Todo el mundo puede (y debe) defender sus ideas. Ahora bien, el mínimo a reclamar es que este alguien sea consecuente. Hoy en Madriz (concepto) se habla mucho de este titular:

Espe

Desconozco si la noticia es totalmente cierta o es un malentendido burocrático que la afectada desconocía, pero el problema es que cuando lo leemos, no nos chirría. Me explico.

Esperanza Aguirre obtuvo el año 1976 y por oposición una plaza en el cuerpo de Técnicos de Información y Turismo. Allí estuvo trabajando hasta 1979, momento en el que empezó a ocupar cargos públicos. Desde entonces hasta hoy. 36 años circulando por todo tipo de despachos ministeriales, autonómicos y municipales. Y cuando el 17 de septiembre del 2012 presenta la dimisión como presidenta de la Comunidad de Madrid, ella, gran defensora del ultraliberalismo, va y solicita a toda velocidad el retorno a su plaza de funcionaria. Y... va y se reincorpora al departamento con banda, música, cámaras y un elefante rosa. ¡Hombreee!

Sí, ya sé que a veces este trámite de recuperar la plaza es ineludible desde el punto de vista burocrático, pero alguien que puso en práctica políticas de privatización como las que ella puso en práctica, tendría que haber hecho un gesto. "Escuchen, la normativa dice que tengo que hacer este papelito, pero soy ultraliberal, renuncio a la excedencia definitivamente, no ocupo la plaza y me voy a trabajar a la privada", que es lo que acabó haciendo.

En política, los gestos también son importantes. Sobre todo los que tienen que ver con lo que defiendes a ultranza en público y, además, lo conviertes en tu bandera.