamericanos) y, por tanto, frente a la propia Rusia, ante quien el mundo occidental, por más abrazos que Trump le pueda dar en público, Putin aparece como el símbolo de un sistema corrupto y mafioso en que ha degenerado el cambio producido con la glásnost y la perestroika, que a su vez fue el camino resolutivo del desgraciado régimen comunista que por su parte sucedió a la Rusia feudal de los zares. Acabaremos pensando que los países demasiado grandes y diversos no tienen óptima solución.
La segunda es que Trump ha conducido a la Unión Europea al lugar en el que la quería: gastando más en defensa, pero manteniendo de algún modo su alianza con Estados Unidos. El gasto de 800.000 MEUR anunciados por la presidenta Von der Leyen recientemente es más de lo que anunciaron que invertirían en inteligencia artificial, lo que supone quedar por detrás de USA y China en el campo en el que se librará la verdadera guerra del futuro. Y aunque el gasto en defensa es cada vez más un gasto en nuevas tecnologías, los números avalan prioridades. Unas prioridades, por cierto, que han obligado a la Unión a levantar aquella prohibición de superar el techo de gasto a riesgo de desequilibrar el presupuesto que en su día obligó al presidente Zapatero a convocar elecciones, allá por el año 2010. Parece que la defensa bien vale una misa.
Como la política se ha vuelto impredecible (o lo parece para quienes no estamos en las negociaciones, ni sabemos de razones, ni tenemos intereses directos en el asunto), quizás mañana deba decir otra cosa. Sin duda, habrá ocasión con esta tropa.