Las cumbres de París y de Londres han sido el resorte de la Unión ante la amenaza al corazón de la Alianza Atlántica, garante de la defensa occidental, y el órdago de la ‘sumisión o abandono’ de Donald Trump a Ucrania. La escenificación de la brutalidad de su administración en el Despacho Oval tendrá que aterrizar en cada país de la Unión con la toma de decisiones sobre qué hacer y dónde está cada uno. Pedro Sánchez ha decidido confrontar con Trump priorizando la soberanía europea, las relaciones de los aliados y el no “vasallaje”. Su abrazo a Zelenski en Londres fue muestra de ese apoyo. Pero evita, de momento, concretar los compromisos y las vías para garantizar la paz de Ucrania. Lo hace por una cuestión de tiempos europeos y por la dificultad para ir al Congreso y tener el apoyo del bloque de investidura.

Pero la agenda europea apremia con el foco puesto en la reunión de líderes de este jueves en Bruselas. El rearme militar, un balón que se empuja hacia delante, va a tocar pared pronto. El 2% prometido por el Gobierno hasta 2029 podría acelerarse. Sin presupuestos, el PSOE estaría obligado a buscar al PP en un acuerdo en el que Alberto Núñez Feijóo no podría mantener la oposición de tierra quemada, aunque sea por respetar la posición de los populares europeos.  

Los apoyos de la mayoría de investidura del Gobierno no van a ser fáciles. Por lo pronto, falta ese debate parlamentario que tendrá que llegar al Congreso a petición del ejecutivo o de un grupo que no será Sumar. Por coherencia con la coalición, Yolanda Díaz no pide comparecencias de sus colegas ministros y menos del presidente. Sumar tampoco es un socio fácil en materia de defensa. Las distintas sensibilidades del Grupo Plurinacional van desde Más País en la línea de Díaz a Izquierda Unida, más coincidente con Podemos, radical en la propuesta de salida de la OTAN. Las discrepancias no han trascendido internamente y Yolanda Díaz quiere dejar la defensa donde está, en manos de Presidencia, Defensa y Exteriores. No hacer casus belli antes de tiempo ni salirse de su espacio. Otro equilibrio difícil.

El PSOE tiene que definir la postura de España y el PP tiene que medir cómo en los momentos de encrucijada los pactos de Estado —e incluso las conversaciones de Estado— no son otra cosa que pactos de altura

En la interna de Sumar reconocen que el realismo se impone y tocará estar donde decida una Unión Europea, sumida en el revulsivo a la administración norteamericana y el apoyo a Ucrania como primera parada de la legislatura Trump. Mientras, la postura oficial de Díaz pasa por estar en contra del gasto en defensa y opta por algo coordinado. A la pregunta de si asumirán entonces un consenso del Consejo Europeo con compromiso de aumentar el gasto en defensa, la respuesta es la evasiva. 

VOX se ha colocado en la antipolítica más dura de las marcas ultras de Europa. Los de Marine Le Pen abandonaron la conferencia de Washington ante el saludo nazi de Steve Bannon y Giorgia Meloni todavía distingue entre la agredida Ucrania y el agresor ruso. Santiago Abascal, horas después de la encerrona en la Casa Blanca, marcó posición en X sin mencionar a Rusia. Y un salto cualitativo, Isabel Díaz Ayuso le ha puesto el límite que no ha sido capaz de verbalizar Feijóo: ”Lamento decirlo, porque he sido la primera que ha defendido entenderse con Vox, pero de esta manera se hace imposible”, sentenció en el dominical de El Mundo.

Europa tiene que conseguir en los próximos días influir en el plan de paz de Ucrania. Hasta entonces, no sabemos si España será uno de los países que mande tropas de paz en ese grupo de voluntarios que propone Reino Unido o si la fórmula será la de Keir Starmer. Mientras, en la permanente confrontación nacional, el PSOE tiene que definir la postura de España y el PP tiene que medir cómo en los momentos de encrucijada los pactos de Estado —e incluso las conversaciones de Estado— no son otra cosa que pactos de altura.