Si te acercas de visita a un Monasterio, puedes salir con trabajo y no solo con paz y tranquilidad de espíritu. Le ha pasado a Steven Spielberg. Una película sobre el aventurero y monje de Montserrat padre Ubach (1879-1960), el Indiana Jones catalán, el pionero de la fotografía bíblica, el catalán universal que fundó el Museo Bíblico, ya está en marcha en el cerebro del director de cine. Spielberg ni confirma ni desmiente que se haga una película, pero se le ha ofrecido como idea.
Ubach fue un monje que no tuvo bastante con Montserrat, pero que sin Montserrat no habría podido realizar sus quimeras. Él quería conocer los escenarios de la Biblia de primera mano, y no solo de turista. Quería explorar, estudiar, analizar, conocer a fondo. La fascinación por el desierto es parte del ADN monacal. Los monjes están enamorados del desierto. Los eremitas (ἐρημίτης) escogían el desierto para retirarse de la vida mundana y vivían en soledad sin el trato con la gente. Otras comunidades religiosas también escogían el desierto, incluso ahora en Arizona, donde una de las comunidades religiosas pioneras en el uso de Internet está situada, la abadía benedictina de Cristo en el desierto. Ubach quiso ir al desierto y llevar el desierto hacia Montserrat.
Ubach quería conocer los escenarios de la Biblia de primera mano, y no solo de turista. Quería explorar, estudiar, analizar, conocer a fondo. La fascinación por el desierto es parte del ADN monacal. Los monjes están enamorados del desierto
Este original monje benedictino es un personaje que no solo fue al yermo y desolado paisaje de la Biblia, sino que sus expediciones sirvieron para conocer mejor y fotografiar lugares que no se habían documentado, para traducir mejor las Sagradas Escrituras y para conservar documentos y artefactos que se han podido estudiar en la posteridad. El padre Ubach era un hombre poliédrico, curioso, brillante y excéntrico, porque no es habitual que alguien que decide entrar en 1894 en el monasterio de Montserrat en Catalunya acabe sobre un camello explorando el desierto del Sinaí haciendo fotos y aprendiendo las lenguas autóctonas y que eso no sea una particularidad suya, sino que haga un servicio a la comunidad y a los otros.
El IEMed ha publicado un catálogo impresionante que acompaña la exposición coorganizada con la Abadía de Montserrat, La mirada del biblista. Instantes de eternidad que ahora está en Tarragona, hasta el mes de agosto. Senén Florensa (presidente del IEMed) define bien la aproximación de Ubach, que no cayó en la trampa del orientalismo tantas veces denunciado: "No aceptó una imagen del Oriente construida por los europeos en la medida de sus prejuicios y estereotipos, sino que profundizó en el conocimiento de aquel mundo con los instrumentos a su alcance, desde las lenguas hasta la arqueología, desde la historia hasta la etnografía o a las religiones comparadas".
Bonaventura Ubach llega a Jerusalén en 1906 con la idea de ver cómo era todo lo que había leído en la Biblia. Sabía hebreo, arameo, griego, siriaco y árabe y fue profesor, tanto en Montserrat como en Roma. Sin el padre Ubach no existiría el Museo Bíblico de Montserrat ni la Gran Biblia de Montserrat.
Martí Gironell lo convierte en el personaje del Arqueólogo en una novela y ahora más de 5.000 fotos se pueden visualizar gracias a la colaboración entre el IEMed y la Abadía de Montserrat.
Cuando oigo los sonsonetes típicos sobre la inutilidad de la vida de los monjes, bajo el prisma posmoderno de que su vida "no sirve para nada", evoco figuras como la del padre Ubach, que aportó más luz y conocimiento que muchas otras personas que se han dedicado a criticar lo que hacen los demás, quizás porque ellos no han sabido contribuir con casi nada. Catalunya también tiene el padre Ubach, su legado y su audacia. Celebrémoslo.