El aumento de la actividad en el sector turístico ha sido uno de los factores más determinantes de la recuperación de la actividad económica en 2022, de la misma manera que durante 2020 (pandemia descontrolada, confinamientos, etc.) tuvo el efecto contrario. Que el sector se ha recuperado lo muestran los registros más habituales de toma de pulso del sector, desde el número de visitantes extranjeros y su volumen de gasto, hasta los datos de turismo interior, pasando por las altas ocupaciones hoteleras y de la actividad en los aeropuertos. Después de la abstinencia de la pandemia, la gente se ha entregado a viajar, a divertirse, a gastar en celebraciones, en restaurantes, como si el mundo se acabara. Y quizás sí que se acaba, pero no por la pandemia de la COVID-19, sino por una pandemia climática, pero ese es otro tema.
La parada turística hizo que muchos trabajadores del sector buscaran trabajo en otros lugares. De este movimiento en el mercado de trabajo se oyó hablar mucho en Inglaterra en 2021, donde con la recuperación de la movilidad y de las relaciones sociales hubo una auténtica crisis en la restauración porque no se encontraban camareros por ningún sitio. En nuestro entorno turístico ha pasado y pasa una cosa un poco parecida. El Banco de España, en una encuesta correspondiente al tercer trimestre de este año, pone de relieve que una tercera parte de las empresas ven afectada su actividad porque no encuentran personal. Este problema es especialmente grave en el caso de la hostelería, donde afecta al 57% de las empresas del sector, un problema que, constata el informe, es creciente.
El sector turístico, de acuerdo con la Encuesta de Población Activa del tercer trimestre de 2022, da trabajo en Catalunya a 483.000 personas, lo que representa un 13,6% del total de ocupados. Dentro del sector se encuentran actividades y empleos individuales muy heterogéneos, y también volúmenes de contratación muy extremos. Empezamos por la contratación. De los 439.617 contratos que se firmaron entre enero y septiembre de 2022, un 52,9% corresponde a Servicios de comida y bebidas, y un 20,9% a Servicios de alojamiento, de manera que prácticamente tres cuartas partes de los contratos se puede decir que vienen de bares, restaurante y hoteles. En el extremo opuesto, las agencias de viaje (esta es una actividad muy afectada por la competencia de internet) solo han representado el 1,5% de los contratos, y Bibliotecas y museos un 0,9%.
Con respecto a los empleos turísticos con más contratos firmados este año, el primer lugar del ranking lo ocupan los camareros (34,7% del total), series de personal de limpieza de oficinas, hoteles y otros (25,5%). Si a estos empleos más contratados añadimos los cocineros y ayudantes de cocina (14,2% de los contratos) nos acercamos a una proporción de cerca de tres cuartas partes concentradas en bares, restaurantes y hoteles. El perfil de nivel formativo dominante en los contratos es bajo, como corresponde al predominio de trabajos que no requieren calificaciones especiales. En efecto, más del 85% de los contratos firmados este año son de personas que tienen o bien estudios primarios o bien estudios secundarios generales.
En este contexto, a criterio mío, resulta relevante destacar tres aspectos del mercado de trabajo en el sector turístico que nos tendrían que hacer pensar sobre su alcance en el futuro:
- El sector es de salarios bajos. La estadística del último trimestre disponible (el segundo de 2022) nos dice que el coste salarial por hora efectiva de trabajo en el sector fue de 13,2 €, eso es un 26% inferior al del conjunto de la economía catalana, un 33% inferior al de la industria, un 21% al de la construcción y un 26% inferior al del conjunto del sector servicios.
- La carencia de mano de obra debe estar relacionada con los salarios bajos y no con la carencia de personas desocupadas que responden al perfil de formación que requiere el sector: de los 354.318 parados registrados en Catalunya a final de septiembre, 295.626 tienen educación general o menos.
- Seguramente también debido a los salarios bajos el sector es menos atractivo para personas del país, aunque estén paradas, que para extranjeros. De hecho, en la práctica, de los afiliados a la Seguridad Social que trabajan en la Hostelería en Catalunya (cerca de 291.000 personas), cerca de 100.000, es decir, el 34%, son extranjeros.
Ante este panorama, en términos de economía de país, quizás nos tendríamos que preguntar si, al turismo catalán, más que faltarle mano de obra, le sobra sector en segmentos que no le convienen.